Por Josefina Latorre (Politólogos al Whisky) – 10/02/21
El desarrollo de vacunas contra el COVID-19 por parte de diferentes laboratorios a nivel mundial generó la esperanza, en gran parte de la población, de que el final de la pandemia se estaba acercando.
Sin embargo, a medida que los acuerdos se cerraban entre los Estados y los productores, el mundo se encontró con una distribución desigual de vacunas entre los países que pueden ofrecer grandes cantidades de dinero para pagarlas y los que no. Asimismo, América Latina no sólo se vio afectada por lo anteriormente mencionado y por el retraso en la producción de las mismas, sino que la región también se enfrenta al obstáculo de la falta de infraestructura.
Si bien los planes para vacunar, la cantidad de dosis compradas y los acuerdos firmados varían dentro de los países latinoamericanos, los mismos comparten desafíos para el correcto transporte y almacenamiento de las vacunas.
En este sentido, sirven como claros ejemplos lo sucedido en Argentina y Bolivia recientemente. El 1 de febrero se paseaba por la ciudad de Trinidad un camión de distribución de pollos con la bandera boliviana en su frente, en él se transportaban un lote de dosis de vacunas ya que por desperfectos, el vehículo provisto por el servicio de salud –SEDES- no logró llegar al aeropuerto a recibir las mismas. Por su parte, en Argentina la falta de correcta refrigeración en el traslado, manipulación y conservación ha hecho que se echaran a perder cientos de dosis.
A su vez, los gobiernos de América Latina tienen el desafío de vacunar a las poblaciones que viven en zonas de difícil acceso, alejadas de las ciudades, donde la falta de recursos sanitarios y distanciamiento social favorecen a la propagación del virus de COVID-19, afectando a comunidades sumamente vulnerables.
Actualmente Argentina, Chile, México y Costa Rica son quienes llevan la delantera en términos de vacunación de su población en la región. Mientras que estos países han logrado cerrar acuerdos con laboratorios como Pfizer y AstraZeneca, y con países como China –Sinovac- y Rusia –Sputnik V-, los Estados de Centro América han depositado toda su esperanza en las dosis prometidas por el Fondo de Acceso Global para Vacunas covid-19 (COVAX), que es un plan impulsado en parte por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De esta forma, la región latinoamericana se enfrenta al contexto de escasez de vacunas con una falta de recursos económicos, sanitarios y de infraestructura que hacen que la tarea de vacunar a sus vastas poblaciones sea un desafío cada vez mayor.
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