El enviado de Washington a Yemen, Tim Lenderking, aterrizó en el reino para mantener conversaciones con funcionarios saudíes y yemeníes con el fin de impulsar los trabajos para alcanzar un acuerdo de paz con el movimiento rebelde Houthi, alineado con Irán, en Yemen.
“El enviado especial Lenderking discutirá las crecientes consecuencias de la ofensiva Houthi en Marib, que está exacerbando la crisis humanitaria y desencadenando la inestabilidad en otras partes del país”, dijo el Departamento de Estado.
También “abordará la necesidad urgente de realizar esfuerzos para estabilizar la economía de Yemen y facilitar la importación oportuna de combustible al norte de Yemen, y la necesidad de que los Houthis pongan fin a su manipulación de las importaciones y los precios del combustible dentro de Yemen”.
La visita de Lenderking se produce en medio de la intensificación de los combates en Marib, rica en petróleo y gas, el último bastión del gobierno en el norte de Yemen, y en la provincia de Al Bayda, al sur, donde los milicianos Houthi habrían ganado terreno en los últimos días.
Un estudio realizado esta semana por el grupo de análisis humanitario ACAPS concluyó que una victoria de los Houthi en Marib desplazaría a medio millón de personas y supondría un golpe potencialmente fatal para el gobierno en el exilio de Yemen al robarle 19,5 millones de dólares al mes en ventas de crudo perdidas.
“Ahora es el momento de poner fin a los combates y permitir a los yemeníes forjar un futuro más pacífico y próspero para su país”, afirmó el grupo.
La vicesecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman, se encontraba el martes en Omán para mantener conversaciones con su homólogo, el jeque Khalifa Al Harthy, sobre la consecución de un “alto el fuego inmediato y completo” en Yemen, según otro comunicado del gobierno estadounidense.
Yemen está asolado por la guerra, las enfermedades y el hambre desde que los houthis se apoderaron de la capital, Saná, y derrocaron al gobierno en 2014, atrayendo al año siguiente a una coalición liderada por Arabia Saudí para restaurar el liderazgo derrocado.
La guerra ha obligado a millones de yemeníes a huir de sus hogares, se ha cobrado cientos de miles de vidas y ha hundido la economía. Cuatro quintas partes de los yemeníes dependen de la ayuda, en lo que la ONU denomina la peor crisis humanitaria del mundo.
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