Infinitos torrentes de tinta se han usado para denunciar la perversa colonización de África por parte de las potencias europeas tras la Conferencia de Berlín. Pero casi no se hallan escritos sobre lo que ocurrió en Namibia, colonia alemana entre 1884 y 1919. Hasta la semana pasada.
Tras 5 años de negociaciones entre Alemania y Namibia, finalmente la potencia europea ha admitido que entre los años 1904 y 1908, el Imperio Alemán asesinó a decenas de miles de personas pertenecientes a las etnias herero y namas.
El viernes, el canciller del gobierno de Ángela Merkel, Heiko Maas, admitió la “responsabilidad histórica y moral de Alemania, pediremos perdón a Namibia y a los descendientes de las víctimas… en un gesto para reconocer el inmenso sufrimiento infligido a las víctimas, apoyaremos el desarrollo de la nación africana a través de un programa de desarrollo donde Alemania invertirá la suma de USD 1.300 millones”.
Haas detalló que dicha suma será destinada a fomentar la calidad de vida de los namibios, en forma de inversión en infraestructura, atención médica y capacitación a las comunidades que fueron afectadas por el genocidio.
Si bien el ministro dijo ser “consciente de que una reconciliación verdadera no se puede decretar”, confió en que “el reconocimiento de la culpa y la petición de perdón es un paso importante” para encontrar un “camino común hacia una reconciliación en la memoria de las víctimas”.
Estudios realizados por historiadores consideran que el número total de asesinatos cometidos por las tropas imperiales alemanas ascienden al menos a 75 mil personas. El genocidio se perpetró luego de que líderes de estas etnias se rebelaran contra el dominio alemán matando a casi un centenar de soldados germanos. Como represalia, el general Lothar von Trotha, quien había reprimido brutalmente rebeliones nativas en China y el este de África, ordenó: “Yo, general de los soldados alemanes, envío esta carta a los hereros. La nación herero debe abandonar el país… Si se niegan, los forzaré a cañonazos… Cualquier herero, con o sin armas, será ejecutado”.
Las matanzas estuvieron cerca de aniquilar por completo tanto al pueblo herero como al namas, mediante un plan de exterminio sistemático a través de asesinatos directos, envenenamiento de los pocos pozos de agua del implacable desierto del Kalahari, o confinamiento en campos de concentración, generando que el hecho fuera calificado como un genocidio.
Sin embargo, no todos están conformes con el acuerdo. En Namibia, descendientes de las comunidades dijeron que las reparaciones son insuficientes y que Alemania no reconoció el genocidio bajo el derecho internacional, sino sólo ante las cámaras. Realizaron protestas y afirmaron que el presidente alemán no es bienvenido en suelo namibio.
Asimismo, calificaron de insulto el acuerdo alcanzado y afirmaron que fueron excluidos de la mesa de negociación ya que los germanos negociaron sólo con el Poder Ejecutivo de Namibia, controlado por el grupo étnico Ovambo.
En Alemania, activistas realizaron manifestaciones públicas rechazando el acuerdo y calificaron negativamente la actitud de su país, ya que afirmaron que debería haberse comprometido a pagar reparaciones por el genocidio y admitirlo bajo las normas del derecho internacional, en vez de otorgar el monto en concepto de “ayuda voluntaria”.
No obstante, el jefe negociador alemán, Ruprecht Polenz, defendió que se hablara en términos morales y políticos y no legales y que los pueblos afectados por el genocidio tuvieron voz en el acuerdo a través del Dr. Zed Ngavirue, miembro de la etnia Herero.
Un intelectual alemán, Daniel Pelz, publicó en Deutsche Welle un texto que reproduzco tal cual a continuación porque considero que expresa magistralmente lo que se necesita para una reconciliación verdadera entre Alemania y Namibia en el futuro:
“La reconciliación comienza cuando los textos escolares y los planes de estudio dejan de callar el genocidio y, en cambio, lo tematizan ampliamente. La reconciliación comienza cuando los turistas alemanes ya no ven solo los pintorescos edificios de la era colonial en Namibia, sino también la terrible historia que hay detrás. La reconciliación comienza cuando ya no solo el presidente y el gobierno de Alemania asumen la historia alemana en Namibia, sino también una mayoría de los alemanes.
La reconciliación comenzará cuando la gente de Namibia, y sobre todo los hereros y los namas, vean y crean que Alemania lo dice en serio. La reconciliación comenzará cuando alemanes y namibios lloren juntos a las víctimas. Pero para eso falta un trecho muy largo.”
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