En esta nueva entrega del Ciclo “Consensos en la Política Exterior” tenemos el agrado de compartir la entrevista que le hicimos a Gino Pauselli. Él es candidato a Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos), Magíster en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de San Andrés. Ha participado en el Instituto de Políticas Públicas del Mercosur y en el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. Asimismo, ha obtenido una beca “Fullbright” para realizar sus estudios de posgrado en Estados Unidos. También fue docente de las materias “Teoría de las Relaciones Internacionales” en la Universidad de San Andrés y “Política Internacional” en el Instituto del Servicio Exterior de la Nación. Se especializa en el estudio de la promoción de los Derechos Humanos, cooperación al desarrollo y política exterior.
Pauselli expone que nuestra política exterior actual muestra signos de cortoplacismo, en donde se entrechocan la gestión de la pandemia por COVID-19 con cuestiones domésticas de vital importancia que suelen empujar a la agenda de política exterior en un segundo plano. A nivel de prioridades, la generación de divisas es fundamental.
Dentro de la dinámica bipolar actual entre EE.UU. y China, el entrevistado considera que el mejor curso de acción a seguir será aquel que maximice algo. El objetivo a maximizar será una decisión política que definirá el acercamiento a una de las dos partes. Sin embargo, este acercamiento no rompe con lo que él destaca como la tradición pragmática de nuestra política exterior y su posición neutral constante en el tiempo.
A nivel regional, él remarca como prioridad la necesidad de combinar la seguridad sanitaria de los Estados con la necesidad de mantener a flote la actividad económica que en numerosos casos depende de la dinámica y fluidez de los flujos fronterizos.
Según el entrevistado, las oportunidades de asociación con nuevos actores están por todo el mundo, aunque la incertidumbre se da alrededor de si estos Estados hoy en auge se mantendrán de igual manera a futuro. A nivel multilateral, considera que el rol de Argentina en estos foros es importante en tanto y en cuanto este se traduzca en beneficios para nuestro país, los cuales pueden ser tanto económicos como reputacionales. A su vez, destaca como una iniciativa de alto interés la posibilidad de que la Cooperación Sur-Sur se formalice a nivel institucional.
A continuación, la entrevista completa:
Escenario Mundial – En su consideración, ¿cómo mira actualmente la Argentina al mundo? ¿Cuáles son los principales ejes que están moldeando la Política Exterior del Estado?
Gino Pauselli – Primero, no sé a ciencia cierta la respuesta, en especial porque no estoy dentro de la toma de decisiones en el país. Desde afuera lo que veo es a corto plazo, la pandemia se mira muy poco afuera del mundo porque hay cuestiones domésticas mucho más importantes que solucionar entonces la agenda internacional, la agenda de política exterior pasa a un segundo plano, que tampoco significa que antes haya sido prioridad o lo vaya a ser en el futuro pero hoy menos que nunca.
la pandemia se mira muy poco afuera del mundo porque hay cuestiones domésticas mucho más importantes que solucionar entonces la agenda internacional, la agenda de política exterior pasa a un segundo plano, que tampoco significa que antes haya sido prioridad o lo vaya a ser en el futuro pero hoy menos que nunca.
Gino Pauselli
En términos de prioridades, creo que una de las prioridades ya se venía gestando en la gestión anterior y parecía ser una de las prioridades también de esta gestión antes de todo el tema de la pandemia, es la generación de divisas. De qué formas se puede generar divisas y esto puede tener distintas caras: una puede tener que ver con financiamiento, en términos de préstamos; otra tiene que ver con inversiones, o sea ingreso de divisas por parte de privados. Inversiones, que eso suele ser bastante atractivo porque genera capacidad productiva en el país, no sólo ingresan divisas sino también generan capacidad productiva, que puede terminar en generación de empleo, competitividad, etc.
