El Papa Francisco llegó a Irak a las 2 de la tarde hora local (8 de la mañana, hora argentina) en la visita historíca del Sumo Pontifice al país, en medio de la tensión provocada por los recientes bombardeos y ataques entre Estados Unidos e Irán y una suba dramática en los contagios por el coronavirus.
Antes de partir del aeropuerto Fiumicino en Roma, se reunió durante unos momentos con una docena de personas acogidas por la Comunidad de Sant’Egidio y la Cooperativa Auxilium y que se habían refugiado recientemente en Italia procedentes de Iraq.
Al llegar al país anfitrión de su visita en medio de un operativo de seguridad sin precedentes, declaró “Estoy contento de retomar los viajes”, dijo Francisco en el avión antes de bajar en el aeropuerto de Bagdad, donde lo esperaba el primer ministro iraquí, Mustafá Al Kadhemi. “Y este viaje emblemático es también un deber hacia esta tierra mártir desde hace tantos años”, agregó el pontífice, en su primer vuelo internacional después de 15 meses, tras una pausa obligada por la pandemia del coronavirus.
Los viajes del papa Francisco, en sus ocho años de pontificado, se han diferenciado de los de sus antecesores porque no han tenido como destino los grandes centros católicos del mundo -Europa, Sudamérica y regiones de África-, sino que ha viajado allí donde los cristianos son minoría.Tailandia, Emiratos Árabes Unidos, Japón, Corea del Sur.
En un mensaje grabado a la población iraquí, mayoritariamente musulmán, marco y declaró “Voy como peregrino, como peregrino penitente, a implorar al Señor el perdón y la reconciliación tras años de guerra y terrorismo, a pedir a Dios consuelo para los corazones y curación para las heridas. Y voy entre ustedes como peregrino de paz, para repetir: ‘Todos ustedes son hermanos”.
En el programa del Papa se destaca la visita a varias ciudades y enclaves históricos de Irak. En Bagdad se reunirá con el presidente del país, Barham Salih, y con el primer ministro, Mustafa al Kadhimi. Además, el pontífice se encontrará con el gran ayatolá Ali al Sistani, en la ciudad sagrada de Nayaf, uno de los clérigos chiíes más importantes del mundo, para lanzar un mensaje de respeto y entendimiento entre cristianismo e islam.
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