El Gobierno de Emmanuel Macron sigue adelante con la ampliación de la tarjeta sanitaria ya existente a los cafés, los restaurantes y los viajes interurbanos el lunes, a pesar de cuatro fines de semana de protestas airadas que vieron a casi un cuarto de millón de personas manifestarse en todo el país el sábado.
Macron, que ha expresado su exasperación por las protestas, espera que el plan ayude a aumentar las vacunaciones y a sofocar la cuarta ola de coronavirus en Francia, en una estrategia similar a la de vecinos de la UE como Italia y Alemania.
El pase sanitario se genera en un código QR, ya sea por un ciclo completo de vacunas, un test del virus reciente y negativo o una recuperación de Covid-19. El Gobierno prevé un periodo de gracia de una semana para que los consumidores y las empresas se acostumbren a las nuevas normas.
“El pase y la campaña de vacunación deberían ayudarnos a evitar nuevos toques de queda y cierres”, declaró el ministro de Sanidad, Olivier Véran, al diario francés Le Parisien.
Véran anunció ligeras modificaciones en las normas: en particular, que las pruebas podrán ser de 72 horas y no de 48, y también que se permitirán las autopruebas realizadas bajo supervisión médica.
Pero insistió en que no habrá marcha atrás en las normas, que seguirán vigentes al menos hasta noviembre, y lamentó que se preste atención a los “antivacunas, anticiencia y antiestado” en detrimento de los que respetan el distanciamiento y han sido vacunados.
“Estoy dispuesto a escuchar los temores, a hacer todo lo posible por tranquilizar. Pero llega un momento en el que ya es suficiente”, dijo.
Las cifras de hospitalización siguen estando muy lejos de los máximos anteriores de la pandemia, pero el sábado había 1.510 personas en cuidados intensivos con Covid-19, frente a las 1.099 de hace una semana.
Macron espera que el plan acelere aún más la campaña de vacunación en Francia, donde más del 55% ya está vacunado dos veces. Sus colaboradores han señalado que se han realizado casi siete millones de nuevas reservas para las primeras inyecciones desde que se esbozaron los planes.
Los casos han aumentado con mayor rapidez en Córcega y la costa mediterránea, donde se produce una afluencia de veraneantes en verano.
Pero la mayor preocupación se centra en los territorios franceses de ultramar en el Océano Índico y el Caribe, donde se han ordenado nuevos cierres en medio de una lenta aceptación de la vacuna.
Los opositores argumentan que las nuevas normas coartan las libertades civiles en un país donde se valora la libertad individual.
Unas 237.000 personas protestaron el sábado en toda Francia, incluidas 17.000 en París, según el Ministerio del Interior, superando las 204.000 registradas el pasado fin de semana, cifras muy poco habituales para las protestas en pleno receso estival.
Sin embargo, los últimos sondeos muestran que una clara mayoría de franceses apoya el pase, incluso con la ampliación a los cafés y restaurantes.
Nuestra libertad
Desde el 21 de julio, el pase es obligatorio para visitar lugares culturales como cines, teatros y museos. Su ampliación fue aprobada por el Consejo Constitucional de Francia el jueves.
Será necesario tanto en las zonas interiores como exteriores de los restaurantes, pero no se exigirá en los sistemas de metro y transporte de cercanías.
Macron, que se enfrenta a la reelección el próximo año, ha recurrido en los últimos días en repetidas ocasiones a la plataforma de redes sociales TikTok, popular entre los jóvenes, para hacer llegar su mensaje.
“Vacúnate. Vacúnate. Vacúnate”, dijo Macron en el último vídeo del viernes.
“Se trata de ser un buen ciudadano (…) nuestra libertad no vale nada si infectamos a nuestros amigos, vecinos o abuelos. Ser libre es ser responsable”.
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