Tiene el riesgo de que después sea a futuro una puerta de drenaje de divisas: entran inversores, pero en algún momento los inversores si son extranjeros quieren llevarse las ganancias y eso implica que se drenen divisas. Como también contracara del financiamiento vía préstamos que en algún momento tenés que pagar intereses y los intereses pueden ser variables.
Una tercera es exportaciones, vía exportaciones también se pueden generar divisas, y similar a las inversiones genera trabajo muchas veces. El problema con las exportaciones es que es algo que cualquier gobierno puede controlar menos que cualquiera de las otras cosas. Los préstamos uno va pide negocia y consigue el préstamo. Las exportaciones no es que va y le pone un arma en el cuello a los consumidores del exterior para decirle “comprame esto”; tiene que ver con capacidades instaladas hace mucho tiempo de distintas economías, distintos sectores que pueden ser competitivos o no y depende de muchas cuestiones del mundo externo si la Argentina es competitiva o no. Creo que eso me parece la prioridad en términos de política exterior de los países desde la Argentina hoy.
EM – ¿Cómo afecta al posicionamiento argentino con y para el mundo la pandemia y la crisis generalizada por el Coronavirus? ¿Qué escenarios a futuro se deberían preponderar?
GP – No estoy seguro que afecte en algún sentido, ni para bien ni para mal. Me han preguntado en otros momentos cómo afectaba la imagen del país que haya pocos testeos, que los datos sobre testeos y casos confirmados no sean creíbles. En un momento una página web que agrupaba los datos de las estadísticas de Coronavirus de todo el mundo había sacado a la Argentina porque decía que los datos no eran confiables, salió en los medios y justo alguien me había preguntado cómo afectaba al país.
Yo no creo que afecte para nada porque la gente no está tomando decisiones en especial en términos de política exterior en base a si hiciste un buen trabajo con la pandemia o no. El día de mañana que necesitamos comprar cosas baratas no vamos a pensar “ah, pero en China se generó el virus”. Son decisiones que pueden haber mejorado o empeorado la imagen de China, pero eso no va a afectar eso. La situación sanitaria de Brasil es muy complicada y es muy criticada en la Argentina pero el día de mañana que se negocie si nos quedamos o no en el MERCOSUR, eso no creo que sea una cuestión que importa para tomar decisiones.
Lo mismo pensando en cómo los países toman decisiones respecto a la Argentina, lo que suceda con el Coronavirus no sé cuánto va a afectar el día de mañana el posicionamiento de Argentina. Creo que el posicionamiento de Argentina pasa por otros lados, pero bueno puedo estar equivocado. Todavía estamos en un escenario con mucha incertidumbre y hay que ver cómo se sale de esto y cómo la gente ve después en el futuro estos momentos que estamos viviendo ahora, cómo los recuerda, si con angustia y con la necesidad de culpabilizar a alguien.
lo que suceda con el Coronavirus no sé cuánto va a afectar el día de mañana el posicionamiento de Argentina.
Gino Pauselli
EM – En este contexto de bipolaridad emergente entre Estados Unidos y China, ¿qué actitud debería tomar la diplomacia argentina frente a este aparente cambio en el Sistema Internacional?
GP: Es una decisión política que depende de muchas cosas. La pregunta dice qué posición debería, hay como una búsqueda de cuál es el mejor curso de acción, y el mejor curso de acción implica que uno está maximizando algo, ¿no? Y acá yo creo que depende de que estás maximizando. Si estás maximizando política doméstica, digamos capacidad de reelección electoral, va a significar una cosa dependiendo de qué tipos de gobernantes tiene el país. Si estás maximizando la capacidad de proveer a tu población de mejores niveles de vida, veo una respuesta para China y E.E.U.U también dependiendo del tipo de modelo de desarrollo económico que tengan. Un modelo de desarrollo basado en cierta relevancia de la exportación de recursos primarios y de un fuerte rol del Estado, tal vez China sea un mejor socio. Un modelo de desarrollo con un modelo de exportador más competitivo que dependa del sector agropecuario pero también de cadenas productivas de valor a nivel global, E.E.U.U puede llegar a ser un buen socio.
