La situación en el Líbano continúa intensificándose, ya no sólo por las protestas masivas contra el gobierno que han estado ocurriendo este último mes, sino también por nuevas situaciones que han enfurecido a la población. La falta de gasolina es una de ellas, ya que la escasez de combustible es cada vez mayor.
Los habitantes deben hacer filas de largas horas para acceder a pequeñas cantidades de combustible, ya que sólo puede adquirirse de forma racionada. Mientras las estaciones de servicio no dan a basto, el gobierno aún no puede sustentar los subsidios a la gasolina que ha impuesto.
Lo que también ha generado esta situación fue la necesidad de introducir gasolina por contrabando desde Siria. Sin embargo, al interior del país quedan pocos surtidores con bombas activas, lo cual ha generado un gran malestar en la población, principalmente por la gran dependencia de los automóviles y las motocicletas que posee el país. La infraestructura de transporte es inexistente, ya que no existe un sistema de subterráneos y hay pocos autobuses públicos para que los habitantes puedan movilizarse, sólo tienen la opción de hacerlo a través de transportes particulares.
Actualmente, esta situación de escasez es más grave hacia el sur del país, las filas son mas largas y hay menos estaciones de servicio abiertas. El precio también ha aumentado enormemente por estas razones.
Muchas de las gasolineras disponibles han cerrado, y muchos otros dueños han aprovechado la situación para vender el combustible a un precio más alto cuando el subsidio estatal a la gasolina se reduzca. Sin embargo, muchos propietarios niegan este accionar y culpan al Banco Central por no suministrar los dólares necesarios para cubrir la necesidad de importación de gasolina del país.
La falta de gasolina ha reducido el tráfico de personas en gran medida. Lo que antes solía ser cotidiano, como la gran movilización de taxis, hoy es poco común. También los tiempos de espera de ciertas empresas privadas de transporte como Uber se han extendido a 30 minutos.
A este contexto de crisis y desesperación, se le suma la escalada de tensiones entre los diversos sectores de la población. En varias partes del país se han desatado protestas en gasolineras, ha habido peleas entre los habitantes por los turnos para cargar combustibles, también ocurrieron tiroteos en estaciones de servicio. Por estos motivos, muchas gasolineras pidieron un refuerzo de seguridad en el lugar para mantener la situación bajo control.
El Líbano no es un país ajeno a la crisis, sino todo lo contrario. En los últimos años han ocurrido diversas catástrofes que han empeorado la situación, junto a una seguidilla de cuestiones que colaboran con el colapso económico al que se enfrentan los libaneses. La falta de combustible ahora se le suma a la crisis sanitaria por Covid-19 que ha impactado gravemente en su moneda, además de prolongar la falta de coordinación entre el sector sanitario y el Ejecutivo.
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