China ha rebatido las acusaciones de Estados Unidos de que Pekín está en el centro de una oleada de ciberataques mundiales, incluida una ofensiva contra una aplicación de correo electrónico de Microsoft que afectó a decenas de miles de organizaciones.
Diplomáticos de la UE, Reino Unido, Canadá, Noruega y Nueva Zelanda emitieron el martes declaraciones en las que tachaban las acusaciones de “infundadas” y de “difamación maliciosa”.
“China insta a Canadá a que abandone su mentalidad de guerra fría y sus prejuicios ideológicos… a que deje de manipular políticamente los asuntos relevantes, y a que ponga fin a los ataques no provocados y a las calumnias deliberadas contra China”, declaró la embajada de Pekín en Ottawa.
Zhao Lijian, portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, subrayó que las afirmaciones de un pequeño número de países no representan a la comunidad internacional y pidió a Estados Unidos que detenga sus propios ataques cibernéticos contra su país.
“China tomará las medidas necesarias para proteger con firmeza su ciberseguridad y sus propios intereses”, afirmó.
La dura respuesta de Pekín se produjo tras un inusual esfuerzo coordinado de Estados Unidos, la OTAN, la UE, el Reino Unido, Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Japón. Los aliados occidentales acusaron a China de colaborar con bandas criminales de ciberdelincuentes y de poner en peligro la seguridad mundial, incluido un ataque a la aplicación Exchange de Microsoft que permitió a los piratas informáticos acceder a los sistemas de correo electrónico de una amplia gama de organizaciones del sector público y privado.
Estados Unidos también alegó que el Ministerio de Seguridad del Estado de Pekín supervisó una amplia campaña para infiltrarse en empresas, universidades y organizaciones gubernamentales extranjeras durante gran parte de la década de 2010.
El Global Times, un tabloide respaldado por el Estado, acusó a los piratas informáticos con sede en Estados Unidos de repetidos y prolongados ciberataques a empresas chinas, institutos de investigación y departamentos del Partido Comunista. El periódico nacionalista alegó que un grupo con sede en EE.UU. llamado “A” lanzó los llamados ataques de fuerza bruta el pasado mes de octubre en un intento de acceder de forma remota a los servidores de grupos chinos, incluyendo empresas chinas de acero y de motores de automóviles.
“Todos los grandes países sufren ocasionalmente ciberataques, y en este sentido China se ha visto mucho más perjudicada que Estados Unidos”, escribió en un editorial.
“Estados Unidos está creando por la fuerza un nuevo ámbito de la geopolítica al convertir una disputa de Internet en un gran enfrentamiento”, al involucrar a sus aliados para presentar a China como un actor siniestro, añadía.
El esfuerzo coordinado siguió a una iniciativa conjunta de Estados Unidos, el Reino Unido, la UE y Canadá en marzo para imponer sanciones a funcionarios chinos por el internamiento masivo de minorías étnicas en Xinjiang. Pekín respondió con sus propias sanciones y el consiguiente conflicto diplomático provocó la paralización de las negociaciones de acceso al mercado entre la UE y China.
Fergus Hanson, director del Centro de Política Cibernética Internacional del Instituto Australiano de Política Estratégica, dijo que el enfoque multilateral era “más difícil de contrarrestar” para China.
“A Pekín le gustaría mantener la cuestión bilateral, donde puede apelar o castigar a países individuales”, dijo.
Las acusaciones sobre las supuestas actividades cibernéticas de China se produjeron en medio de la intensificación de las hostilidades diplomáticas entre las dos mayores economías del mundo.
Washington y Pekín no han mantenido reuniones de alto nivel desde marzo, cuando las conversaciones en Alaska entre Antony Blinken, secretario de Estado de EE.UU., y Yang Jiechi, el máximo responsable de la política exterior china, terminaron con acritud.
Este mes, Pekín se negó a conceder a Wendy Sherman, vicesecretaria de Estado de EE.UU., una reunión con su homólogo en China durante su visita a Asia esta semana. Anteriormente, China había rechazado las peticiones de Lloyd Austin, secretario de Defensa estadounidense, para reunirse con el general Xu Qiliang, el militar de mayor rango de China.
El último enfrentamiento entre EE.UU. y China ha surgido también en el momento en que Joe Biden intenta intensificar su compromiso tras meses de mantener una postura más dura contra las políticas de Xi Jinping, el presidente chino.
Sin embargo, a pesar de estos acercamientos, la administración de Biden ha seguido ejerciendo presión sobre la represión de Pekín en Hong Kong y las políticas que erosionan las libertades prometidas al centro financiero tras el traspaso del dominio británico al chino en 1997.
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