La lucha entre las tropas gubernamentales afganas y los talibanes está entrando en una fase más brutal, ya que la reducción de los ataques aéreos contra los militantes por parte de las fuerzas estadounidenses en retirada ha desplazado en gran medida el combate a los enfrentamientos terrestres, muchos de ellos en los bordes de zonas urbanas densamente pobladas tras algunos avances recientes de los talibanes.
Para despejar zonas de este distrito, a sólo unos cientos de metros de la capital provincial de Helmand, las fuerzas gubernamentales afganas bajo el mando del general Sami Sadat se desplazaron casa por casa el mes pasado a través de vecindarios densamente poblados, a menudo a pie, mientras la aviación afgana llevaba a cabo oleadas de duros ataques.
La zona había sido densamente minada por los talibanes, y semanas de enfrentamientos dejaron las calles destrozadas: caminos de tierra llenos de cráteres y paredes de paja de barro agujereadas por las balas y la metralla.
Durante meses, los talibanes expandieron lentamente su influencia por todo Afganistán tras firmar el acuerdo de retirada con Estados Unidos. El cese de las operaciones ofensivas de Estados Unidos, especialmente los ataques aéreos y las incursiones, permitió al grupo concentrar combatientes, reunir provisiones y avanzar en el territorio controlado por el gobierno.
El sur del país, concretamente Helmand, fue testigo de algunos de los avances más sorprendentes de los militantes. Para el 1 de mayo, fecha que marca el inicio de la retirada completa de las fuerzas extranjeras de Afganistán, los talibanes habían concentrado cientos de combatientes en Helmand. Y cuando el ejército estadounidense entregó su última base al gobierno afgano, los combatientes talibanes lanzaron ese mismo día un asalto masivo a la capital de la provincia, Lashkar Gah, invadiendo el territorio de tres distritos, incluido Nawa.
Aunque Nawa había caído en manos de los talibanes en varias ocasiones durante las dos últimas décadas, los residentes afirman que la actual batalla para retomar la zona es diferente a las anteriores: Se ha prolongado durante semanas en lugar de días, y ambos bandos están utilizando armamento más pesado.
Sadat describió una de las incursiones más exitosas, que rodeó y mató a una unidad de unos 50 combatientes talibanes. “Estaban ansiosos por recoger a los muertos, así que vigilamos la zona”, dijo, y relató que sus fuerzas dispararon a varios militantes más mientras intentaban recuperar los cuerpos.
Dijo que no sabía si alguno de los combatientes talibanes había intentado rendirse. “Los chicos estaban enfadados”, respondió, refiriéndose a sus hombres. El oficial subalterno que dirigió la operación fue ascendido a mayor.
La batalla en Helmand podría indicar cómo evolucionará la guerra en Afganistán una vez que Estados Unidos y otras fuerzas de la OTAN se retiren completamente del país. En el último mes, la violencia se ha intensificado considerablemente. Los talibanes llevaron a cabo una oleada de ataques en las capitales de provincia, provocando inicialmente el colapso de las fuerzas gubernamentales en varias bases y puestos avanzados. Ahora, cuando los militares afganos están contraatacando, ambos bandos recurren cada vez más a tácticas más duras.
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Esto era de esperarse. Lo más posible es que, como pasó en Vietnam, con el tiempo terminen ganando los talibanes, tipos duros y sin piedad. Afganistán es un pueblo que parece condenado por la historia a vivir en lucha eterna.