Joe Biden está terminando esta semana su primer viaje al extranjero como presidente de Estados Unidos. Una semana razonablemente exitosa, que le ha llevado al G7, a la UE y a un cara a cara con Vladimir Putin. También asistió a una reunión que reunió a los jefes de Estado de la OTAN por primera vez desde diciembre de 2019. El ex presidente Donald Trump no era fanático de la OTAN, aunque decir que estaba obsoleta fue lo único en lo que admitió que se equivocó en política exterior como presidente, así que algo interesante. Pero el fuerte apoyo de Biden a la organización fue un cambio bienvenido para la alianza militar.
La OTAN, la Organización del Tratado del Atlántico Norte, se fundó en 1949 tras la Segunda Guerra Mundial. Fue en gran medida una respuesta a la Unión Soviética. Su misión era proteger a las democracias europeas, tanto diplomáticamente como, en caso necesario, con la fuerza militar. Mucha gente ha cuestionado la existencia y el sentido de la OTAN desde el colapso soviético en el 91.
En primer lugar, se sostiene que la existencia de la OTAN conlleva el riesgo de una guerra de grandes potencias, algo “que Estados Unidos debería evitar como la peste”. ¿Pero realmente la OTAN conlleva ese riesgo? Al contrario, expertos aseguran que ha contribuido a evitar un conflicto de grandes potencias al disuadir los ataques rusos contra sus miembros durante décadas y aún ahora. Incluso Putin ha dicho, como presidente, que sólo una persona demente puede imaginar que Rusia atacaría de repente a la OTAN. Eso me parece un efecto disuasorio. Hay que tener en cuenta que el artículo 5 de la OTAN, la promesa de que un ataque a una nación miembro es un ataque a todas, sólo ha sido invocado una vez, por Estados Unidos, después del 11-S
Los expertos argumentan que “la administración Biden se enfrenta ahora a una dura elección, comprometerse a luchar por Ucrania, creando un grave riesgo de guerra con Rusia, o admitir que la expansión de la OTAN ha llegado a su fin”. Los ex presidentes Obama y Trump siguieron apoyando a Ucrania y a la OTAN y no conlleva a una guerra con Rusia, sino que alimentó la disuasión del Tratado.
En una reunión esta semana con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, el presidente Biden afirmó el compromiso de Estados Unidos diciendo de la Alianza: “Si no hubiera una, tendríamos que inventarla”. Revitalizando la importancia de la Alianza para no solo los Estados Unidos sino para los miembros europeos.
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