Los últimos cuatro años de la administración Trump han sido, en contraste con los de Obama, de confrontación total con ambos países.
Washington se retiró con gran estrépito del acuerdo nuclear con Irán y extendió las sanciones sobre el país. Para Teherán una posible victoria de Biden sería un cambio de enfoque radical, pero esperan compensaciones.
“El marco para las conversaciones está claro, es el Plan de Acción Integral Conjunto“, explicó el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Saeed Khatibzadeh. “Quien quiera que vuelva a ese marco, compense por los daños y detenga la guerra contra la nación iraní, podrá ser parte del marco, junto con los otros. Estamos atentos a las elecciones. Prestaremos más atención a los actos del próximo Gobierno de EE.UU. que al resultado de las elecciones”.
Trump ha tenido en China uno de sus antagonistas favoritos.
El presidente estadounidense ha culpado a Pekín de aprovecharse de EE.UU. por el déficit comercial, e incluso de propagar el coronavirus. La relación entre ambos países está en uno de los peores momentos de su historia.
“A muchos no les gusta Trump porque ha generado muchos problemas a las relaciones China-EE.UU. Sin embargo también hay gente que cree que lo Trump quiere de China en la buena dirección en la que se debe mover China. Creen que Trump va a forzar a China a hacer reformas internas”, analiza Yu Zhi, profesor de negocios de la Universidad Renmin.
China e Irán han sido acusados por diversos servicios de inteligencia de estar interfiriendo en la campaña electoral, al igual que Rusia. Los servicios secretos estadounidenses aseguran que mientras Rusia, como en 2016, tratará de empujar a Trump, China intentará que sea Biden el que gane la Casa Blanca.