El modelo bajo la lupa

El 8 de Septiembre de 2020, en un acto multitudinario,  el presidente Xi Jinping premió a más de 1.500 individuos y organizaciones que colaboraron en la lucha contra el COVID-19, en el marco de la celebración por la “victoria del pueblo chino”  sobre el virus. Más allá de las acusaciones realizadas por Estados Unidos y sus aliados, respecto a la falta de transparencia y las responsabilidades del gobierno Chino ante el avance de la enfermedad por el mundo, es un hecho incuestionable que el modelo de respuesta del país asiatico ha demostrado una enorme eficacia. Desde el 1 de febrero de 2021 que los  aumentos de casos se registran apenas por decenas. 

¿Cuál es el secreto del éxito?, Bruce Aylward, líder de la misión de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en China, hace mención de 5 políticas clave: La restricción “estricta” de movimientos en Wuhan (epicentro del brote), los cierres de fábricas y la reanudación ordenada de la producción, el uso de datos para encontrar cada foco, un tratamiento científico “muy ágil” y la construcción de hospitales especializados en la lucha contra el COVID-19.

Muchos analistas coinciden en que este modelo propuesto no se diferencia a otros que no han tenido el mismo éxito, y agregan dos elementos diferenciadores tales como una gran disponibilidad de recursos y un esquema represivo que facilita las tareas de control y el acatamiento de las medidas.

En este punto, se podría afirmar que replicar este modelo implicaría un alto costo tanto político como económico a tal punto que en algunos países sería inaplicable. Sin embargo, este pensamiento no deja de ser un  fruto del reduccionismo hacia el esquema de respuesta Chino. Si bien es cierto que la gran disponibilidad de recursos tuvo una enorme implicancia en la producción de insumos básicos y la aplicación de tecnología puesta al servicio de los cuidados, y que a su vez el esquema de control de China facilita en gran medida el acatamiento de las medidas; el factor clave para el éxito fue la coordinación y la severidad en las intervenciones. 

De hecho, el documento “Luchando contra la COVID-19: China en acción” emitido por la Oficina de Información Consejo de Estado en el mes de Junio de 2020 con el fin de comunicar los esfuerzos del país contra el virus, hace un claro hincapié en que “China ha establecido un sistema eficiente bajo el cual las autoridades centrales ejercen el mando general, mientras que las autoridades locales y todos los sectores siguen el liderazgo y las instrucciones de las autoridades centrales, realizan sus respectivos deberes, y cooperan entre sí”, y además que se ha establecido un estricto sistema de prevención y control que involucra a todos los sectores de la sociedad.

Para contener la propagación de la enfermedad, se tomaron todo tipo de medidas, incluida la construcción de una línea de defensa comunitaria, la ruptura de las cadenas de transmisión mediante una intervención temprana y el fortalecimiento de las salvaguardias legales para la prevención y el control de epidemias”.  A este punto Bruce Ayward agrega que: “Ha sido la aplicación de lo que algunos estiman como normas básicas y viejas de salud pública con un rigor nunca antes vista en la historia. Básicamente lo que han hecho es encontrar los casos de contagio, los han aislado y han aplicado limitaciones de movimiento”.

En vistas de todo lo expuesto, cabe preguntarnos: ¿Es replicable el modelo de acción Chino en otros países? Si apelamos a un sentido literal, efectivamente no, dado que la capacidad de recursos y las estructuras políticas no lo permitirían. No obstante, tal como lo mencionamos anteriormente, apelar a ese sentido literal es un reduccionismo y no permite observar los ejes clave que llevaron al éxito de las medidas. Siguiendo entonces esta visión más abarcativa, podemos afirmar que si. De hecho, distintos países de Europa como Francia y España han replicado modelos de control calle a calle, realizando estrictos cierres de barrios y ciudades.

¿Es replicable este modelo en Latinoamérica?

Es cierto que la construcción de hospitales de alta complejidad y la instalación de dispositivos masivos de prestación de servicios básicos que den lugar a cuarentenas totales parecen ubicarse en un horizonte lejano, pero es posible replicar en diferentes niveles los elementos que dieron lugar al éxito del modelo chino: coordinación y la severidad en las intervenciones.

