Por Agustina Severi y Magalí Torres (Politólogos Al Whisky) – 30/09/2020
Luego de más de 30 años de conflicto interrumpido y de disputa constante por la región del Alto Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán, la zona reclamó otra vez la atención internacional cuando desde el pasado domingo se intensificaron los conflictos armados entre ambos países y se declaró oficialmente el estado de guerra. Ambos sectores del conflicto se han acusado mutuamente de iniciar la ofensiva y han movilizado tropas aéreas y de pie al territorio.
Merece mención que Azerbaiyán y Armenia son ex repúblicas soviéticas que acarrean diferencias identitarias previas a esta etapa. Luego de la disolución de la URSS, el vacío de poder existente llevó a la pérdida del último factor que contenía el conflicto. Y así, con la inminente retirada de las antiguas fuerzas soviéticas y con una Armenia independiente ocupando Artsaj (habitada en su mayoría por armenios) comenzó la guerra por Nagorno Karabaj. Armenia ganó la mayoría de las batallas que sucedieron en el conflicto bélico, y el mismo finalizó en 1994 con Karabaj siendo considerada por el escenario internacional como República Independiente de facto. A pesar de los resquemores sucedidos en el 2016, en la llamada “Guerra de los 4 Dias”, al conflicto se lo consideró congelado debido al cese al fuego declarado por ambas naciones.
La zona representa un área de altas tensiones en la región ya que varios grandes poderes a su alrededor obtienen tanto costos como beneficios de la disputa armada. Del lado armenio los aliados hasta el momento se presentan como Rusia, la OTAN y la UE, quienes se han expresado públicamente solicitando a ambas partes a abandonar el conflicto y llamar un alto al fuego.
Moscú, particularmente, tiene especiales intereses en la disputa; su histórico apoyo a Armenia le ha ganado un aliado de confianza en la región y un puesto militar de importancia geopolítica en el Cáucaso Sur. Sin embargo, también mantiene buenas relaciones con Azerbaiyán, en especial en lo que respecta al comercio de armas. En este sentido, Rusia siempre ha tomado un papel de mediador en cuanto al conflicto.
Por otra parte, del lado azerí, el gobierno turco ha sido el primero en ofrecer todo su apoyo y Erdogan ha ido incluso tan lejos como para asegurar que la solidaridad turca con Azerbaiyán “(…) continuará y se incrementará”, aludiendo a la posible extensión del conflicto. Ankara está totalmente alineada con la posición de Azerbaiyán, de hecho a lo largo de la historia los gobiernos turcos han percibido a este país como un “hermano menor”. A pesar de la buena relación existente entre estos dos, la posicion de Turquía también se debe a su conflictivo pasado y presente con Armenia por la negación del Genocidio Armenio llevado a cabo por el Imperio Turco Otomano.
Este último martes, se registraron nuevos combates en la región Caucásica y tanto Armenia como Azerbaiyán continúan sumando reportes de civiles y militares fallecidos. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, emitió un comunicado en el que instó a ambas partes del conflicto a declarar “un alto al fuego inmediato”. Asimismo, Mike Pompeo, Secretario de Estado de los Estados Unidos manifestó la urgente necesidad de poner fin a las hostilidades y de que Armenia y Azerbaiyán contribuyan para una solución pacífica de la disputa. Ambos Jefes de Estado involucrados, sin embargo, han rechazado ya públicamente que el alto al fuego sea siquiera una posibilidad.