Con la retirada de las tropas estadounidenses el pasado 15 de agosto, los Talibanes encontraron su ventana de oportunidad para retomar el control de Kabul, luego de que la Alianza del Norte respaldada por la coalición, lograra expulsarlos el 13 de noviembre de 2001.
Como sucede en repetidas ocasiones que se desatan conflictos y enfrentamientos, tanto de índole internacional como nacional, la población civil es quien carga con las peores consecuencias. En esta ocasión, los talibanes prometieron “respetar los derechos de las mujeres dentro de la ley islámica” a través de las declaraciones del portavoz del grupo Zabihullah Mujahid.
Pero ¿qué significa vivir bajo la sharía? La misma no se considera un aparato legal estricto, sino que es un “conjunto de principios que rigen la vida moral y religiosa de los musulmanes”, por lo que queda sujeto a la libre interpretación tanto de los gobiernos como de los líderes religiosos.
Dentro de los primeros testimonios talibanes, se afirmó que “no buscarán represalias contra sus enemigos políticos y que no quieren que las mujeres sean víctimas ni discriminadas”
Sin embargo ¿Están honrando su palabra? La Alta Comisionada para los derechos humanos, Michelle Bachelet, confirmó el pasado martes en la sesión del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) que: “cuenta con información creíble de que se están produciendo violaciones de los derechos humanos en Afganistán”.
Agregó que ha recibido informes desgarradores que incluyen ejecuciones sumarias de civiles y miembros ya rendidos de las fuerzas de seguridad nacionales afganas; preocupantes limitaciones a los derechos de las mujeres y niñas, – (tales como la libre circulación y la asistencia al colegio); reclutamiento de niños soldados; represión hacia las protestas pacíficas opositoras y manifestaciones de disidentes, entre otros.
Este accionar se contradice con las promesas realizadas públicamente hace días por estos grupos. Podemos notar estas incongruencias en base a las declaraciones de la directora ejecutiva de ONU mujeres, donde dio a conocer que para salir de sus casas las afganas deben estar acompañadas de los hombres, rompiendo así con el compromiso de los talibanes de no discriminación.
Frente a este contexto, desde el año 2020 el nivel de violencia hacia ellas ha aumentado, tal como sucedía en la pasada dictadura entre los años 1996 y 2001. Las mujeres temen salir a la calle y no volver, las reporteras reciben llamadas y mensajes amenazantes por parte de los talibanes y muchas afganas debieron cambiar su nombre porque temen usar el propio.
“¿Les tomamos su palabra y decimos: ‘Oh, todo va a estar bien, esto es Talibán 2.0, han evolucionado’, o los juzgamos por sus acciones?”, cuestionó Sanam Naraghi Anderlini, quien fundó y es actual CEO de la Red de Acción de la Sociedad Civil Internacional (ICAN) como también directora del Centro para la Mujer, la Paz y la Seguridad de la London School of Economics.
En un nuevo comunicado de los Talibanes en una conferencia de prensa, se recomendó a las mujeres “no ir a trabajar por su propia seguridad”. Al parecer “los soldados no están preparados para respetarlas, al menos por ahora”. Esto fue duramente criticado por la comunidad internacional y claramente el gobierno está perdiendo credibilidad y apoyo.
La especialista en política afgana Shabnam Nasimi asegura que, finalizado el período de evacuación, los talibanes volverán al centro de su identidad y creencias. “Los talibanes son malvados y crueles, pero no tontos, quieren dar una imagen de bondad, pero eso no significa que van a ser menos vengativos cuando se complete la evacuación y el mundo salga oficialmente de Afganistán” agregó.
Sumado a esto, se desataron duras críticas frente a los organismos internacionales, como la ONU, por la falta de cumplimiento de sus obligaciones, tal como la tarea de proteger los derechos humanos. Pero a pesar del miedo y la falta de ayuda internacional, las mujeres afganas salieron igualmente a protestar luego de la ocupación talibana.
Es así como demuestran que van a seguir luchando por sus derechos y los derechos de sus hijas de ir al colegio, formarse, continuar con su trabajo y vivir en un ambiente donde se las respete y acepte como son, tal como pidió la directora de una escuela religiosa para niñas en Afganistán, Khadija.
Millones de mujeres se encuentran actualmente a la deriva en Afganistán. Su miedo crece, las promesas de los talibanes se hacen agua y las mujeres pierden cada vez más voz y lugar en su país. Luego de 20 años de conflicto y lucha por la democracia, se esperarían cambios en los comportamientos de los talibanes y que comprendan que los tiempos han cambiado. Sim embargo, es inevitable mirar hacia un costado cuando demuestran con los atroces hechos cometidos que la historia se está repitiendo.
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