Mientras el mundo posa su vista en Afganistán, el pasado 19 de septiembre asistíamos a un nuevo encontronazo entre las manifestantes palestinos y las tropas israelíes debido al arresto de los dos prófugos Iham Kamamji y Munadil Nafiyat, ambos identificados como miembros de la Yihad Islámica Palestina. De esta forma, aunque en menor medida que hace unos meses, se siguen sucediendo los enfrentamientos entre la ciudadanía palestina y el Estado Israelí, encontrando cada semana un nuevo evento que acaba con sangre derramada. Este conflicto violento se inicia en 1948 con la aparición del estado de Israel y la posterior Guerra de los Seis Días en 1967, momento en el cual fueron ocupados por parte del país sionista los territorios de Cisjordania, Altos del Golán, y la Península del Sinaí. La posesión de esta última fue devuelta a Egipto, pero el resto de territorios siguen siendo considerados por la ONU como “territorios ocupados de Palestina”.
El reconocido doctor en geografía, Francisco Torres Alfosea, especialista en el análisis de las relaciones internacionales y la geopolítica en la región MENA (Middle East & North Africa), ha pasado gran parte de su tiempo estudiando las consecuencias territoriales y humanas derivadas de la ocupación de los territorios palestinos. Francisco amablemente ha accedido a ser entrevistado por Escenario Mundial para darnos las claves sobre lo que él califica como “una situación de violencia sistemática consentida”.
A continuación la entrevista completa:
Franco Marinone – Francisco, los medios de comunicación tradicionales nos transmiten siempre la imagen de que las escaladas de violencia entre los palestinos y los Israelíes se debe al terrorismo empleado por la organización Hamas, pero, ¿Es eso verdad?
Francisco Torres Alfosea – El inicio de la escalada de violencia no es de ahora, ni de este año, ni de hace cinco. Es una situación de tensión acumulada al menos desde que Israel decidió bloquear la franja de Gaza, con la complicidad de Egipto, a principios de 2007. La incapacidad palestina para convocar elecciones es un elemento a considerar también, como el hecho de que la comunidad internacional sea sorda y ciega a lo que está ocurriendo en la zona.
FM – ¿Qué papel jugaron los gobiernos de Netanyahu en el aumento de violencia en la región?
FTA – Los gobiernos israelíes son, por la propia legislación electoral del país, siempre de coalición múltiple. Eso obliga a que el partido mayoritario deba pactar con grupos radicales ultrarreligiosos o de ultraderecha, lo que condiciona la política interior, especialmente la que se aplica a los palestinos y en los Territorios Ocupados. En estos contextos de debilidad política, con Netanyahu acusado de corrupción, la “aplicación sistemática de la violencia organizada” (como decía Huntington) es un elemento de cohesión política de las fuerzas de la derecha israelí.
FM – Durante los enfrentamientos de Mayo de este año, por primera vez los árabes israelíes han participado en el conflicto defendiendo a sus hermanos palestinos, ¿qué importancia tiene este acontecimiento?
FTA – Es significativo que en esta ocasión los otros árabes hayan alzado la voz, de forma más o menos evidente. De lo que no estoy tan seguro es de que calificaran de hermanos a los palestinos, sino más bien de parientes lejanos, teniendo en cuenta la historia reciente de los últimos 73 años.
FM – ¿Este conflicto puede poner en riesgo los acuerdos de “Abraham”?
FTA – Son acuerdos de corte económico y comercial, en realidad. Y eso los hace duraderos mientras exista esa coincidencia de intereses. El reconocimiento de Israel como nación (y no como “entidad sionista”, como se le ha calificado durante años) implica que las petromonarquías del Golfo ven en ese estado un aliado comercial necesario, y sobre todo un contrapeso al poder chiíta de la orilla norte del Golfo Pérsico.
FM – ¿Los acontecimientos que estamos presenciando desmienten la afirmación de que Israel es el único país democrático en un entorno autoritario?
FTA – Esa afirmación nunca ha sido cierta. Israel es un estado etnocrático, como dicen autores israelíes como Oren Yiftachel, Shlomo Sand, Meir Margalit y numerosos judíos antisionistas. No puede considerarse democrático un estado donde los derechos de los habitantes están condicionados por la nacionalidad (que en Israel puede ser judía, árabe, drusa y “otras”) y la ciudadanía (que puede ser israelí o no israelí). Incluso dentro de los propios judíos existen diferencias sociales claras entre mizrajíes, ashkenazim, falashas… No se es democrático por tener un parlamento con partidos de diferente ideología. Se es democrático -entre otras muchas cosas- por tratar a todos los habitantes con las mismas leyes, y por respetar la integridad territorial de otros países (por ejemplo, retirándose de los territorios ocupados, como dicen las resoluciones del Consejo de Seguridad). Y el hecho de que los países del entorno sean autoritarios, que mayoritariamente lo son, no legitima a Israel a ocupar territorios.
FM – ¿Cuál cree que sería la solución a este conflicto que ya se ha cobrado la vida de cientos de personas y que parece no tener fin?
FTA – La solución implica actuar en varios frentes: por un lado, y sobre todo, el respeto a la legalidad internacional, acatando las resoluciones del Consejo de Seguridad (empezando por la 242/1967). Al mismo tiempo, negociando una solución justa y humanitaria con la población refugiada, resolviendo el estatus de Jerusalén (lo que implica la retirada de la zona oriental ocupada por Israel ilegítimamente, conforme dictan las Naciones Unidas); al mismo tiempo, es necesario dotar a la Autoridad Palestina de medios para desarrollar unas estructuras estatales viables, lo que exige como mínimo una continuidad territorial que hoy en día es imposible: Cisjordania se encuentra fragmentada en zonas A,B,C tras los acuerdos de Oslo, se le ha sustraído una buena parte de superficie con un muro ilegal y se han asentado en ella decenas de miles de colonos judíos que contravienen lo dispuesto en el artículo 49 de la Convención de Ginebra, que establece entre otras cosas que “La Potencia ocupante no podrá efectuar la evacuación o el traslado de una parte de la propia población civil al territorio por ella ocupado”. A partir de ahí, se podría hablar de soluciones al conflicto. Sin tratar esos temas, cualquier debate es estéril.
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