El alto el fuego respaldado por Estados Unidos en Nagorno-Karabaj peligró el lunes cuando Azerbaiyán y las fuerzas de etnia armenia reanudaron los combates en el enclave montañoso, desafiando los esfuerzos internacionales para poner fin a un conflicto que ha dejado cientos de muertos en el último mes.
El presidente azerí, Ilham Aliyev, dijo en un discurso televisado que quería resolver el conflicto “por medios políticos y militares” después de que ambas partes se acusaran mutuamente de romper la tregua acordada horas antes en Washington.
Hablando en vivo en Facebook, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, dijo que no creía que Azerbaiyán estuviera interesado en una resolución pacífica del conflicto. “El pueblo armenio está listo para concesiones mutuas, incluso dolorosas, pero no para la capitulación de Karabaj”, dijo.
Los últimos enfrentamientos en Nagorno-Karabaj, una parte montañosa de Azerbaiyán poblada y controlada por armenios étnicos, estallaron el 27 de septiembre y son los peores en el sur del Cáucaso desde la década de 1990. Dos ceses del fuego negociados por Rusia no han podido mantenerse.
Las potencias mundiales quieren evitar una guerra más amplia que podría atraer a Turquía, que expresa un fuerte apoyo a Azerbaiyán, y Rusia, que tiene un pacto de defensa con Armenia. El conflicto, cercano a los oleoductos que llevan el petróleo y el gas azerí a los mercados internacionales, también ha tensado las relaciones entre Ankara y sus aliados de la OTAN.