Comencemos entonces por el segundo elemento, la severidad. En este punto cabe decir que algunos países como Argentina han aplicado cuarentenas severas a nivel general, no obstante lejos están de las características esenciales del modelo del país asiatico: Cuarentenas estrictas pero focalizadas que faciliten el control y simplificaciones en la prestación de servicios esenciales. En este sentido, el gobierno Chino desarrolló diferentes políticas muy simples pero efectivas. En primer lugar, el desarrollo de una serie de plataformas digitales médicas orientadas a reducir la cantidad de pacientes en los hospitales, mejorar los sistemas de contención y prevenir los aglutinamientos. En segundo lugar, la generación de un semáforo epidemiológico con un enfoque personal y sustentado en una app. Por medio de un formulario diario donde, a partir de diferentes datos suministrados, un software categoriza a los usarios siguiendo el esquema de rojo, amarillo y verde (sistema semaforo).  Si un vecino, compañero de trabajo o familiar salía rojo, se le negaba el acceso laboral y se lo hacía  sostener una cuarentena.

Estas medidas en sintonía con las ya aplicadas en gran parte de los países Latinoamericanos tales como el cierre de actividades no esenciales y de lugares con alta circulación como estaciones del tren y sistemas de control de temperatura en espacios públicos, lograron generar un alto nivel de severidad en las medidas que derivaron en los altos niveles de eficacia vistos en el país asiatico.

Pasemos entonces al primer elemento, la coordinación. Este quizás sea el más difícil de replicar dadas las distintas implicancias políticas en los países de la región. Desde grandes desacuerdos entre gobierno y oposición, hasta altos índices de conflicto social. No obstante, si analizamos las aristas del modelo Chino denotaremos que su ejecución puede ser más simple de lo que pueden plantear los análisis preliminares. Entonces, ¿cuáles son las características del modelo que dieron lugar a altos índices de coordinación comunitaria? En esencia son tres: Una gran colaboración del sector privado en la aplicación de protocolos internos, la movilización de voluntarios y el entrecruzamiento de datos, en este caso por parte del Ministerio de Sanidad, Transporte y policía.

Si tenemos en cuenta estos tres elementos, podremos denotar que las implicaciones políticas no representan mayores complicaciones. La coordinación entre las esferas política y pública ya se dan en la actualidad con gran dinamismo, sin embargo la aplicación de plataformas digitales como las ya mencionadas anteriormente y una mayor ingerencia de los gobiernos municipales con mesas de enlace locales pueden optimizar este vínculo aún más y generar estándares similares a los del país asiatico sin necesidad de recaer en políticas de carácter controversial.

Por otro lado, en lo que respecta a la movilización de voluntarios, cabe destacar que el continente Latinoamericano posee uno de los niveles de asociatividad más grandes del mundo (Incluso más que en China si tenemos en cuenta investigaciones tales como las de Jude Howell). Por lo que se puede deducir que este punto no implicaría mayores inconvenientes, el desafío está en realidad en lograr coordinar y localizar a estos actores. Por ejemplo, Argentina no posee un registro fehaciente de las organizaciones presentes en el territorio dado que la gran mayoría de estas actúa en la informalidad. 

Finalmente en lo que respecta al entrecruzamiento de datos, este punto no debería presentar mayores complicaciones dado que se trata de sectores propios de la  administración y no de cargos políticos. No obstante, es un hecho que las tensiones entre oficialismo y oposición pueden derivar en ciertas incongruencias entre los diferentes sectores gubernamentales. Tal como sucedió en Brasil donde algunos alcaldes y gobernadores presentaron posiciones divergentes a la del gobierno central en cuanto a la aplicación de restricciones. Sin embargo, esta complicación puede ser solventada por medio de la formulación de distintos acuerdos básicos o comunes y de continuas mesas de enlace en diferentes ámbitos. Ejemplos de esto son el caso de Argentina, Chile y Uruguay, donde las tensiones se disminuyeron significativamente logrando generar políticas trascendentes a los partidos políticos. 

Frente a todo lo expuesto, podemos concluir  que el modelo Chino, si bien controvertido y cuestionado por muchos (Incluidos expertos y mandatarios), ha resultado extremadamente efectivo ¿Es replicable como tal? ¿Es ético aplicar algo similar en un país como la Argentina? Sin dudas son preguntas con diversas respuestas, pero cabe recalcar que teniendo en cuenta las dinámicas actuales y las nuevas variantes de la enfermedad en la región, más allá de la controversia, el modelo aplicado en China tiene mucho de lo que podemos aprender. Sobre todo hoy, habiendo tantas vidas en riesgo.

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Juan Cruz Linari
Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por la Universidad Austral. Co-Fundador de Raíces Democráticas. Investigador en cuestiones relativas a las políticas publicas, Democracia y asuntos estratégicos.

1 COMENTARIO

  1. En China la voluntad no es del ciudadano, es una masa que obedece al poder, por las buenas o por las malas, o directamente por las malas. Si, es una forma de tener éxito.

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