Por Alejo Sanchez Piccat y Camila Russmann, de Politologos al Whisky
Aunque el título del presente artículo haga alusión a un dicho popular que significa que los problemas están por llegar, parece pertinente establecer lo cerca que está el mundo de la aniquilación total. Cada año desde su creación en 1947, la Junta de Cientistas atómicos reinician el Reloj del Juicio Final, esta medición reconocida internacionalmente advierte al público y a los gobernantes en general lo cerca que se está de destruir el mundo con la amenaza de las armas nucleares, el cambio climático y las tecnologías disruptivas en otros dominios. El establecimiento del mismo se realiza con la consulta de los miembros permanentes de la junta en la cual se encuentran destacados tanto del campo de la ciencia como del espectro político.
El Reloj del 2020, consecuente con lo acontecido en el 2019 se reinició en 100 segundos para la medianoche. La medición más cercana desde que se tiene registro del mecanismo, más cerca que en el 1953 en plena carrera nuclear entre los Estados Unidos y la Unión Soviética (2 minutos).
En el 2020 se vieron grandes retrocesos en materia de control de armamentos, con respecto a la legitimidad de las organizaciones internacionales para evitar una proliferación a nivel horizontal y el mantenimiento de compromisos que regulan tanto el desarrollo de las armas nucleares como la disposición de las mismas. No solo las organizaciones fallan, sino los principales gobernantes por decisión e indecisión socavaron mecanismos en el control de armamentos y la proliferación nuclear. La falta de estrategias claras con respecto al desarrollo y al debut de nuevos actores nucleares sumado a la crisis de legitimidad de algunas democracias poseedoras de armas nucleares aumentan potencialmente las amenazas que atentan con la seguridad y la integridad del sistema en general.
En paralelo, se han evidenciado grandes avances y desarrollo en los programas nucleares de varios países alrededor del mundo; el desarrollo de vehículos supersónicos, la innovación en el campo de las defensas de misiles balísticos y sistemas de lanzamiento que pueden ser utilizados para transportar una ojiva nuclear aumentan el error de cálculo en tiempos de incertidumbre a nivel sistémico lo que generan un mundo inestable y poco predecible.
Siguiendo las proyecciones de la Junta de Cientistas Atómicos, en el 2020 el potencial de que el mundo caiga en una guerra nuclear aumentó. Los países con armas nucleares apostaron grandes cantidades de dinero y capital para seguir modernizando sus arsenales y programas en paralelo que los esfuerzos por mantener un régimen nuclear que contenga las ambiciones de los mismos se dilataban. En las estrategias de seguridad nacional se comienza a considerar aún más, la necesidad de tener el reactivo nuclear para defender los intereses de los Estados, el estatus nuclear tanto de los Estados Unidos como Rusia en su dinámica de contención mutua el cálculo nuclear sigue presente y en crecimiento constante con respecto a la utilización de las armas nucleares. mientras que en materia bilateral entre ambos se han restringido los compromisos que regulan sus disposiciones nucleares, el New START y en INF son claro ejemplo de ello.
los actores nucleares han comenzado una carrera armamentística, en los últimos años Rusia y los Estados Unidos se vieron envueltos en desarrollos paralelos sobre las armas supersónicas, el despliegue de misiles de alcances intermedio y las innovaciones en el campo de las plataformas de lanzamiento muestran una preocupante tendencia entre los principales poseedores de ojivas nucleares. Por otro lado, los avances inconmensurables de China ampliando su arsenal nuclear y logrando hitos en materia misilística son cuestiones que el mundo no puede ver con asombro sin tomar cartas en el asunto.
Los actores por fuera del Trata de Proliferación Nuclear (TNP) como India y Pakistán y Corea del Norte alertan a la comunidad internacional ya que estos en los últimos años no limitaron sus intenciones en el campo de lo nuclear sino que siguiendo desarrollando tecnología que les permita ventajas comparativas en este ámbito. Los acérrimos competidores nucleares como Pakistán e India siguen aumentando sus arsenales y este último alcanzando nuevos estándares en sus armas, pudiendo así alcanzar mayor distancia y en especial a puntos claves chinos impulsó una carrera en torno a adquirir y desarrollar nuevas capacidades disuasorias que se extrapoló al mar con los avances en los submarinos nucleares por parte de ambas naciones. Las noticias provenientes de Pyongyang no son alentadoras ya que Norcorea ha dejado vislumbrar sus avances en términos balísticos de nuevos misiles de largo alcance Hwasong-16. La inacción política diplomática en torno a la cuestión norcoreana permite establecer un panorama poco alentador en cuanto se quiera limitar sus ambiciones nucleares.
Caso aparte el programa nuclear iraní, el tan mediático proceso por el cual se estableció el Plan de Acción Integral en Conjunto (JCPOA por sus siglas en inglés) hoy ve sus peores momentos con el aumento de las tensiones bilaterales entre Irán y los Estados Unidos. En los últimos meses la República Islámica retomó su programa nuclear con el enriquecimiento de uranio, el aumento del stock del mismo y la obstaculización al monitoreo de sus instalaciones En este proceso rompió varias cláusulas del JCPOA que se debería renovarse para mantener a todas las partes signatarias dentro del marco del acuerdo, lo que aún se mantiene incierto por distintos factores que afectan tanto a la cúpula interna iraní y al posicionamiento de los Estados Unidos con Biden a la cabeza.
