Una comisión investigadora del Senado de Brasil aprobó el martes un informe que pide que el presidente Jair Bolsonaro sea acusado de nueve delitos relacionados con su gestión de la pandemia de coronavirus, incluyendo crímenes de lesa humanidad.
El informe, que tiene más de 1.300 páginas y que llevó a la comisión, controlada por la oposición, unos seis meses de preparación, también alega que otras 77 personas y dos empresas cometieron delitos.
Un proyecto de informe publicado la semana pasada había pedido que Bolsonaro fuera acusado de genocidio y asesinato, pero los senadores decidieron más tarde retirar esos cargos particulares debido a lo que los legisladores describieron como razones técnicas. También decidieron añadir 10 personas a la lista de individuos que deberían ser acusados.
Entre las personas añadidas se encuentra Wilson Lima, gobernador del estado interior de Amazonas, donde la falta de suministros de oxígeno en los hospitales provocó muertes por asfixia a principios de este año. Su gobierno está actualmente bajo investigación federal por presunta corrupción relacionada con la compra de equipos médicos.
“El caos del gobierno de Jair Bolsonaro entrará en la historia como el nivel más bajo de indigencia humana”, dijo el senador Renan Calheiros, ponente del informe, y añadió que el presidente estaba “del lado” de los dictadores, incluidos Adolf Hitler y Augusto Pinochet.
Lima desestimó la inclusión de su nombre como una postura política.
“Poner mi nombre en el informe final tiene una motivación totalmente política y electoral”, dijo Lima en una declaración proporcionada por su oficina de prensa. “Ni siquiera fui investigado por la comisión”.
Es poco probable que Bolsonaro se enfrente a cualquier acusación formal, ya que tendría que ser presentada por el fiscal general de Brasil, a quien el presidente nombró. El presidente ha desestimado previamente la investigación del Senado como una “broma”.
Aun así, el informe pone de manifiesto el creciente aislamiento del líder derechista de cara a un año electoral. Su popularidad ya está decayendo debido a su gestión de la pandemia y a la persistente alta inflación.
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