Después en otro plano también hay cuestiones de seguridad, si uno quiere maximizar la seguridad de la Argentina, lo que eso signifique, porque no creo que la Argentina tenga grandes desafíos con su seguridad externa, pero bueno, pueden significar distintas cosas. Uno puede maximizar cuestiones de reputación, de imagen internacional, que puede significar también otras cosas. Si se quiere ver cómo maximizar la idea de un país occidental, protector de los derechos humanos y democrático, eso no va muy en sintonía con ser un socio clave de China. Si uno quiere ver a la Argentina como abanderado del sur global, de países que han sido colonizados y que tienen muchos más desafíos para su desarrollo, tal vez tiene mucho más sentido tenerlo a China como socio.
La respuesta es no sé y depende de lo que uno esté intentando maximizar, y eso es un poco la decisión de los políticos. Cuando los políticos llegan al poder deciden maximizar algo y en base a eso tiene más sentido acercarse a China o a E.E.U.U, no creo que haya una respuesta de claramente conviene esto o conviene lo otro. Yo creo que quien dice claramente conviene acercarnos a E.E.U.U, claramente conviene acercarnos a China, tiene en su mente una idea de qué es lo que hay que priorizar, y teniendo eso como objetivo puede tener sentido, pero no hay que olvidarse que también hay otras cosas que se pueden priorizar y no se puede priorizar todo, aunque todo sea considerado importante.
Históricamente la Argentina hace todo lo que se llama la doctrina de Juan Bautista Alberdi, la doctrina alberdiana, que es básicamente tener una política exterior comercial, una política exterior que sirve a intereses comerciales y eso significa que lo que hay que priorizar es la capacidad de poder comerciar lo máximo posible. Era lo que proponía Alberdi en su momento y se ha seguido bastante, no necesariamente pensando en Alberdi, no porque los cancilleres, los presidentes hayan leído a Alberdi y tengan esto en la cabeza, pero la conducta en la Argentina por más o menos siglo y medio siguió eso y esa fue un poco la posición que se tomó en la Segunda Guerra Mundial.
Históricamente la Argentina hace todo lo que se llama la doctrina de Juan Bautista Alberdi, la doctrina alberdiana, que es básicamente tener una política exterior comercial, una política exterior que sirve a intereses comerciales y eso significa que lo que hay que priorizar es la capacidad de poder comerciar lo máximo posible
Gino Pauselli
Alberdi otra de las cosas que decía era además eso hay que priorizar por sobre alianzas políticas y militares, entonces la Argentina no debe priorizar alianzas o posicionamientos a nivel internacional porque eso restringe la capacidad de acción y de comerciar con otros. Básicamente lo que él abogaba era una posición neutral siempre, y eso fue muy claro en la Segunda Guerra Mundial que el país decidió no tirarse por ninguno de los lados porque priorizaba intentar buscar comerciar y sacar provecho de la situación. Durante la Guerra Fría fue bastante claro aunque la Argentina tenía una preferencia muy clara por occidente y anticomunista, pero de todas formas si había una oportunidad de venderle granos a la U.R.S.S, buenísimo y nos olvidamos de todo lo que pueda tener que ver con el comunismo.
Entonces, tradicionalmente ha habido una visión muy pragmática del posicionamiento de la Argentina a nivel internacional, durante incluso la última década que se puede caracterizar como una política exterior muy ideologizada, con ciertos posicionamientos claros. Por fuera de lo que ha sido cubierto mediáticamente, ha habido situaciones en donde claramente Argentina priorizaba sus intereses comerciales por posicionamientos ideológicos. E.E.U.U siempre presionó mucho, ha tenido una preferencia muy clara por el combate contra el terrorismo, que ha sido muy criticado por las consecuencias que puede tener en los derechos humanos, y la Argentina en 2010 durante el gobierno del Frente Para la Victoria sancionó la ley antiterrorrismo, muy influida por esta preferencia de E.E.U.U. Siempre ha mantenido una posición alineada con E.E.U.U, pero no ideológicamente porque eso le permitía vender por ejemplo explotar su capacidad de energía nuclear, y la Argentina ha vendido un reactor de energía nuclear a Australia, que ha salido muchísimos millones de dólares, ha sido un ingreso importante comercial del país en su momento.
