El jueves a la noche y el viernes a la mañana los medios internacionales y las redes sociales se inundaron con la noticia de los ataques estadounidenses a posiciones de las milicias chiitas patrocinadas por Irán en el Norte de Siria. Con este “ataque defensivo de precisión” el flamante presidente demócrata Joe Biden estrena el Instrumento Militar dispuesto en Medio Oriente.
El Secretario de Defensa de Estados Unidos agradeció al gobierno iraquí por sus aportes de inteligencia.El Pentágono dijo que los ataques aéreos se llevaron a cabo “junto con medidas diplomáticas”, incluida la consulta con los socios de la coalición.
El ataque en el noreste de Siria responde a los ataques del pasado 16 de febrero en Erbil, en el cual se comprobó que resultaron muertos personal civil y un contratista parte del contingente militar estadounidense. El ataque fue atribuido a las facciones pro-Irán, Kata’ib Hezbollah y Asaib Ahl al-Haq.
Desde el inicio de la guerra civil en el Estado en 2011, Siria vio como se desplegaron tropas, drones y aviones de última generación que perpetraron ataques de precisión, fomentaron el derrocamiento de Bashar al-Assad y se embarcaron en un conflicto multidimensional entre distintos actores.
No solo Estados Unidos, distintos países, grupos paramilitares y organizaciones internacionales proyectaron una guerra de influencias entre estos. En la cual utilizaron y utilizan a Siria como un tablero de ajedrez para sus operaciones y sus intereses más allá de la continuidad o no del régimen de al-Assad.
¿Por qué hay tanta condena y repercusión de los ataques de Estados Unidos?, los ataques en territorio Sirio no son exclusivos de EEUU. Si mientras estas palabras están escritas en posiciones del Estado Islamico, las milicias chiitas y del ejército de kurdistán se siguen evidenciando ataques aéreos y confrontaciones terrestres, no solo de los Estados Unidos sino de todos los actores involucrados en la Guerra Civil en Siria e Irak.
El gobierno ruso que se transformó en el principal sostén del régimen en Damasco, la semana pasada llevó a cabo operaciones en el este del país en posiciones aún controladas por el Estado Islámico. En esas operaciones se tiene noción de que se mataron un total de 21 yihadistas pero dentro de los daños colaterales se habla que en Alepo e Iblid se estima un total de 15 muertos a causas de los bombarderos rusos.
Los ataques a posiciones estadounidenses en la frontera entre Siria e Irak son moneda corriente para estas facciones patrocinadas por Irán, el financiamiento proveniente de Teherán marcó una dinámica de conflicto en la cual buscan proyectar poder y vengarse aún de la muerte del general Qasem Soleimani.
Lo importante a destacar es que los Estados Unidos enviaron un mensaje, tanto a sus adversarios como a sus aliados en Medio Oriente. Si bien se muestran diplomáticamente receptivos en mantener conversaciones con Teherán no van a dejar de castigar sus acciones e influencias en la región. Por otro lado, Biden marca una práctica alejada a la retórica de conciliador que tanto se anhelaba y equivocadamente se estipulaba con respecto al partido que representa y sus políticas internas. El ataque y la disposición de no quedarse de brazos cruzados ante las proyecciones iraníes marca un procedimiento “estándar” con respecto a la lógica de los ataques y relaciones entre Estados Unidos y sus agresores en Medio Oriente.
Las acciones e influencias en Medio Oriente y la tendencia preocupante de la creciente tensión entre Irán con los Estados Unidos no solo se materializan en territorio sirio, se tiene noción de que en las últimas semanas han habido en distintas ciudades de Medio Oriente operaciones militares que involucran a los anteriores mencionados y aumenta la tensión con respecto a la utópica diplomacia que se pretende establecer para resolver los conflictos y las disputas entre los mismos.
El ataque de Israel a posiciones de Hezbollah en el norte de su país y en la frontera con Líbano, el hundimiento de un buque petrolero israelí a manos de Irán como represalia a los ataques a las milicias, la acción y la intercepción de Arabia Saudita de misiles por parte de las fuerzas en Yemen son un claro ejemplo de esto. Y sí, todo esto pasó desde el viernes hasta el día de la fecha, si se toma en cuenta un periodo que abarque todo el 2020 se encontraría un caldo de cultivo que conforme pasa el tiempo se agrava y distancia las posiciones entre los actores y sentencia cualquier idea de estabilidad para estos Estados.
Biden con proyecciones e urgencias distintas a las otras administraciones y al orden de preferencia que se establece con Medio Oriente tiene el desafío y necesita mantener una presencia y una identidad creíble con respecto a los conflictos que la región acarrea. En la cual le permita mantener sus aliados seguros y limitar las proyecciones de Irán en medio de las negociaciones por el acuerdo nuclear. Esta combinación de actores, ataques, disposiciones y discursos desencontrados no llevan a nada más que un camino peligroso y de confrontaciones entre los mismos.
El problema de Siria es que dejó de ser Siria y pasó a ser Arabia Saudita, Yemen, el propio Irak, Líbano, entre otros, y no solo en el cálculo se presentan actores tradicionales sino que se estableció y evolucionó a la conformación y expansión de zonas de influencias donde las identidades compartidas son difusas y los errores de cálculo son cada vez más frecuentes entre los actores que operan en la región.
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