El pasado viernes, el helicóptero en el que viajaba el presidente de Colombia, Iván Duque, fue atacado poco antes de aterrizar en la ciudad de Cúcuta. Junto a él viajaban el ministro de Defensa, Diego Molano, el ministro del Interior, Daniel Palacios, y el gobernador del Norte de Santander, Silvano Serrano. Todos salieron ilesos, ya que el dispositivo aéreo y la capacidad de la aeronave “evitaron que ocurriera algo letal”, declaró Duque.

El funcionario transitaba la zona fronteriza de Venezuela, también conocida como el Catatumbo, siendo una de las más peligrosas del país por la gran presencia de grupos armados que viven del narcotráfico y luchan entre ellos y contra el Estado por controlar el territorio.

Posteriormente, Duque calificó el hecho como un “atentado cobarde” y resaltó que “como gobierno, no vamos a desfallecer un solo día en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo”.

Desde la presidencia se difundieron imágenes en donde se aprecian los impactos de las balas en el helicóptero, algunos contra las hélices. Este ataque fue altamente rechazado por los principales líderes políticos del país por tratarse de un “atentado contra los ciudadanos, contra el presidente y contra nuestra democracia”, en palabras de Claudia López. El expresidente Álvaro Uribe también se manifestó al respecto, afirmando un gran alivio porque tanto el presidente como los integrantes de la comitiva salieron ilesos.

Pero los repudios fueron también internacionales: la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Oficina de la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la Embajada de Estados Unidos en Bogotá condenaron el ataque. También el director de la ONG Human Rights Watch para las Américas, José Miguel Vivanco afirmó su repudio categórico al atentado contra el presidente Duque.

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Redacción
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