En esta entrega del Ciclo “Consensos en la Política Exterior” presentamos la entrevista a Francisco de Santibañes. Se recibió como Lic. en Economía de la Empresa en la Universidad Torcuato Di Tella, realizó un Máster en Relaciones Internacionales y Asuntos Exteriores en la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) y es candidato a Doctor en Filosofía por King’s College de Londres (Reino Unido). Actualmente se desempeña como vicepresidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), es profesor de la Maestría en Políticas Públicas de la Universidad Austral y Global Fellow del Wilson Center (Estados Unidos). Autor de múltiples artículos publicados en revistas nacionales e internacionales y de los libros “La Argentina y el mundo: Claves para una integración exitosa” (2016), “La rebelión de las naciones: Crisis del liberalismo y auge del conservadurismo popular” (2019) y su más reciente publicado “La Argentina después de la tormenta: Del ocaso perpetuo al desarrollo estratégico” (2021).
El entrevistado reconoce que nuestro país mira poco al mundo y que a nivel de política exterior no existen numerosas políticas de Estado que se mantengan a largo plazo. La región se enfrenta, producto de la pandemia, a un recrudecimiento de dinámicas ya existentes como la falta de crecimiento económico, el descontento social y la profundización de las desigualdades.
Además, explica que es necesario que nuestro país invierta a nivel institucional para permitir defender nuestros intereses desde una posición de fuerza. A su vez, considera fundamental reforzar el multilateralismo y la alianza estratégica con Brasil, para evitar el traslado del conflicto entre Estados Unidos y China a la región. Sin embargo, la falta de recursos pone en jaque nuestra participación a nivel multilateral, arriesgando la presencia argentina en los organismos internacionalesEn esta entrega del Ciclo “Consensos en la Política Exterior” presentamos la entrevista a Francisco de Santibañes. Se recibió como Lic. en Economía de la Empresa en la Universidad Torcuato Di Tella, realizó un Máster en Relaciones Internacionales y Asuntos Exteriores en la Universidad Johns Hopkins (Estados Unidos) y es candidato a Doctor en Filosofía por King’s College de Londres (Reino Unido). Actualmente se desempeña como vicepresidente del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), es profesor de la Maestría en Políticas Públicas de la Universidad Austral y Global Fellow del Wilson Center (Estados Unidos). Autor de múltiples artículos publicados en revistas nacionales e internacionales y de los libros “La Argentina y el mundo: Claves para una integración exitosa” (2016), “La rebelión de las naciones: Crisis del liberalismo y auge del conservadurismo popular” (2019) y su más reciente publicado “La Argentina después de la tormenta: Del ocaso perpetuo al desarrollo estratégico” (2021).
El entrevistado reconoce que nuestro país mira poco al mundo y que a nivel de política exterior no existen numerosas políticas de Estado que se mantengan a largo plazo. La región se enfrenta, producto de la pandemia, a un recrudecimiento de dinámicas ya existentes como la falta de crecimiento económico, el descontento social y la profundización de las desigualdades.
Además, explica que es necesario que nuestro país invierta a nivel institucional para permitir defender nuestros intereses desde una posición de fuerza. A su vez, considera fundamental reforzar el multilateralismo y la alianza estratégica con Brasil, para evitar el traslado del conflicto entre Estados Unidos y China a la región. Sin embargo, la falta de recursos pone en jaque nuestra participación a nivel multilateral, arriesgando la presencia argentina en los organismos internacionales.
A continuación, la entrevista completa:
Escenario Mundial – En su consideración, ¿cómo mira actualmente la Argentina al mundo? ¿Cuáles son los principales ejes que están moldeando la Política Exterior del Estado?
Francisco de Santibañes – En primer lugar, la Argentina mira poco al mundo. Creo que nuestra clase dirigente no le presta suficiente atención a los cambios (ideológicos, geopolíticos y tecnológicos) que están sucediendo y que, al modificar el orden internacional, afectan nuestros intereses.
Los ejes que están moldeando la Política Exterior del Estado no están del todo claro porque cuesta identificar políticas de Estado que se mantengan a lo largo del tiempo -más allá de las posturas que adopte cada gobierno. Algunas de ellas son la defensa de los derechos humanos, la promoción del uso pacífico de la energía nuclear, la recuperación pacífica de las Islas Malvinas y -aunque ahora menos claramente- el mantenimiento de una alianza estratégica con Brasil.
Los ejes que están moldeando la Política Exterior del Estado no están del todo claro porque cuesta identificar políticas de Estado que se mantengan a lo largo del tiempo -más allá de las posturas que adopte cada gobierno.
EM – ¿Cómo afecta al posicionamiento argentino con y para el mundo la pandemia y la crisis generalizada por el Coronavirus? ¿Qué escenarios a futuro se deberían preponderar?
FS – Creo que la pandemia va a tener un efecto muy importante no sólo en la Argentina sino en toda América Latina. Antes del Coronavirus ya veníamos sufriendo la falta de crecimiento económico y un creciente descontento de las poblaciones con sus clases dirigentes. La pandemia parece estar acelerando estos procesos, como lo vemos en Chile y en Colombia. A esto también debemos sumarle el incremento de las desigualdades que está teniendo lugar debido a la falta de clases presenciales entre aquellos niños que tuvieron conectividad y los que no. Pero también hay otro tipo de desigualdad: aquella que nos separa de las regiones que tuvieron más clases presenciales estos últimos dos años. En efecto, la pérdida de capital social es enorme.