Este doble proceso entre las fallas políticas diplomáticas y las innovaciones en materia tecnológicas con lo anteriormente mencionado se le sumó en el 2020 la Pandemia por el Coronavirus. Cuando hace aproximadamente un año se detectó el primer caso en Wuhan China, los gobernantes y los Estados tomaron la responsabilidad de reivindicar a la ciencia y apoyarse en este campo para poder mitigar los efectos de un proceso que se tomó millones de vidas. Se ha visto como gobernantes alrededor del globo desmentian a la evidencia científica y tomaban decisiones desacertadas lo que conllevó en la desprotección de la ciudadanía a medida que avanzaba la enfermedad.
Si bien los primeros vestigios de esperanza comienzan a verse con la aplicación de las distintas vacunas contra el Coronavirus, la pandemia vino a demostrar la incapacidad que tienen los gobiernos y las instituciones internacionales para lograr acciones en conjuntos reales para mitigar los efectos de una crisis de tal magnitud, lo que invita a analizar y extrapolar que pasaría ante una guerra nuclear o un desastre climáticos a escalas superiores.
Otro punto importante al analizar lo cerca que está el mundo de la destrucción es la amenaza al medio ambiente y los problemas que acarrean los países con respecto a mitigar las consecuencias del cambio climático. Gobiernos de todo el mundo han demostrado su incapacidad para abordar la crisis climàtica que afecta a todo el planeta.
A principios del 2020, la desaceleracióneconómica producida por el cierre total de grandes ciudades durante sus períodos de aislamiento trajo consigo una importante reducción de las emisiones de dióxido de carbono que causan el calentamiento global. Sin embargo, este hecho también acarreó malas noticias, ya que la misma Organización Naciones Unidas había catalogado al 2020 como “un super año para el medio ambiente”, ya que él mismo representaba el momento en el que los Estados definirían la agenda ambiental para la próxima década, y esto es algo que no sucedió porque las reuniones internacionales destinadas a evaluar avances y determinar compromisos debieron ser postergadas.
Ese fue el caso de los compromisos del Acuerdo de París que debían ser renovados el año pasado con promesas más ambiciosas para frenar el calentamiento global y cuya reunión fue suspendida por la pandemia. En este sentido, el 2020 representó un año de compromisos postergados en un contexto en el que se acercan cada vez más las fechas límites establecidas por distintos acuerdos y convenciones internacionales para reducir las emisiones de CO2 y desacelerar el calentamiento global.
Por otro lado, el 2020 empató en el premio al año más caluroso del que se tiene registro según la NASA, reafirmando una tendencia de la última década de incremento constante de la temperatura que está desencadenando fenómenos como la pérdida de hielo terrestres, el aumento del nivel del mar, olas de calor más largas e intensas y cambios en los hábitats de plantas y animales. Los incendios forestales masivos de este último año son ilustraciones de la gran devastación que continuará aumentando si los gobiernos no amplifican de manera significativa sus esfuerzos para frenar la crisis climática.
Aún queda por determinarse cómo afectará la pandemia a la habilidad del sistema político internacional para adaptarse y combatir el cambio climático ¿se adoptarán los compromisos necesarios en conferencias internacionales que indudablemente estarán caracterizadas por la virtualidad? ¿o se verán el multilateralismo y la cooperación ambiental afectados en un contexto en el que los Estados se encuentran en una carrera a la vacunación de su población?
A la pandemia por el coronavirus y la latente amenaza por una posible guerra nuclear y el cambio climático se le agrega la crisis de desinformación que se evidencia en los Estados y el peligro que esto conlleva en las democracias y la toma de decisiones públicas. La información falsa y las campañas de difamación en redes sociales en el contexto pandémico género caos en varias sociedades y marcó una tendencia engañosa con respecto a la veracidad de la empiria científica, la viralización de teorías conspirativas y la desestabilización de los medios convencionales de información generaron un contexto peligroso para las personas en el 2020.
Una combinación entre la desatención a la ciencia con respecto a los consejos científicos con respecto al Coronavirus, la incertidumbre que corresponde el enfrentarse a un “enemigo” nuevo y la inexperiencia de los gobernantes que adoptaron narrativas y discursos inconsistentes y contradictorios para notificar a los ciudadanos. Este cóctel generó fracturas y divisiones en torno a las distintas posturas que se conformaron en medio de una crisis de tal magnitud que favoreció a la polarización de las opiniones y en muchos casos al enfrentamiento de las mismas.
La masividad de las redes sociales y el declive de los medios convencionales establecen tendencias peligrosas en cuanto a la conformación de las percepciones y la “verdad” de los receptores. Los gobiernos y organizaciones están en constante ataque de campañas masivas de desinformación que socavan la confianza de los ciudadanos de dichos países. Esta conjunción de incertidumbre atenta a todos los niveles de las sociedades y los Estados modernos, lo que dificulta a la hora de tomar decisiones claves para afrontar amenazas a niveles sistémicos como una pandemia, una guerra y las crisis que estos enfrentam.
Tal como se mencionó anteriormente, la pandemia por el Coronavirus es una alerta a los principales protagonistas del Sistema Internacional, marca una preocupación en torno a los problemas que acarrea el mundo y la dificultad que tienen los decisores para hacerle frente a contextos convulsionados. Es por esto que la noche se acerca para todos, y en este camino las responsabilidades son claras, si no se quiere un futuro devastado por las distintas amenazas que alerta la Junta de Científicos Atómicos, se debe tomar una posición activa para mantener la integridad del mundo y de todos los que viven en él.
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La inminente destrucción de la humanidad es algo que existe desde que el ser humano descubrió la energía nuclear. Estar cerca de la destrucción ya viene dándose en la conciencia global desde la crisis de los misiles en 1962, y aun antes, cuando sucedió Hiroshyma. De hecho el comportamiento humano es tan destructivo que su desaparición es algo altamente posible en el amanecer de cada día.