En una nueva entrega del Ciclo “Consensos en la Política Exterior” en conjunto con Politólogos al Whisky, presentamos la entrevista a Esteban Actis. Esteban es Doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y se desempeña como docente e investigador en la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de esa universidad. Fue becario doctoral y posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Se especializa en el estudio de la política exterior de Brasil y Argentina, y en temas de economía política internacional. Junto a Nicolás Creus, publicó el libro “La disputa por el poder global: China contra Estados Unidos en la crisis de la pandemia” (2020).

El entrevistado explica que nuestro país hace una mala lectura del mundo, descontextualizada y dogmática, que lo lleva a malinterpretar sus márgenes de maniobra. Según Actis, la pandemia es reflejo del carácter entrópico del mundo, en donde la incertidumbre es moneda corriente. A su vez, reconoce que el COVID-19 expuso de manera directa las asimetrías de poder entre los Estados, reflejado hoy en día en la desigual distribución de las vacunas.

Además, analiza tres grandes variables al momento de definir la dinámica en las relaciones de nuestro país con las grandes potencias: una sistémica, caracterizada por la bipolaridad existente entre Estados Unidos y China, y en donde Argentina debe mantener una postura de “no alineamiento activo”; una regional, en donde nuestro país debe recuperar las buenas relaciones con sus vecinos y fomentar una política de gobernanza y cooperación conjunta a través del MERCOSUR y una posible recuperación de la UNASUR; y una variable nacional, definida por la necesidad de combinar la cohesión política, la institucionalidad democrática y el crecimiento económico.

A continuación, la entrevista completa:

Escenario Mundial – En su consideración, ¿cómo mira actualmente la Argentina al mundo? ¿Cuáles son los principales ejes que están moldeando la Política Exterior del Estado?

Esteban Actis – En relación a cómo mira Argentina al mundo, a mi entender se mira poco al mundo. En general en la clase dirigente argentina, la clase empresarial, en los distintos actores políticos argentinos tengo una visión bastante parroquialista, de comarca en relación a la Argentina. Hay una visión muy de las dinámicas y problemáticas locales, y generalmente se lo mira descontextualizado de lo que pasa en el mundo.

a mi entender se mira poco al mundo. En general en la clase dirigente argentina, la clase empresarial, en los distintos actores políticos argentinos tengo una visión bastante parroquialista, de comarca en relación a la Argentina. Hay una visión muy de las dinámicas y problemáticas locales, y generalmente se lo mira descontextualizado de lo que pasa en el mundo.

Y después cuando se mira el mundo también, lo que suele pasar es que son misiones bastantes ideologizadas, bastante dogmáticas donde o se mira un mundo que es una panacea llena de oportunidades, entonces hay una visión de una inserción acrítica y donde justamente esa inserción al mundo tiene significante vacío; o también hay visiones donde se ve al mundo como una amenaza, y lo que mejor llama es intentar justamente generar instrumentos protectores de esa amenaza que tiende a tener una política exterior más ensimismada.

Eso me parece que es una primera interpretación de cómo la Argentina ve el mundo y más específicamente también lo que suele pasar es que esta mala lectura del mundo, esta falta de una reflexión importante del mundo, ha llevado en los últimos años o a sobreestimar los márgenes de maniobra que tiene Argentina o subestimarlos. Ahí hay un error de calibración.

En los últimos años, sobre todo desde la vuelta a la redemocratización, no ha habido una buena lectura y una buena interpretación de cálculos en relación justamente a esa situación. 

EM – ¿Cómo afecta al posicionamiento argentino con y para el mundo la pandemia y la crisis generalizada por el Coronavirus? ¿Qué escenarios a futuro se deberían preponderar?

