La República de Uzbekistán celebrará en el día de hoy sus primeras elecciones presidenciales desde 2016, momento en que asumió la presidencia Shavkat Mirziyoyev, tras la muerte de Islam Karimov, el antiguo presidente autoritario del país y de quien fue primer ministro de 2003 a 2016. En un contexto de reformas sociales, políticas y económicas, la sociedad uzbeka es llamada a las urnas, esta vez acompañando al proceso electoral, una amplia gama de reformas establecidas a principio de este año que buscan garantizar la transparencia electoral e institucional.
A pesar de estas reformas que buscan abrir un camino hacia una sociedad más democrática, los Derechos Humanos siguen en la mira internacional y el sistema político continúa siendo autoritario.
La actualidad del país
Uzbekistán ha intentado mejorar su reputación democrática, tanto en derechos humanos como en materia constitucional, a través de la introducción de una serie de transformaciones, muchas de las cuales han quedado estancadas.
En esta línea, el gobierno ha intentado lograr mejoras en el trabajo forzoso en los campos de algodón del país. Sin embargo, este progreso se vio entorpecido por la falta de sindicatos independientes y de organizaciones que se encarguen de la protección de los derechos de los trabajadores.
También se han liberado presos políticos, aproximadamente unas 50 personas que habían sido encarceladas bajo el mandato del ex presidente del país. A pesar de esto, no se le han restituido sus derechos previos y se han efectuado denuncias de torturas durante la detención.
Por su parte, también se ha avanzado en la apertura de la participación de los medios de comunicación en la sociedad, a través de la atenuación de las restricciones de internet, por lo que los debates en las redes sociales ahora están permitidos. Así como también se les ha dado acreditación a corresponsales extranjeros. Sin embargo, los limites que mantiene el gobierno para su actuación aun no cumplen con los estándares internacionales y el control sobre la libertad de expresión aún continúa siendo importante. Durante estas elecciones, ha aumentado en número de representantes de los medios acreditados para cubrirlas, a comparación de las ultimas.
Las organizaciones no gubernamentales independientes también se han beneficiado de esta ola de reformas, ya que se les ha facilitado el proceso de registro y las autoridades del gobierno sostienen que estas organizaciones “se están convirtiendo en un socio pleno del Estado”. Pero se les niega constantemente, desde el Ministerio de Justicia, el registro por motivos triviales y de etnia, así como también se les imponen excesivos y onerosos requisitos de registro.
A su vez, se ha aumentado el número de observadores internacionales que participaran en todo el proceso electoral de este año. A pesar de esto, los observadores de la sociedad, los representantes de la sociedad civil no registrados, no pueden monitorear formalmente las elecciones.
Por último, las reformas legislativas también se han estancado, como la promesa de nuevos códigos de derecho penal, las reuniones pacíficas y las operaciones de grupos no gubernamentales. El código penal continúa siendo aún muy homofóbico, ya que el nuevo proyecto del código mantiene como delito las conductas sexuales consensuadas con personas del mismo sexo. A su vez, es una sociedad estructuralmente racista, ya que, a pesar de la implementación de una nueva ley religiosa en julio de este año, ésta no refleja las recomendaciones de los organismos internacionales de Derechos Humanos. Por esto, los cargos penales relacionados al extremismo religioso no fueron eliminados: los musulmanes no pueden practicar su fé por fuera de los controles estatales.
Elección presidencial 2021
A estas elecciones se han presentado cuatro candidatos rivales al partido del actual presidente – Partido Liberal Democrático de Uzbekistán (LDPU) -: Alisher Kadirov del Partido Democrático del Renacimiento Nacional, Maqsuda Vorisova del Partido Democrático Popular, Bahrom Abduhalimov del Partido Socialdemócrata de la Justicia y Narzullo Oblomurodov del Partido Ecológico. Estos, son los mismos partidos que se han visto involucrados en las elecciones desde el año 2009, no hubo participación de nuevos partidos.
Mirziyoev es quien se prevé ganará y obtendrá su segundo y último mandato, según la constitución. Esto en parte porque es muy popular entre los ciudadanos uzbekos gracias a sus promesas de una vida mejor, pero mayormente se debe a que los partidos realmente opositores -el Partido Democrático Erk, Verdad y Desarrollo (Haqiqat va Taraqqiyot) y el Interés del Pueblo (Halq Manfaatlari)- no pudieron registrarse o fueron presionados para que no lo hicieran y para que no realizaras actividades durante la campaña, por lo que no existe una alternativa creíble, consecuencia de la falta de organización de la oposición.
Mahmud Davronov, un activista político y crítico abierto del gobierno, acusa al gobierno uzbeko de no permitir a sus ciudadanos ejercer el pleno derecho a la elección, ya que sostiene que no existe una competencia genuina debido a que los 4 partidos que participan como “opositores” son progubernamentales y nunca han desafiado ni al presidente ni a las políticas estatales. Por esto, la competencia es sumamente débil y únicamente simbólica y no existen candidatos vivamente opositores.