Por Lourdes Barcia (Politólogos Al Whisky) – 23/10/2020
“No pido favores para mi sexo. Todo lo que pido de nuestros compañeros es que quiten sus pies de nuestros cuellos”. Estas palabras constituyen una de las frases más icónicas de la ex jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg. El pasado 18 de septiembre la conocida jueza RBG (como era llamada popularmente), falleció debido a un cáncer de páncreas a los 87 años de edad mientras se desempeñaba en el máximo tribunal de justicia.
Su muerte no solo generó mucha conmoción entre la ciudadanía estadounidense sino que constituye un quiebre en la política de Washington debido a que su fallecimiento deja una banca libre en la Corte a poco más de 10 días de las elecciones presidenciales.
Ginsburg pertenecía al ala liberal de la Corte y era un icono en la lucha de movimientos de defensa de los derechos civiles, entre ellos la defensa de los derechos de las mujeres, los inmigrantes, el derecho al aborto legal y al matrimonio igualitario. En los años 60’ fue una de las pocas mujeres en estudiar leyes en Harvard y, años más tarde, se convirtió en la primera mujer en trabajar en la revisión de leyes tanto de Columbia como de Harvard. Pese a conseguir altas calificaciones en ambas casas de estudio enfrentó muchos obstáculos para conseguir empleo en un ambiente caracterizado por la desigualdad entre géneros.
En el año 1993 Bill Clinton la designó como Jueza de la Corte Suprema donde se desempeñó en el mismo cargo hasta los últimos días de su vida. Con el paso de los años RBG se movió cada vez más hacia el ala liberal defendiendo causas por las que se ganó un gran apoyo popular y mucha notoriedad en la Corte. Uno de sus casos más renombrados fue el llamado “Estados Unidos vs. Virginia” en donde se anuló la única admisión de hombres en el Instituto Militar de ese mismo Estado (BBC, 2020).
A pesar de que uno de sus últimos deseos fue que se la sustituyera cuando sea elegido el presidente de Estados Unidos, en los últimos días Donald Trump anunció que tiene la intención de nominar a una nueva jueza para la Corte. Si esto ocurre, el actual mandatario norteamericano optaría por designar una jueza de ideología contraria a la de Ginsburg, dejando a la Corte en mayoría de los conservadores. De esta manera se alteraría el equilibrio ideológico que poseía hasta el mes pasado el tribunal.
Para realizar esta maniobra, Trump debe en primer lugar, elegir un nuevo miembro, pero además el Senado debe ratificar según las leyes norteamericanas. Actualmente este mecanismo genera un obstáculo para el presidente debido a que algunos senadores republicanos manifestaron en los últimos días que no están de acuerdo en votar a un nuevo Juez faltando tan poco tiempo para una nueva elección que está marcada por una gran polarización entre los electores.