EA – Claramente la pandemia es un game changer, es un cambio de juego. La pandemia, para todo el mundo (ya sea para países en desarrollo como países desarrollados) jugó como un acontecimiento con impacto sistémico. En ese sentido, a la Argentina claramente le alteró, sobre todo al gobierno de Alberto Fernández que al poco tiempo de asumir tenía algún trazo de política exterior y, bueno, la pandemia alteró la inserción de Argentina en el mundo. Primero porque justamente tuvo que tener una política muy reactiva al escenario internacional con lo que fue la caída de la actividad global mundial, la caída en comercio y el contexto de renegociación de deuda de Argentina con los privados y los organismos multilaterales también estuvo impactado por la pandemia.

La pandemia ha sido un condicionante muy fuerte para la inserción internacional argentina y esto lo ha vivenciado todo el mundo. Claramente, la pandemia muestra el carácter entrópico del mundo, esta idea de Randall Schweller, que nos estamos moviendo de la era del orden a la era de la entropía, es decir, a una organización internacional mucho más caótica con mucha mayor incertidumbre, y todos los actores del sistema internacional (estatales y no estatales), se han visto condicionados, impactados y con difícil capacidad de maniobra ante ese escenario. 

La pandemia ha sido un condicionante muy fuerte para la inserción internacional argentina y esto lo ha vivenciado todo el mundo.

La pandemia también vino mostrar crudamente las asimetrías de poder a nivel intraestatal, no solamente entre los países desarrollados o las potencias y los países emergentes, sino también al interior de los países emergentes. Ya sea la capacidad de tener políticas contracíclicas, monetarias y fiscales para hacer frente a la pandemia. Y en ese sentido Argentina ante una situación de vulnerabilidad externa previa tuvo pocos instrumentos para hacer frente a la pandemia.

Y también  justamente algo que se está viendo es el nacionalismo de vacunas, en un escenario donde la vacuna como bien escaso no está siendo tratado como un bien público global, sino todo lo contrario como un bien escaso donde prima el nacionalismo y priman las relaciones de poder. La pandemia viene a desnudar la debilidad relativa de muchos países emergentes y en el caso de Argentina me parece muy claro.

EM – En este contexto de bipolaridad emergente entre Estados Unidos y China, ¿qué actitud debería tomar la diplomacia argentina frente a este aparente cambio en el Sistema Internacional?

EA – En relación a la bipolaridad emergente o la centralidad o el bilateralismo preponderante del vínculo Estados Unidos y China a nivel mundial, está claro que la Argentina como acción normativa o como hoja de ruta debe adoptar lo que se ha denominado como el “no alineamiento activo” o una política de “equidistancia” o “pivoteo”. Eso está claro desde la cuestión normativa, insisto, no hay nadie hoy en Argentina que plantee abiertamente si hay intereses solapados de actores que influyen que Argentina debe estar acoplado, alineado a uno de los dos países.

En relación a la bipolaridad emergente o la centralidad o el bilateralismo preponderante del vínculo Estados Unidos y China a nivel mundial, está claro que la Argentina como acción normativa o como hoja de ruta debe adoptar lo que se ha denominado como el “no alineamiento activo” o una política de “equidistancia” o “pivoteo”.

Esta bipolaridad, a diferencia de la Guerra Fría, parece que se está eligiendo no con bloques rígidos, sino donde los Estados están intentando generar alianzas flexibles e intentar no estar atados a una potencia porque los intereses son múltiples. El caso de Sudamérica y específicamente Argentina, es muy claro, donde hay intereses vitales tanto con China como con los Estados Unidos. Y a su vez  Argentina y Sudamérica en general a mi entender son son los países que tienen mayor dificultad en esta política de “equidistancia” y “pivoteo”, dado que tienen por un lado cada vez más intereses económicos-comerciales con China y la las vacunas han sido un claro ejemplo: la provisión de vacuna de América del Sur ha sido gracias, en gran parte, a las vacunas chinas; pero, por otro lado, forman parte del diseño estratégico de Estados Unidos: somos el patio trasero, más allá del último anillo de influencia en la región, formamos parte del diseño estratégico.

