Por Josefina Latorre (Politólogos Al Whisky) – 02/10/2020
La migración se ha presentado como uno de los mayores dilemas para la Unión Europea (UE), tan solo al observar los acontecimientos de la semana pasada se puede dar cuenta de ello: un ataque terrorista islamista por parte de un joven tunecino y el hundimiento de un barco que transportaba al menos 200 migrantes hacia España.
El jueves 29 de octubre, un hombre de 21 años asesinó con un cuchillo a tres personas dentro de la basílica de Nuestra Señora de la Asunción en Niza, Francia. Horas más tarde, se dio a conocer que el sospechoso provenía de Túnez y había ingresado a Europa dos semanas atrás, a través de la isla italiana de Lampedusa. Macron, presidente de Francia, lo calificó como un “ataque terrorista islamista”.
El hecho de que el joven haya ingresado a través de Italia para luego moverse por el territorio europeo hasta llegar a Niza no es un dato menor, dado el alto revuelo que género en la política interna italiana. La oposición – liderada por Salvini – acusó al gobierno de haber permitido el derramamiento de sangre europea.
Ese mismo jueves, murieron cerca de 140 inmigrantes y refugiados tras el hundimiento del barco que los transportaba de Senegal a España. Este hecho fue considerado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) como el naufragio más mortífero del 2020.
El dilema de la migración y el refugio son temas que no se quedaron en el 2015 (año de la denominada “crisis de los inmigrantes”) en el viejo continente, sino que siguen vigentes. La imposibilidad de llegar a un acuerdo que satisfaga a todos los Estados miembros, el aumento de los niveles de xenofobia en los europeos, y el crecimiento de la popularidad de los partidos de extrema derecha, hacen que esta crisis siga sin respuesta.
El principal problema se plantea en torno a encontrar una manera de administrar la migración, sin violar los principios internacionales de derechos humanos, al tiempo que se busca garantizar la seguridad de los ciudadanos europeos.
Desde 2015, la UE ha desarrollado diferentes estrategias: acuerdos económicos con los países de origen de los migrantes que buscan aumentar la seguridad de sus fronteras, brindar información y mejorar la calidad de vida; acuerdos para tercerizar la seguridad de la frontera europea con Estados “tapón” como Turquía. Sin embargo, el acuerdo interno entre los miembros de la Unión aún no ha llegado.
Por el momento, nada parece ser una respuesta suficiente para tratar este dilema, sin olvidar el humanismo y recordando los intereses de los europeos.