Por Sofía Rodríguez (Politólogos Al Whisky) – 07/10/2020
Si se habla de un fenómeno social que ha caracterizado al 2019, son las manifestaciones. La presencia de las multitudes o de pequeños grupos de personas en el espacio público se ha configurado dentro de la agenda mediática como hechos de la cotidianidad. El corriente año, no se muestra como excepción, tampoco en contexto pandémico.
Israel no se encuentra fuera de este fenómeno. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, quien desempeña su cargo desde el año 2009, se instala como el blanco de las protestas. Netanyahu ha sido acusado de corrupción, malversación de fondos y abuso de confianza por el fiscal Avichai Mandelblit. Como respuesta a esto, el primer ministro denunció que existe una conspiración para derrocarlo y que, lo mencionado por quienes lo denuncian son acusaciones falsas y que hay un encubrimiento por parte de medios de comunicación e instituciones.
En un principio, la distancia temporal de una manifestación respecto a otra, parecía ser de una semana aproximadamente, pero, a medida que los días fueron pasando, las protestas se multiplicaron y llegaron a darse diariamente. En el día de ayer hubo otra, con los mismos reclamos, pese a las últimas medidas de mayores restricciones que permiten el desempeño de tareas esenciales y limitan las concentraciones. (En las mismas no puede haber más de 2.000 personas, se deben dar en grupos de 20 individuos, quienes deben mantener una distancia menor a un kilómetro de sus hogares).
Los argumentos expuestos por parte de los y las manifestantes refieren a las causas por corrupción y a su vez, por la situación económica, la cual ha sufrido a raíz de la segunda ola de contagios por coronavirus.
Actualmente Israel, un país con 9 millones de habitantes, contabiliza 272.000 casos de coronavirus y 1757 muertes. El desempleo incrementa. Las quejas en la sociedad, también. El panorama es desalentador y el gobierno no sólo tiene por delante un desafío en materia económica y de salubridad sino también, pensar profundamente en los motivos heterogéneos que subyacen en el descontento popular.
9000 millones de habitantes?
Hay más israelitas que la población terrestre sumada!
Para cuándo el corrector de textos y estilo? Condición sine qua non para una editorial que quiera hacerse respetar!