Entonces me parece que esa doble cuestión va a hacer que las políticas exteriores de los países sudamericanos, incluso Argentina, tengan mucho dolor de cabeza a la hora de gestionar este mundo de tensión entre las potencias, máxime si vamos a un escenario de rigidez del vínculo entre las potencias: a mayor rigidez en el vínculo, menor capacidad de pivotear y margen de maniobra pueden tener los países de la región.

Lo que me parece que tenemos que hacer los académicos y los que estamos pensando el escenario internacional es, no solamente decir cuál es la estrategia (que está claro cuál es), sino el cómo, y acá es mucho más difícil. Debemos salir de soluciones voluntaristas. Entonces, en ese sentido me parece que hay tres grandes variables que influyen en cómo la Argentina se va a poder manejar entre las potencias: la sistémica, es decir, si China y los Estados Unidos pueden avanzar hacia una sociedad de rivales donde el conflicto y la atención no opaquen áreas cooperativas y la tensión no escale a una idea de, como parece ser con la administración Biden, “alianzas de democracias versus el régimen autoritario chino”. Si ese es el esquema de rigidez, claramente es una muy mala noticia para Argentina.

Lo segundo es una variable regional, donde es indispensable que América Latina y América del Sur en particular vuelvan a tener una política de gobernanza y de cooperación regional muy fuerte que pueda ir en desmedro de esta atomización/fragmentación que la región está experimentando y donde el escenario pandémico se ha visto de manera muy elocuente. Es decir, para afrontar la debilidad y la asimetría relativa de cada uno de los países sudamericanos (Brasil inclusive) con las potencias, hay que justamente tener alguna coordinación de políticas públicas en distintos escenarios que permita una mayor capacidad negociadora. Sino las potencias cualquiera de ellas aplica  una lógica de “divide y reinarás” y ese es el peor escenario.

Y por último una variable nacional, y acá es lo que podemos llamar una idea de “estrategia de amortiguadores” que tiene que ver en cómo los países enfrentan con sus capacidades este contexto internacional y acá planteo dos escenarios. En primer lugar, cierta cohesión política y cierto grado de institucionalidad democrática, donde funcionan las instituciones democráticas. Esto lo vimos en 2019 en América del Sur sobretodo con los casos de Chile, Bolivia y Ecuador donde la polarización política y la lucha política fuera de los canales democráticos lleva a crisis de inestabilidad aguda institucionales y eso es un escenario pésimo para poder tener una gran estrategia externa.

En segundo lugar, volver a recuperar sendas de crecimiento sostenido. Es decir las debilidades macroeconómicas, las vulnerabilidades financieras externas que están en emergencia permanente también es un imposibilitador de poder tener ciertas capacidades mínimas resueltas para salir al mundo a intentar ganar margen de maniobra en la situación internacional actual. En el caso de Argentina, lo que hemos visto y  lo que hemos logrado, con las tensiones y con la grieta mediante, es mantener una funcionalidad de sistema político democratico institucional, pero en los últimos años hemos tenido cuatro recesiones en una década y, bueno, es muy difícil tener una política de autonomía o de reinscripciones externas si un Estado tiene cuatro recesiones en una década.

EM – Y con respecto a los países de la región sudamericana, ¿qué evaluación se podría hacer de la relación entre Argentina y la región, y qué ejes prioritarios, a su criterio, debería sostener nuestro país con estos países?

EA – Está claro que Sudamérica es nuestro primer círculo concéntrico es la inserción internacional. Es muy difícil pensar una inserción exitosa de Argentina en el mundo sin tener consolidado vínculos con nuestros vecinos y espacios de regionalismos, ya sea económicos o de contestación política. Y en ese sentido, desde la redemocratización los gobiernos argentinos han entendido esa premisa.

Lo que sí me parece que, a la par de consolidar y de volver a intensificar la alianza tradicional con Brasil, que está atravesando uno de los momentos más difíciles desde los principios de los noventa, la Argentina tiene que reeditar el ABC donde Chile se vuelve un actor clave, sobretodo por su salida al Pacífico. Creo que en términos políticos no solo el vínculo con Brasil debe ser prioritario, sino que también expandir esa mirada hacia Chile.

