El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, extendió hasta fin de año los pagos para los brasileños de bajos ingresos afectados por las consecuencias económicas de la pandemia de COVID-19. Este programa aumentó su popularidad pero generó tensión con su equipo financiero.
El pago, para los trabajadores pobres y del sector informal que han visto destrozados sus ingresos por la crisis, se reducirá a la mitad a unos 300 reales (55,63 dólares) al mes, dijo Bolsonaro a periodistas en la capital Brasilia.
Encuestas de opinión recientes muestran que los pagos han ayudado a aumentar la popularidad del presidente, incluso en la región más pobre del noreste del país, que alguna vez fue un bastión de la izquierda.
El programa también ha sido ampliamente reconocido por evitar que una recesión económica récord se convierta en una depresión. Tanto la bolsa de valores de Bovespa como el real brasileño subieron más de un 2% el martes.
Aunque las cifras del martes mostraron que la economía de Brasil se contrajo un 9,7% en el segundo trimestre, la caída es menor que la que sufrieron otras economías emergentes como India, Chile y México.
Cerca de 65 millones de brasileños están recibiendo el aporte, que en los 600 reales anteriores era aproximadamente una cuarta parte del ingreso promedio en Brasil.
En el Congreso, el ministro de Economía, Paulo Guedes, dijo que extender los estipendios por cuatro meses costará otros 100.000 millones de reales (18.600 millones de dólares). Hasta ahora le ha costado al gobierno 250.000 millones de reales.
El costo del programa, que comenzó en abril, ha provocado fricciones entre Bolsonaro y Guedes, que está tratando de contener un déficit presupuestario récord.