tradicionalmente ha habido una visión muy pragmática del posicionamiento de la Argentina a nivel internacional, durante incluso la última década que se puede caracterizar como una política exterior muy ideologizada, con ciertos posicionamientos claros.
Gino Pauselli
Me puede gustar o no esto de la lucha contra el terrorismo, pero esto me permite vender, explotar mi capacidad productiva de energía nuclear así que vamos por acá. Más allá de lo que había dicho antes, creo que hay que tener en cuenta que hay una tradición en general de ser pragmáticos. También se lo ha visto en el gobierno de Cambiemos, que en términos de cómo se lo caracteriza, y cómo se lo diferenciaba del gobierno de Frente para la Victoria, era obviamente mucho más alineado a E.E.U.U, un discurso más de “tenemos que volver al mundo”, alinearse más a Occidente, pero en la práctica hubo muchísimos acercamientos a potencias emergentes, y similares o más que el gobierno anterior.
EM – Y con respecto a los países de la región sudamericana, ¿qué evaluación se podría hacer de la relación entre Argentina y la región, y qué ejes prioritarios, a su criterio, debería sostener nuestro país con estos países?
GP – De nuevo depende de cuándo estemos hablando. Durante la pandemia es una cosa y post pandemia será otra cosa. Durante la pandemia obviamente es la cooperación sanitaria y fronteriza, que es súper importante. No porque considere que la transmisión del virus se da vía los viajes internacionales, no sucede eso. Es mucho más riesgosa la circulación comunitaria que la internacional o importada. Muchas economías de los países dependen de una economía fronteriza, de un intercambio fronterizo, de una vida fronteriza muy abierta, que hoy en día está cerrada.
Yo creo que la prioridad hoy en día, en tiempos de pandemia, es pensar cómo combinar la seguridad sanitaria y la demanda que tienen las sociedades de que los gobiernos muestren que están haciendo algo. Entonces imponer restricciones fronterizas responde más a eso, a una demanda de algo que evidencie que realmente funcione, cómo compatibilizar eso con la necesidad de mantener a flote la actividad económica que en estos lugares depende mucho de cierta fluidez entre los flujos de las fronteras.
Post pandemia hay que ver como quedan los países después de esto. Algunos países, sospecho, que la crisis económica que generó la pandemia y las decisiones que se tomaron alrededor de combatir la pandemia van a dejar ciertas heridas, o algunas cuestiones abiertas que muchas veces se van a intentar resolver vía la política, que puede llegar a generar ciertos conflictos o inestabilidades.
No sabría decir dónde. Nadie sabría decir dónde. Lo que pasó en Chile o en Ecuador en 2019 agarró a todos por sorpresa, no es algo que uno pueda predecir. Pero creo que esto es una de las prioridades que puede tener la Argentina con respecto a la región, de cómo gestionar esto, y si no sucede caso así, probablemente sea cómo gestionar la crisis venezolana, que no creo que se vaya a solucionar post pandemia y es algo que va a seguir afectando a todos los países de la región y es muy complejo para resolverlo hoy.
EM – Saliendo de los ejes tradicionales de Política Exterior Argentina (Brasil, EE.UU., China o la UE), ¿en qué otros espacios geográficos existen oportunidades para nuestro país?