Lo que sí me parece que, a la par de consolidar y de volver a intensificar la alianza tradicional con Brasil, que está atravesando uno de los momentos más difíciles desde los principios de los noventa, la Argentina tiene que reeditar el ABC donde Chile se vuelve un actor clave, sobretodo por su salida al Pacífico.

En relación a la cuestión integración económica, la Argentina tiene que lograr revitalizar el MERCOSUR en un contexto híper complejo, donde debe intentar evitar la fractura del bloque, satisfacer las necesidades de sus socios, sobretodo de los más pequeños y con Brasil intentar reformular parte del MERCOSUR sobre todo el arancel externo común y la unión aduanera, para que siga siendo funcional a un modelo de desarrollo con la competitividad productiva, pero evitando la ruptura porque tanto la ruptura como una hiper flexibilización del bloque para Argentina es una muy mala noticia.

Y por último, me parece en esta idea de círculos concéntricos, a nivel sudamericano  nuevamente es imperioso reeditar una UNASUR 2.0, un espacio de diálogo sudamericano  que pueda convivir con distintas expresiones políticas e ideológicas en su interior, y la verdad que el contexto regional y mundial no ayuda, pero donde pueda haber una mesa de negociación al más alto nivel presidencial, donde la diplomacia presidencial sea importante y se puedan tratar temas de interés regional, como puede ser justamente la crisis por el COVID, el vínculo Estados Unidos-China o el cambio climático. Eso me parece fundamental.

EM – Saliendo de los ejes tradicionales de Política Exterior Argentina (Brasil, EE.UU., China o la UE), ¿en qué otros espacios geográficos existen oportunidades para nuestro país?

EA – La política exterior argentina en general tiene que comenzar a mirar hacia Asia Pacífico. El power shift que estamos experimentando de occidente a oriente obliga a calibrar las relaciones exteriores, nuestra diplomacia, nuestros discursos diplomáticos, donde una pequeña geografía del mundo se encuentra la mitad de población mundial y el 60% del PBI mundial. Me parece que la Argentina y sus relaciones económicas internacionales, por ende acompañada por la política exterior, tiene que tener una diplomacia de nicho, diplomacia comercial y mayor conocimiento de lo que está pasando en el Sudeste Asiático (países como China, India, Indonesia o Singapur).

Esa es una cuestión donde la política argentina tiene que salir de la visión occidental tradicional y empezar a mirar con mucha mayor estrategia y mayor capacidad de generar cierta influencia, sobre todo en lo comercial, en el Sudeste Asiático.

EM – Yendo al ámbito de la participación internacional en foros y organismos internacionales, ¿qué desafíos y oportunidades se pueden marcar del rol de la Argentina en estos espacios multilaterales?

EA – Me parece en este contexto actual de fragmentación regional, de rescisión geopolítica y de dificultad sistémica en relación al multilateralismo, y dado a las debilidades que plantea Argentina, lo que debe hacer Argentina es apostar por una mayor participación en la gobernanza técnica en el área internacional, es decir, en los distintos foros y organismos especializados de Naciones Unidas y otros foros donde se discuten cuestiones normativas, cuestiones estándares y cuestiones técnicas. Ahí es donde Argentina debe tener una mayor capacidad de voz y de intentar participar activamente de esos procesos.

Para poner un ejemplo, como pusimos con Bernabé Malacalza, en un artículo de “Nueva Sociedad”, es el momento de pensar menos en el “espíritu de bandung”, en una idea de un más política de multilateralismo, para pasar a una visión mucho más técnica del multilateralismo, en un “espíritu de ABACC plus”. Creo que hoy Argentina tiene los recursos y tiene a la expertise para desarrollar ese rol.

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Redacción
Equipo de redacción de Escenario Mundial. Contacto: info@escenariointernacional.com

1 COMENTARIO

  1. Excelente nota pero por favor la transcripción de los audios porque esta nota está llena de errores que dificultan la lectura.

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