El presidente norteamericano, Joe Biden, firmó un acuerdo defensivo-estratégico denominado Aukus que derivó en diversos reclamos por parte de China y Corea del Norte.
Los momentos culmines de una parte de la historia contemporánea expresadas en la caída del Muro de Berlín (1989) y en el derrumbamiento de la Unión Soviética, le otorgaron la posibilidad a Estados Unidos de establecer la unipolaridad en el mundo. En ese sentido, el contexto estuvo signado por la multiplicidad de actores y por la aparición de amenazas transnacionales como el tráfico de armas, el narcotráfico y el terrorismo que ganó estelaridad mundial el 11 de septiembre de 2001, iniciando así la “tercera cruzada estadounidense”.
A partir de ahí, Estados Unidos aprovechó la oportunidad de erigirse en la Superpotencia por antonomasia, es decir que no solo contó con la capacidad nuclear y la instalación de 86 bases militares en el mundo aproximadamente, sino que también ejerció influencia en el campo de la educación, la geoeconomía, la geopolítica, la geoestrategia y otros ámbitos donde existe una clara disputa por el poder. Paralelamente a eso, la nación primigenia del Continente Americano dedicó sus esfuerzos a expandir sus intereses a través del papel protagónico que tuvieron las empresas multinacionales, financieras y de otros rubros beneficiadas también por la globalización. Dicho fenómeno fue sostenido por el neoliberalismo y el apoyo a los mercados a partir del Consenso de Washington firmado en 1989 de la mano del ministro de economía estadounidense, John Williamson.
El flujo “energético” político de Estados Unidos continúa más vivo que nunca. El primer mandatario de ese país, Joe Biden, firmó un acuerdo de defensa conjuntamente con Gran Bretaña y Australia llamada Aukus. Esta alianza militar tiene como objetivo primordial aunar capacidades para frenar la expansión de China en la región del Indo-Pacífico, por lo que recibió un fuerte repudio por parte de Corea del Norte que, en esta semana, lanzó dos misiles como una forma de protesta. Este hecho de cooperación militar trajo reclamos por parte de Francia que, de acuerdo a la historia mundial, siempre fue aliado de Estados Unidos, fundamentalmente en la Segunda Guerra Mundial. El canciller del país galo, Jean Yves Le Drian, calificó el pacto Aukus como una puñalada en la espalda por parte de las potencias mundiales.
Con esta acción, Estados Unidos pretende frenar la robustez geopolítica de China que arrancó con el crecimiento anual del 6% en la crisis inmobiliaria suscitada en 2008. Ahí fue la génesis de esta potencia que, según las proyecciones de los internacionalistas, destituirá a Estados Unidos en el largo plazo. A partir de ahí, los académicos debatieron si en el futuro podría haber una suerte de mundo bipolar o multipolar. Ese sistema caracterizado por el mantenimiento del status quo a cargo de varios países es una estrategia que le puede resultar beneficiosa a Estados Unidos como ya pasó en la desarticulación de la Unión Soviética, cuando estuvo como presidente, Mijail Gorbachov.
El acuerdo Aukus tiene un precedente importante en la historia: la OTAN. El nacimiento de este brazo armado ocurrió en 1949, cuya intención fue equipar y apoyar a todos los países de Europa Occidental con el objetivo de contener la expansión de la Unión Soviética. Allí estaban Gran Bretaña, Francia y demás países que participaron de la etapa colonialista y que buscaron menguar el poder del Pacto de Varsovia. Sin embargo, la ideología pudo penetrar en los países subdesarrollados y, a partir de ahí, Estados Unidos tuvo que aplicar otra estrategia para extirpar esa influencia de ideas en el mundo.
En la era actual, la OTAN y la Unión Europea buscan aislar a Rusia del sistema mundial. Un ejemplo que ilustra esto fue cuando el gigante euroasiático intervino en Crimea, lo que ocasionó un gran problema en la Casa Blanca a sabiendas de un posible avance en la parte occidental de Europa. La desventaja que tienen dichas naciones es que dependen del gas y de otros recursos que provee Rusia, por eso el presidente Vladimir Putin aprovechó estas circunstancias para mover las fichas geopolíticas. Pero el Aukus afecta claramente los intereses rusos, si se tiene en cuenta que es el área de influencia de Rusia, por lo tanto se entiende el reclamo que hicieron Corea del Norte y China.
Si bien es cierto en la mayoría de los medios de comunicación aparecen publicados los numerosos enfrentamientos entre Estados Unidos, Rusia y China, en lo concreto estas potencias están repartiéndose el mundo no solo desde el punto de vista de los recursos naturales, sino también desde el aspecto de la geoestrategia, es decir la aplicación práctica de la geopolítica. Este término tan utilizado mundialmente hace hincapié en el aprovechamiento político de esos espacios geográficos que puede ocurrir en un municipio, en una provincia, en un país o en otro tipo de actores. Esta ciencia permite analizar cómo estas potencias tomaron ventajas y se apoderaron de archipiélagos, posesiones relativas, entradas al océano pacífico y al mar mediterráneo a lo largo de la historia. En el caso de Estados Unidos tiene dos bases paradigmáticas como la de Islas Malvinas y la de la Guayana Francesa y si tenemos en cuenta a los tres estados que rigen el orden mundial, basta con circunscribirse a la Antártida, cuyo continente fue descubierto primeramente por Argentina.
Estados Unidos, Rusia y China cuentan con ejércitos equipados y de última tecnología para evitar cualquier reacción que vulnere el sistema internacional. Además de eso, estos tres países disponen de un arsenal nuclear capaz de generar una hecatombe mundial o como se conoce en ámbitos académicos como la hipótesis de la mutua destrucción asegurada. Sin embargo, estas potencias se construyeron como tales a partir de la amplia utilización de los servicios de inteligencia como ocurre en el caso chino en unión con la empresa Huawei y su introducción en diversos países. Esa es una parte del enfrentamiento entre Estados Unidos y China, el otro ámbito de disputa es la geoeconomía que fue representada por la “guerra comercial” entre ambos y con la clara intención de Pekin de establecer un mercado alternativo que tenga como base el Yen.
En este punto, es necesario entender que en la política internacional las alianzas flexibles están a la orden del día y más que nunca en la actualidad. No sería descabellado que las potencias propongan un cambio de figuritas debido a este acuerdo que es considerado un peligro para la estabilidad del mundo y una gran desconfianza internacional. Un ejemplo de este concepto aplicable en el campo geopolítico es el acuerdo de defensa firmado entre Francia y Grecia que consiste en el compromiso de la nación helénica de adquirir buques de guerra y aviones de combates franceses por un valor de unos 5.000 millones de euros, así como una cláusula de asistencia mutua en conceptos de Defensa, según detallaron funcionarios del gobierno griego.
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