Si los dirigentes son capaces de canalizar este descontento de manera productiva este puede ser el inicio de una serie de reformas que resultan sumamente necesarias y que no sólo pueden mejorar las condiciones de vida de nuestros ciudadanos sino también incrementar nuestra influencia a nivel internacional.
EM – En este contexto de bipolaridad emergente entre Estados Unidos y China, ¿qué actitud debería tomar la diplomacia argentina frente a este aparente cambio en el Sistema Internacional?
FS – La posición de la Argentina, como país subdesarrollado, debe ser la de mantener buenas relaciones con la mayor cantidad de países con los que esto sea posible. Los necesitamos para comerciar e intercambiar inversiones. Y esto por supuesto incluye a las dos grandes potencias. Ahora, una estrategia cómo esta resultará difícil de implementar porque en gran medida depende de que tanto China como EE.UU. acepten una postura de equidistancia por parte de un país como la Argentina. Si en algún momento alguna de ellas nos exige tomar partido, nuestro margen de maniobra disminuirá abruptamente.
¿Qué hacer frente a esta realidad? En primer lugar, invertir en nuestras instituciones. Fortalecernos. Ganar poder para poder defender nuestros intereses desde una posición de fuerza. Entre otras acciones, tenemos que modernizar nuestras fuerzas armadas, fortalecer al empresariado nacional, darle mayor centralidad al cuerpo diplomático y contar con universidades y usinas de pensamiento que asesoren a los gobernantes. Instituciones que también deben promover el debate público sobre cuestiones que hacen a la inserción argentina en el mundo.
Volviendo a la elaboración de una estrategia, creo que hay dos elementos que considerar: el multilateralismo y la alianza estratégica con Brasil. No somos el único país que atraviesa una creciente bipolaridad. Es importante entonces que junto a estos promovamos el mantenimiento de reglas de juego claras y estables que, por un lado, disminuyan la incertidumbre y la conflictividad a nivel global y, por el otro, avancen la agenda internacional en temas como la protección del medio ambiente y la lucha contra la pobreza.
El mayor peligro a nivel regional es que se termine trasladando el conflicto entre China y Estados Unidos a América latina. Debido a que las grandes potencias tienen armas nucleares estas intentarán, al igual que ocurrió durante la Guerra Fría, evitar un enfrentamiento militar directo. Tratarán entonces de resolver sus diferencias en otros ámbitos -como son el diplomático, el tecnológico, etc.- y cuando lo hagan militarmente será a través de estados aliados en regiones distantes.
Si la Argentina toma partido por una de las potencias y Brasil por la otra, es probable que terminemos resolviendo las disputas de otros. Esto significaría que las disputas regionales que superamos a principios de los 1980 volverían una vez más a la región. Por este motivo resulta tan importante mantener y fortalecer la alianza estratégica que nos une con Brasil.
EM – Y con respecto a los países de la región sudamericana, ¿qué evaluación se podría hacer de la relación entre Argentina y la región, y qué ejes prioritarios, a su criterio, debería sostener nuestro país con estos países?
FS – Creo que debemos priorizar la coordinación y colaboración, pero un tema que me preocupa -y que dificulta este tipo de relación- es la creciente subordinación de la política exterior a consideraciones partidarias en muchos Estados latinoamericanos. Esto tiende a incrementar los niveles de incertidumbre y conflictividad.
EM – Saliendo de los ejes tradicionales de Política Exterior Argentina (Brasil, EE.UU., China o la UE), ¿en qué otros espacios geográficos existen oportunidades para nuestro país?
FS – No sólo China está creciendo, también lo están haciendo la mayoría de los países asiáticos. Es por lo tanto crucial darle a esta región cada vez mayor importancia. Países como India, Vietnam y Japón pueden ser, por distintos motivos, socios sumamente importantes. En nuestra región, no debemos descuidar la relación con Chile.
EM – Yendo al ámbito de la participación internacional en foros y organismos internacionales, ¿qué desafíos y oportunidades se pueden marcar del rol de la Argentina en estos espacios multilaterales?
FS – Debido a la menor cantidad de recursos con los que contamos, corremos el riesgo de descuidar la que ha sido a lo largo de la historia una importante presencia argentina en los organismos internacionales. Es por lo tanto clave contar con una estrategia clara respecto a nuestra participación tanto en los organismos tradicionales como en los que comienzan a surgir.
EM – Considerando que la academia es un asesor natural de la gestión, ¿qué propuestas se le podrían hacer a la misma en el marco de continuar, modificar o agregar alguna medida con respecto a la Política Exterior del país?
FS – No podemos tener una política exterior en piloto automático. Vivimos una época de cambios que requiere un trabajo intelectual serio que nos permita entender qué está sucediendo y cómo podemos defender nuestros intereses y valores. La academia tiene, por lo tanto, mucho que aportar.
Vivimos una época de cambios que requiere un trabajo intelectual serio que nos permita entender qué está sucediendo y cómo podemos defender nuestros intereses y valores. La academia tiene, por lo tanto, mucho que aportar.