GP – Creo que todo el mundo es un mundo de oportunidades, a diferencia de algunas posturas que ven al mundo como una fuente de amenazas. Incluso hay varios paradigmas de las relaciones internacionales que entienden o tienen como supuesto a lo externo como fuente potencial de amenazas. Yo lo que veo es que eso existe, pero cualquier cosa es una fuente potencial de amenazas. Salir a la calle es una fuente potencial de amenaza, te puede pasar un auto encima, subirte a un avión, pero las personas no viven con eso en la cabeza. En general vive con una idea de cuáles son las fuentes de oportunidades que hay de salir a la calle.
Creo que todo el mundo es un mundo de oportunidades, a diferencia de algunas posturas que ven al mundo como una fuente de amenazas.
Gino Pauselli
Creo que el mundo es así también: el mundo es un mundo de oportunidades. La cuestión es cómo explotarlas y qué oportunidades van a redituar más y a largo plazo. Acá hay dos cosas que van en distintos sentidos: una, las regiones diarias que son claramente atractivas hoy en día, que pueden ser grandes mercados o mercados desarrollados, que hoy en día demandan los productos que nosotros podemos vender. Eso es como la decisión fácil en el momento, porque sabemos que ahora es una gran oportunidad, por ejemplo pensando en Europa o Japón. El tema es que a futuro no sabemos si va a continuar así, y en segundo lugar, probablemente es una oportunidad para todos, entonces es mucho más competitivo explotar esas oportunidades.
Después están otras áreas u otras regiones que son menos atractivas hoy en día, pero tienen mucho potencial a futuro, aunque también por el riesgo, porque pueden ser atractivas para el futuro pero nada está escrito de que realmente lo vayan a ser. Y estoy pensando en el África Subsahariana, en el Medio Oriente en parte y en Asia del Sur, donde hay mercados muy grandes, hoy en día tienen niveles de desarrollo más bajo, pero por la tasa de natalidad, las tasas demográficas que tienen y las proyecciones a futuro, van a ser mercados atractivos, como todavía no hay penetración de la mayorías de los países en esos lugares, ser uno de los primeros (algunos ya están, pero no todo el mundo está tratando de entrar o de generar relaciones diplomáticas más estrechas), es en algún sentido mucho más fácil, pero no necesariamente a futuro estos países se van a convertir en lo que las proyecciones dicen, puede que haya una guerra civil, puede haber un cambio tecnológico que cambie absolutamente todo, puede haber una transición demográfica distinta.
Lo que sucedió en Japón, que obviamente iba a ser la gran potencia, después empezó a estancarse y después hubo una transición demográfica muy importante, y ahora está perdiendo población, y a futuro no es el primero. Y estas cosas van cambiando, entonces uno no sabe. Hoy en día uno puede decir que India va a ser el país más poblado del mundo, hay mucho para hacer y es un mercado súper atractivo, pero si de un día para el otro hay una guerra civil entre hindúes y musulmanes o con Pakistán, el país entra en caos y no va a ser más un mercado atractivo. Así que, ¿qué otras regiones debería priorizar la Argentina? No lo sé, creo que ahí hay una decisión política de bueno a donde queremos apuntar, hay una apuesta. El Frente para la Victoria había apostado por Medio Oriente, y el comercio con Medio Oriente había crecido muchísimo en esos años y salió bastante bien, pero bueno, puede haber otra primavera árabe.
EM – Yendo al ámbito de la participación internacional en foros y organismos internacionales, ¿qué desafíos y oportunidades se pueden marcar del rol de la Argentina en estos espacios multilaterales?
GP: Uno puede resaltar para los medios o para la gente que se le infle el pecho y sienta que su país es importante, entre un montón de situaciones del estilo. Hay un argentino al frente de la organización internacional de la energía atómica y hasta hace poco una argentina fue candidata a Secretaria General de las Naciones Unidas, estando muy cerca, teniendo solamente un veto de los países permanentes (y nadie más tuvo solo un veto, la mayoría de los otros candidatos tuvo más de un veto). Eso sale en los medios y mi tía, mis compañeros de secundaria que no estudiaron Relaciones Internacionales dicen “Ah, mirá qué bueno”. Pero después como analista digo “¿Y esto para qué sirve?”.
