Luego de las protestas civiles que se sucedieron contra el gobierno de Al Bashir entre 2018 y 2019, que acabaron con su deposición por parte de los militares, se impuso en el país un gobierno de transición de 2 años, administrado por un Consejo Interino conformado por el ejército, cuyo líder actual es Abdel Fattah Abdelrahman Burhan, quien está a cargo del “Consejo Soberano” desde 2019.
En este contexto, en la actualidad Sudán se reabre al mundo, buscando reposicionarse en el escenario internacional a través de acuerdos y alianzas con diversos países. A la vez, esta situación resulta una gran posibilidad para las potencias que buscan proyectar su influencia en el cuerno de África, razón por la que han impulsado nuevos acuerdos políticos y económicos.
Persiguiendo dicho fin, este nuevo gobierno, decide romper la línea dura que se había sostenido durante el mandato de Al Bashir con relación a Israel. En un camino de búsqueda de construcción de nuevas relaciones con las potencias, decidió normalizar sus relaciones con Israel en el 2020, quien a su vez representa un medio de conexión con Washington.
Esto se materializo de manera concreta el pasado martes, cuando se aprobó un proyecto de ley para derogar la legislación que establece el boicot a Israel, por el que se prohíbe concretar relaciones comerciales con Tel Aviv desde su aprobación en 1958.
Esta semana también trascendió un paso importante en las relaciones con Qatar, a través de la primera visita sudanesa al país luego del derrocamiento de Al Bashir. Con el fin de activar los acuerdos ya firmados entre ambos países, el jefe de la junta de gobierno de Sudán viajó por primera vez a Doha en búsqueda, también, de ayuda financiera para afrontar la crisis que atraviesa el país.
Por su parte, Estados Unidos y Rusia se disputan por su presencia en el país.
En diciembre del año pasado, Washington decidió quitar a Sudan de la lista de Estados patrocinadores del terrorismo, en la que figuraba desde 1993. Con esto, Sudán se beneficia con la posibilidad de acceso a créditos. Este guiño favorable estadounidense al nuevo gobierno, se suma al levantamiento de las sanciones económicas de 2017.
Rusia, por su parte, planea construir una base naval en Port Sudan, el único puerto comercial que tiene el país. Con dicho objetivo, en diciembre el Kremlin firmó un acuerdo con una duración de 25 años con Sudán para la construcción de esta primera base en África. Esto representa una fuerte estrategia de Moscú para posicionarse en la región.
Estos avances en la restauración de las relaciones diplomáticas con las potencias arrojan un poco de luz sobre la forma que adoptará la política exterior del país, después de años de aislamiento mundial. La salida a la crisis económica, la transición política, la explotación de los recursos y la reinserción en el juego internacional serán los protagonistas a la hora de establecer relaciones con otros países, muchos de los cuales tienen intereses geopolíticos muy importantes en la zona.
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