Las relaciones entre Francia y Turquía han sido tensas durante algún tiempo. En el último año, ambas naciones han estado en disputa por la soberanía marítima frente a las costas de Chipre y se han encontrado en bandos opuestos en el conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. Francia también ha acusado a Turquía de “responsabilidad penal” por el transporte de combatientes extremistas sirios a Libia.
La decapitación de un maestro de escuela en París ha sido el detonante de la última guerra de palabras. Samuel Paty fue asesinado por un extremista checheno, tras haber mostrado una caricatura que representaba al profeta Mahoma, que apareció en la revista satírica Charlie Hebdo durante una lección sobre la libertad de expresión.
Francia tiene una larga historia de separación de la Iglesia y el Estado y anteriormente ha defendido con firmeza su condición secular o laica, creyendo que la libertad de expresión no debe ser restringida por ningún grupo. El Presidente Macron se mantuvo desafiante, prometiendo que Francia “no renunciará a las caricaturas”.
El Presidente Erdogan respondió a esto acusando a su homólogo francés de liderar una “campaña islamofóbica de odio”, declarando que “Ustedes (Macron) son en un sentido real fascistas; son en un sentido real los eslabones de la cadena del nazismo”.
La disputa se ha extendido rápidamente a través de Europa y el mundo musulmán. El 27 de octubre, en Bangladesh, más de 40.000 personas intentaron marchar sobre la embajada francesa, con líderes como Nesar Uddin acusando a Macron de ser un “adorador de Satanás” y “Francia, enemiga de los musulmanes”. Alemania ha denunciado las acusaciones de Erdogan como “difamatorias” e “inaceptables”, un lenguaje diplomático fuerte según los estándares de Berlín.
Además de sus acusaciones incendiarias, el presidente turco también pidió la prohibición de los productos franceses. Los productos franceses ya han sido retirados de las tiendas de Qatar y Kuwait. En Siria y Libia también han estallado protestas antifrancesas.
El gobierno francés ha alertado a sus ciudadanos en Indonesia, Bangladesh, Irak y Mauritania. El Presidente Macron, que a menudo es percibido como más débil en materia de seguridad interna, reforzó su posición en un tweet: “No nos rendiremos, nunca”. Respetamos todas las diferencias en un espíritu de paz”. No aceptamos los discursos de odio y defendemos el debate razonable. Siempre estaremos del lado de la dignidad humana y los valores universales”.
Mientras las ondas del incidente se extienden a lo largo y ancho, ¿cuánto tiempo puede la OTAN tolerar tan peligrosas luchas internas?
La disputa ha alarmado a los EE.UU. con el Departamento de Estado emitiendo una declaración propia “Los Estados Unidos creen firmemente que las innecesarias luchas internas de la alianza sólo sirven a nuestros adversarios”.
Los EE.UU., sin embargo, también está en desacuerdo con Ankara por las pruebas de la plataforma antiaérea rusa S-400 en contravención de la política de la OTAN – la compra del sistema ya había visto a Turquía eliminar el programa de cazas F-35.
Erdogan eligió burlarse de la amenaza de “consecuencias potencialmente graves” de los EE.UU. en un discurso televisado: “Sean cuales sean sus sanciones, no lleguen tarde”. Erdogan parece estar fomentando cada vez más el fervor nacionalista para apuntalar el control político en un momento de gran turbulencia económica.