Yo soy un poco de la posición de que ese tipo de actos no sirve para nada. Sirve en tanto nos habilite a hacer ciertas cosas que son prioridad para la política exterior argentina. ¿Cuáles son esas? El argentino que está en la organización de la energía atómica, ¿abre negocios para el país? Claramente no, porque su función no le debería permitir hacer eso. Entonces para mí lo relevante del rol de Argentina en foros multilaterales es cuando incrementa la probabilidad del país de capturar algunos beneficios, que no necesariamente tienen que ser económicos. Uno puede hablar de reputacionales, pero cuando habla de reputación no es para que se le infle el pecho a mi tía, sino que eso después se pueda traducir en una capacidad de negociación en algo clave para el país.
Uno puede hablar del rol que puede tener la Argentina con las negociaciones con las rondas comerciales de la OMC, que seguramente lo habrás hablado con Juli [Zelikovich], que está súper estancada. En los foros de Derechos Humanos, como el Consejo de Derechos Humanos, la Argentina podría tener un rol mucho más importante, que no lo puede tener, pero supo tener en su pasado y que va acorde con uno de los pocos activos de poder blando que tiene el país a nivel internacional.
Ser líder y ser primero en tal cosa no te dice que es algo genial y se puede traducir en algún beneficio, eso es titular del diario y para que se le infle el pecho a algún ciudadano. Pero si eso después se traduce en que puedas tener mayor poder de convocatoria en ciertas negociaciones o que te abra diálogos con otros potenciales socios. Empezás a dialogar en materia de Derechos Humanos, pero si te permite que haya más redes de burócratas (cuando hablo de burócratas no hablo de gente sellando cosas en un escritorio, sino en diplomáticos, gente de la burocracia del país, que trabaje con sus pares de otros países), entonces es útil.
Muchas veces ser líder en algunas áreas particulares te permite generar esas redes que después se pueden llegar a traducir potencialmente en otras agendas. Un ejemplo muy claro es la Cooperación Sur-Sur, que es la cooperación al desarrollo entre países del sur. Como son países del sur en vías de desarrollo, no tienen tantos recursos como el norte para desembolsar millones de dólares en proyectos de desarrollo. Entonces lo que hacen es lo que se llama “cooperación técnica”: mandan a médicos, contadores, y gente que tiene cierto know how para implementarlo y compartirlo con otros países que tienen demanda de eso.
La Argentina es bastante activa en esto en América Latina, no tanto en el resto del mundo. Y el costo es muy bajo, muchas veces se pone a disposición para la Cooperación Sur-Sur recursos que son ociosos hoy en día, que tienen un gran know how de experiencia, pero que es difícil trabajar mucho en el pasado porque actualmente no se representa tanto. Y eso lo que ha posibilitado en el pasado es diálogos muy estrechos con embajadas, que son las primeras que empiezan las conversaciones para pensar estos proyectos de Cooperación Sur-Sur y después con gente en el propio país que tal vez no tiene acceso a canales de diálogo internacional, pero que conoce bien las necesidades del país. Y eso abre un montón de oportunidades de reconocer “Bueno, este país necesita esto y necesita lo otro, y nosotros tenemos esto para ofrecer”.
Por fuera del Sur-Sur, se puede trasladar a otras arenas. Brasil ha sido muy hábil en esto, al implementar muchos proyectos de cooperación sur-sur de energía limpia en África, y lo que ha hecho después le ha vendido la maquinaria necesaria para liderar esa energía. No digo que eso es lo que hay que hacer, pero es una forma de cómo se traslada esto a otras.
