Durante octubre del 2019, se comenzaron a desatar a lo largo y ancho de todo el territorio iraquí una serie de protestas contra la corrupción y el gobierno en general, exigiendo el derrocamiento del orden posterior a 2003. Estas, tuvieron como protagonistas a los jóvenes y sus líderes recibieron ataques y amenazas por parte de los grupos pro Irán que existen en la región, por lo que muchos han tenido que huir y otros han sido asesinados.
Muchos de los activistas que participaron del movimiento de protesta, han sido perseguidos y asesinados y otros han tenido que huir del país y esconderse.
Uno de ellos es Mustafa Makki Karim, joven de 24 años, quien decidió huir a Erbil, la capital de la región semiautónoma del Kurdistán iraquí en búsqueda de seguridad para él y su familia, luego de ser perseguido y enfrentado por las milicias chiíes.
“Las milicias han pedido mi muerte. No hay forma de que pueda regresar a ninguna ciudad iraquí fuera de Kurdistán”, dijo a Arab News. “No tengo ningún futuro aquí en Irak. Todas las milicias me persiguen”
Estas milicias han desplegado diversas estrategias, entre las que se encuentra el uso de sus poderes paramilitares y los medios de comunicación para desprestigiar el movimiento de protesta, con el objetivo de mantener el dominio que poseen en Irak.
A su vez, el gobierno de Teherán también despliega tácticas con el fin de sofocar estas protestas, a través de una campaña de represión e intimidación contra los manifestantes.
Sin embargo, los activistas consiguieron un éxito inicial que luego fue perdiendo peso. Lograron la renuncia del entonces primer ministro (Adel Abdul-Mahdi), pero el movimiento se fue fragmentando tanto por la falta de liderazgo claro como por la fuerte represión. Con la pandemia por COVID, este movimiento ha desaparecido.
Ahmed Latif Taher es otro joven que huyó a la región del Kurdistán. “Sabemos que el gobierno y las milicias son lo mismo” sostiene. Propone que la comunidad internacional presione al régimen iraní para lograr el cese de sus actividades extraterritoriales en Irak, con el fin de evitar una lucha frontal que desemboque en una guerra civil como la que existe en Siria.
“Tienen suficientes armas para exterminar a la gente. Matarían para mantenerse en el poder. Necesitamos una intervención de la ONU para presionar a Irán para que retire sus manos de la región” dijo.
Las milicias apoyadas por Irán, junto con la elite gobernante de Irak que no tiene intenciones de ceder el dominio sobre el poder, han logrado minar la ola de revueltas y sus activistas han sido asesinados u obligados a huir a lugares seguros, sin haber dado respuesta a ninguna de sus quejas.
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