El día de ayer se tuvo el segundo y último debate presidencial de Estados Unidos. A diferencia del primer debate, contó con dos candidatos más respetuosos y con una clara mejora en cuanto a la moderación del evento. A pesar de ello, los candidatos continuaron ofreciendo más de lo mismo.
Por su parte, Joe Biden se mostró más presidencial a pesar de ser constantemente atacado por su falta de resultados durante sus 8 años como vicepresidente entre 2008 y 2016. Por otro lado, el presidente Donald Trump, se mostró más respetuoso y en algunas partes hasta presidencial. Sin embargo, se pasó esquivando preguntas y redireccionandolas en forma de crítica y ataque a su contrincante.
El primer tema debatido fue el del coronavirus. Trump defendió su política sanitaria, considerando que las pérdidas habían sido menores a las esperadas. Joe Biden no dudó en contraatacar con el número de fallecidos: 220.000 personas. Agregó que, contrariamente al presidente, él si tiene un plan integral para aplicar en este sentido.
Le siguió el tema de la seguridad nacional. Con acusaciones de ambos hacia su contrincante acerca de filtrar información e incompetencia, la agresión protagonizó el segmento, pero las respuestas fueron pocas. Esta linea continuó con el tercer tema, el de las familias estadounidenses. El foco se puso en la economía doméstica, los seguros médicos, los despidos y las pequeñas empresas.
El cuarto eje abordó los conflictos raciales, donde Biden afirmó que “el racismo está institucionalizado“, acusando al gobierno de ser cómplice. Desde luego, Trump negó dichas acusaciones, y remarcó que él es “la persona menos racista en este lugar“. También le reclamó a Biden que durante su vicepresidencia poco y nada había hecho por la comunidad afroamericana.
El cierre se tuvo con el cambio climático. Aunque gran parte de los estadounidenses reclaman acciones por el cambio climático, Trump volvió a rechazar el plan ambiental, sosteniendo que este destruiría la economía. Biden, por su parte, expresó que es un tema de responsabilidad colectiva y apoyó la transición energética hacia una renovable. Trump, reiterativo, como en los previos segmentos, le contestó “¿Por qué no lo hiciste antes?“.
La triste realidad es que este debate demuestra la gran falla sistémica que existe en la política de Estados Unidos. Una política que aboga por libertades y derechos para todos, pero que, al final del día, son establecidas por el mismo perfil de individuo político, quien está tan desconectado de la realidad política de su país que no logra simpatizar ni entender a sus votantes.
Otra vez, el encuentro dejó mucho que desear y los candidatos aún más. Lamentablemente este último debate antes de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre pintó a dos candidatos que están muy lejos de semejar interés por la nación y liderazgo para resolver problemas apremiantes.
Al final, gane Biden o gane Trump, Estados Unidos lleva todas las de perder.