Volviendo a los foros multilaterales, en Cooperación Sur-Sur no hay un fuero multilateral establecido en el que se hable de las formas en que se puede llevar a cabo esta cooperación. Los países han sido muy reacios a participar de la OCDE y del Comité de Ayuda al Desarrollo en donde los países occidentales del norte tienen muy aceitado esto, es decir, las normas de cómo dar cooperación al desarrollo y los estándares de cómo se tienen que manejar. Y en la Cooperación Sur-Sur no se ha dado eso, se ha rechazado mucho a la OCDE y hay una postura común de “no queremos reglas, no queremos normas”, pero eso también impide que se puedan explotar un montón de cosas. Creo que la Argentina si bien mantiene esa posición, estaría bueno que empuje por foros multilaterales que se puedan llevar a cabo estas conversaciones, que existen pero no existen a nivel de adopción de normas.
EM – Considerando que la academia es un asesor natural de la gestión, ¿qué propuestas se le podría hacer a la misma en el marco de continuar, modificar o agregar alguna medida con respecto a la Política Exterior del país?
GP – En términos cortos, creo que la propuesta en sí depende de la demanda que tiene la política. La política va a tener siempre ciertos objetivos, que responden muchas veces a intereses políticos y a otros intereses (considerando que los intereses políticos responden a las demandas de la sociedad). No estoy tan seguro que la academia pueda necesariamente decirle a la política cuáles tienen que ser sus prioridades cuando la sociedad muchas veces se los dice. Lo que sí, una vez que la política tenga definidas las prioridades y diga “quiero hacer esto”, la academia sí puede cumplir un rol y no necesariamente en (que va más allá si la prioridad ya está definida o lo debería estar) si nos queremos acercar a tal país o queremos sacar tal acuerdo, eso ya está. Yo no creo que la academia tenga que decirle hay que negociar esto o hay que priorizar esto, eso lo va a definir la política. Aunque uno como académico tenga otras prioridades, pero esas prioridades que tiene uno como académico muchas veces tienen que ver con su rol como ciudadano y canaliza esas demandas por otros lados.
Ahora para mí el rol clave de la academia es el ofrecer cuerpos técnicos que puedan evaluar mejor los costos y beneficios o los desafíos que puedan tener distintos cursos de acción que lleven a lograr ese objetivo. Este objetivo se puede lograr de distintas formas y ahí es donde la academia puede tener un rol. Puede tener un rol en primero iluminar otro camino que la política no había pensado y de evaluar variables que pesan más que tienen estos costos, estos desafíos y estas probabilidades de que el objetivo realmente se materialice o se alcance.
En segundo lugar, que es mucho más indirecto, es en la formación de buenos cuerpos técnicos y eso requiere muchas veces estar más al día con respecto a lo que se produce en términos científicos y académicos en la disciplina en el resto del mundo y no ser tan endógeno en pensar que lo que se produce acá sirve para tener las respuestas que nosotros necesitamos. Muchas veces cosas que se producen afuera intentan dar respuesta a problemas más comunes que no son tan únicos de la Argentina.
Y por último, dar herramientas a actuales alumnos que el día de mañana sean asesores de la política para hacer este tipo de análisis, sobre todo herramientas metodológicas. Estoy convencido que las herramientas metodológicas no son únicamente para hacer buena ciencia, sino que sirve mucho para los que deciden tener y seguir un camino más profesional porque asesoran al político de forma mucho más sofisticada. Quien tiene que pensar en los costos políticos es el político, no el técnico. El técnico se lo contrata para otras cosas, idealmente. Muchas veces se confunde que uno como técnico tiene que estar pensando en el impacto electoral que puede tener algo y eso es responsabilidad del político y de su gente de comunicación. Si a uno lo contratan como analista de Relaciones Internacionales creo que debería estar viendo otras cosas y uno debería tener capacidad de valorar eso.
Estoy convencido que las herramientas metodológicas no son únicamente para hacer buena ciencia, sino que sirve mucho para los que deciden tener y seguir un camino más profesional porque asesoran al político de forma mucho más sofisticada
Gino Pauselli
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