El pasado 15 de agosto, el grupo insurgente predominante en Afganistán, Talibán, culminó la toma del país cuando situaron la capital afgana, Kabul. De esta manera, lograron, en poco menos de tres semanas, hacerse del control total de Afganistán.
A partir de ese momento, el mundo entero se vio conmovido ante las imágenes que la prensa mostraba, en donde pudimos observar a decenas de miles de personas que, en su afán de abordar un vuelo que les permita abandonar instantáneamente el país, colmaron el Aeropuerto Hamid Karzai de Kabul.
Esto se debe a que, con la reciente vuelta de los Talibanes al poder en Afganistán, creció enormemente el temor alrededor de los castigos perpetrados por estos últimos ante el incumplimiento de la Ley Islámica. Tal como sucedió casi 30 años atrás, cuando, a finales de la década del 90, gobernaron el país afgano.
La vuelta de los castigos más crueles
Planteado esto, algunas semanas atrás, reapareció ante la prensa el Mullah Nooruddin Turabi, uno de los fundadores del grupo insurgente Talibán y el encargado de hacer cumplir, rigurosamente, las leyes impuestas por la Sharia (Ley Islámica).
En una entrevista concedida a The Associated Press, Turabi afirmó que, desde la línea más dura de los Talibanes, nuevamente implementarán los castigos ya perpetrados durante la última etapa de su gobierno. “Nadie nos dirá cuáles deben ser nuestras leyes. Seguiremos el islam y fundaremos nuestras leyes sobre el Corán”, destacó el Mullah. Al mismo tiempo, señaló que volverán a llevar a cabo tanto ejecuciones como amputaciones de mano, a su vez que planteó la posibilidad de que éstas no ocurran en lugares públicos, como ya sucedió anteriormente.
Durante su anterior gobierno, los Talibanes recibieron una enorme cantidad de denuncias y el repudio de gran parte del mundo al mostrar de qué manera castigaban a las personas. A menudo, tanto las amputaciones de manos como las ejecuciones eran realizadas en el estadio deportivo de Kabul o en el patio de la gran mezquita de Eid Gah, ante la presencia de cientos de personas. “Todo el mundo nos criticó por los castigos en los estadios, pero nosotros nunca hemos dicho nada sobre sus leyes y sus castigos”, sentenció Turabi.
El grado de los castigos perpetrados por los Talibanes varían según la condena recibida. En el caso de asesinos, el castigo correspondiente solía ser la ejecución mediante un disparo en la cabeza, perpetrado por la familia de la víctima en cuestión. Mientras que, a aquellos condenados por robo, se le amputaría la mano y/o el pie, dependiendo de la modalidad del mismo. Con respecto a esto, el Mullah sostuvo que el hecho de cortar las manos es algo necesario para preservar la seguridad, ya que provoca un efecto disuasivo en el resto de las personas.
En relación con lo mencionado previamente, días atrás, los residentes de la ciudad afgana de Herat, se llevaron una desagradable sorpresa cuando cuatro cuerpos ensangrentados aparecieron colgados de grúas, en distintos puntos del centro de la ciudad. Según afirman distintas fuentes, se trataba de cuatro personas acusadas de haber secuestrado a un empresario y a su hijo. Horas más tarde, en un puesto de control, un grupo de Talibanes detuvieron a los secuestradores ocasionándoles la muerte, tras unos minutos de lucha intensa.
De esta forma, los cuerpos de los supuestos secuestradores fueron llevados en camionetas hasta la zona urbana de Herat, en donde fueron colgados de grúas. En el pecho de cada uno, se encontraba un cartel con la siguiente frase: “Quien lleve a cabo un secuestro correrá la misma suerte”.
La postura de Estados Unidos
En lo referido a Afganistán, la respuesta de los Estados Unidos no tardaría en llegar. Ni bien éstas noticias se dieron a conocer, desde Washington expresaron su profundo rechazo a los actos perpetrados por los Talibanes como así también, a los comentarios hechos por el Mullah Turabi.
En cuanto al reconocimiento del gobierno norteamericano hacia el gobierno de los Talibanes en Afganistán, se trata de una cuestión fundamentalmente ligada al respeto de los derechos humanos. Según afirmó la Administración del presidente estadounidense Joe Biden, “su país no tolerará ver un Emirato Talibán con los métodos pasados”, haciendo referencia a lo ocurrido en la década del 90’.
Por su parte, el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price señaló lo siguiente: “Condenamos en los términos más enérgicos las informaciones sobre el restablecimiento de las amputaciones y las ejecuciones (…) Los actos a los que se refieren los talibanes constituyen claros y graves abusos a los derechos humanos, y nos mantenemos firmes con la comunidad internacional para que los autores de cualquier abuso de este tipo rindan cuentas”.
Ante lo desarrollado anteriormente, sumado a los comentarios mencionados por el Mullah Nooruddin Turabi, se puede notar de manera clara, la presencia de la ideología profundamente conservadora que poseen los líderes Talibanes y de la fuerte convicción que estos mismos mantienen de lo que realizan está correcto, fundamentando sus actos bajo el escudo de lo religioso.
No es poco probable que, con el transcurso de los meses, más casos que involucren castigos similares salgan a la luz. Por lo que el miedo y la incertidumbre de que esta situación pueda terminar como a finales de los 90’, preocupa más a la comunidad internacional y, sobre todo, a la población afgana que no pudo abandonar el país.
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