El gobierno de EE.UU. ha anunciado su apoyo a la renuncia a la protección de las patentes de las vacunas COVID-19, una medida destinada a aumentar los suministros para que la gente de todo el mundo pueda recibir las vacunas. “Lascircunstancias extraordinarias de la pandemia de COVID-19 exigen medidas extraordinarias”, dijo la representante comercial de EE.UU., Katherine Tai, en un comunicado.
La medida se produce cuando la Organización Internacional del Comercio se congregó a debatir la propuesta para la liberación. Hasta ahora, Estados Unidos, la Unión Europea, el Reino Unido y Japón han bloqueado los esfuerzos, presentados por India y Sudáfrica, para hacer legal la producción de versiones genéricas de las vacunas COVID-19.
La propuesta, presentada en octubre del año pasado, pretende que todos los miembros de la OMC queden exentos de ciertas disposiciones sobre derechos de autor, diseños industriales, patentes y protección de la información no divulgada del Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC) para la prevención, contención o tratamiento de Covid-19.
Washington también dijo que, dado que el suministro de vacunas para el pueblo estadounidense está asegurado, seguirá intensificando sus esfuerzos -trabajando con el sector privado y todos los socios posibles- para ampliar la fabricación y distribución de vacunas y aumentar las materias primas necesarias para producirlas.
La reacción del gobierno Argentino
El gobierno del Estado Nacional festejó y reconoció la decisión adoptada por el gobierno estadounidense, el presidente Alberto Fernández a través de su cuenta oficial de Twitter escribió: “Celebro que el gobierno de @JoeBiden apoye la suspensión de las patentes de las vacunas contra el covid-19.
Las vacunas no se han distribuido de forma equitativa en un mundo en el que ganan unos pocos y pierden millones. Todos y todas deben poder acceder a la salud”.
Y el mandatario rescató un fragmento de su participación en el G20 México en el cual declaraba que las vacunas debian ser un bien público global. “Reitero nuestro compromiso con promover un sistema efectivo de concesión de licencias que reconozca las patentes, pero que garantice la oferta global de vacunas”.
En tanto el Canciller Felipe Solá por la red social remarcó: “La Argentina recibe con alegría el respaldo del gobierno de Joe Biden a la suspensión de las patentes de las vacunas contra el Covid. Implica una gran posibilidad de aumento de la producción. Muchos países podrán verse liberados de esa limitación”.
La oposición a la decisión de Biden
Los fabricantes de medicamentos y otras personas que se oponen a la medida afirman que las exenciones sabotean las enormes inversiones de las empresas en el desarrollo de medicamentos y vacunas, que se ven compensadas por su capacidad de fijar el precio de los productos de su propiedad exclusiva. Normalmente, las patentes recompensan a las empresas farmacéuticas protegiendo sus inventos de la competencia de los genéricos durante un tiempo limitado: las patentes estadounidenses de medicamentos suelen durar 20 años.
Las empresas farmacéuticas no son las únicas que se oponen a la medida. En una entrevista realizada el 25 de abril en Sky News, el filántropo de la salud mundial y cofundador de Microsoft, Bill Gates, se mostró en contra de las exenciones de propiedad intelectual, afirmando que los fabricantes de genéricos no podrían aumentar la producción rápidamente y que la calidad de las vacunas podría verse comprometida. Una declaración publicada por el grupo de la industria, Pharmaceutical Research and Manufacturers of America (PhRMA), tras el anuncio de la exención, se hace eco de todos estos puntos, diciendo: “La Administración Biden ha dado un paso sin precedentes que socavará nuestra respuesta global a la pandemia y comprometerá la seguridad”.
“Es un 1-2-3”, explica Rachel Cohen, directora en Estados Unidos de la iniciativa de la organización sin ánimo de lucro Drugs and Neglected Diseases, con sede en Nueva York. “Primero hay que eliminar los obstáculos de las patentes, segundo hay que transferir los conocimientos sobre cómo fabricarlos, y el tercer paso es una inversión masiva en capacidad de fabricación”.
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