Tal como se dio a conocer a principios de semana, Afganistán se encuentra atravesando una situación muy complicada y desgastante. Sin embargo, esto no es algo que haya surgido semanas atrás, sino que se trata de un conflicto que data de hace más de 20 años. Gran parte del mismo, es producto de la presencia de la violencia y el terrorismo, fenómenos que han estado presentes en el país asiático desde hace décadas, de la mano del grupo insurgente predominante en la región, Talibán.
No obstante, en el transcurso de los últimos meses, esta condición se incrementó, llegando a su punto culmine el pasado domingo, día en el que Kabul –la capital afgana- sucumbió ante el rapidísimo avance de Talibán. Los talibanes lograron, en poco menos de dos semanas, tomar el poder de cientos de distritos a lo largo y ancho del país. Esto se da en el marco de la retirada de las tropas que, tanto los Estados Unidos como la OTAN, tenían desplegadas en suelo afgano, cuya fecha límite estaba prevista para el 11 de septiembre de este año, día en el que se cumplirían 20 años de los crueles atentados terroristas perpetrados en New York y Washington que llevaron, semanas después, a la invasión estadounidense a Afganistán.
La crítica situación mencionada previamente, ha generado temor e incertidumbre en toda la comunidad internacional ya que, se teme que los Talibanes –ahora nuevamente en el poder- retomen las atrocidades practicadas durante su anterior estadía en el poder (1996-2001). En dicho período rigió firmemente la Sharia –Ley Islámica- lo cual acarreó consigo numerosas denuncias alegando la violación de los derechos humanos, como así también violaciones contra los derechos de las mujeres.
Estas últimas, sin lugar a dudas, son las que se llevan la peor parte de esta lamentable situación. En la etapa mencionada, los Talibanes prohibieron a todas las mujeres afganas a que realicen cualquier tipo de trabajo, fueron también privadas de educación, además de los horrorosos e inhumanos castigos que estas recibían si llegaban a transgredir la impuesta Sharia.
Talibán y la liberación de terroristas prisioneros
Todo esto trajo aparejado otra consecuencia que podría representar un peligro inminente, no solo para la región de Medio Oriente, sino también, para todo Occidente. Con la toma de Kabul por parte de Talibán, se produjo la liberación de miles de prisioneros pertenecientes a otros grupos terroristas de los más peligrosos, como lo son ISIS (por sus siglas en inglés, Islamic State of Iraq and Syria) y Al Qaeda, los cuales se encontraban en celdas de máxima seguridad en la prisión de Pul-e-Charki, ubicada en la Base Aérea de Bagram. Dicha base, fue abandonada por los Estados Unidos hace unos meses y, el pasado domingo, las Fuerzas de Seguridad Afganas se las entregó a los talibanes, horas después de que estos últimos tomaran la capital Kabul y celebraron su victoria desde el palacio de gobierno.
Por su parte, en varias cárceles localizadas en Afganistán, también se encontraban prisioneros miembros pertenecientes a Tehreek-e-Talibán, una organización terrorista de la vecina Pakistán, la cual tiene fuertes vínculos con Al Qaeda y Talibán. Algunos medios han informado que, entre los terroristas liberados se encuentra Maulvi Faqir Muhammad, antiguo líder del TTP (Tehreek-e-Talibán Pakistán).
Como se señaló previamente, la liberación de estos terroristas prisioneros supone un gran peligro en materia de seguridad tanto a nivel regional, como así también para todos aquellos países que luchan, año tras año, contra el terrorismo, ya que los recientemente liberados no tardarán en reincorporarse a las filas de sus respectivas organizaciones terroristas tras haber pasado por un proceso de radicalización en su paso por prisión. Tal como lo hizo el nombrado Maulvi Faqir Muhammad, quien ya se encuentra en la provincia de Kunar, fronteriza a Pakistán.
¿De qué manera afectará esta situación al terrorismo?
Con la reciente llegada de Talibán al poder se produce una reconfiguración de poderes en lo que respecta al terrorismo de Oriente Medio, en donde habrá que seguir de cerca la disputa entre interna entre Talibán e ISIS –ambos con presencia en Afganistán-.
Si bien ambas organizaciones profesan la corriente suní del islam y están en contra de Occidente, existen marcadas diferencias que las enfrentan. La más destacada, sin lugar a dudas, es que, en el caso del Estado Islámico (ISIS), abogan por la creación de un Califato mundial que arrase de la Tierra a todos los que ellos consideran “infieles”. En cambio, en el caso de Talibán, predomina más el carácter nacionalista-religioso.
Conclusiones
El domingo 15 de agosto –tras el asedio a Kabul- quedará grabado en la historia como el día en que los Talibanes establecieron, de facto, una nueva etapa del Emirato Islámico de Afganistán. De manera similar a lo que sucedió años atrás, cuando en 2014, ISIS arrasó con la ciudad iraquí de Mosul para proclamar así su Califato en Siria e Irak.
En cuanto a las promesas expresadas por los líderes de Talibán -quienes han declarado una “amnistía” en el país e instado a las mujeres afganas a participar del gobierno- la comunidad internacional las mira con total incertidumbre y desconfianza.
Será cuestión de tiempo el darnos cuenta de, si los Talibanes realmente están dispuestos al cumplimiento de tales promesas o simplemente se trata de un espejismo que refleje lo sucedido en la década del 90.
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