La multinacional argumentó que lleva años de pérdidas, que se agravaron con la pandemia, mientras que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dijo que la estadounidense lo que quería eran más subsidios.
“Todos estamos indignados”. Con esta frase, Sinvaldo Cruz, secretario general del Sindicato Metalúrgico de Taubaté, en el estado brasileño de Sao Paulo, quiso resumir el sentimiento generalizado de al menos 5.000 trabajadores de la multinacional estadounidense Ford Motor Co.
El dirigente gremial y otros cientos de empleados de la compañía protestaron este martes 12 de enero frente a una de sus plantas de fabricación de automóviles, tras el anuncio de que dejará el país en el que opera desde 1919.
El lunes 11 de enero, Ford dijo que cesará la producción de inmediato sus tres fábricas, como parte de una reestructuración de sus operaciones en Latinoamérica, lo que supone un costo de unos 4.100 millones de dólares.
Su argumento fue que la pandemia de Covid-19 amplifica la “persistente capacidad ociosa de la industria y las lentas ventas que han resultado en años de pérdidas significativas”. Pero el Gobierno de Jair Bolsonaro no lo cree.
La empresa fue blanco de crítica del Gobierno
El mandatario brasileño lamentó el anuncio y advirtió que la empresa estadounidense “ocultó parte de la verdad, ya que lo que quería eran más subsidios”.
“¿Qué quiere Ford? Ford no dijo la verdad. Quieren subsidios. ¿Ustedes quieren que siga dándoles 20 mil millones de reales como lo hicimos en los últimos años? ¿Su dinero, sus impuestos, para hacer autos aquí? ¡no! Dejaron de ser competitivos. Lo siento”, expresó el jefe de Estado.
El presidente de la cámara baja del país, Rodrigo Maia, dijo por su parte en Twitter que los cierres son “una señal de la falta de credibilidad del Gobierno brasileño”.
“El cierre de Ford es una demostración de la falta de credibilidad del gobierno brasileño, de reglas claras, de seguridad jurídica y de un sistema fiscal racional. El sistema que hemos convertido en un manicomio en los últimos años, que tiene un impacto directo en la productividad de las empresas”.
La decisión de Ford es un golpe más para Brasil, cuya economía ha sufrido desde 2014, hundiéndose aún más en medio de la pandemia.
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