En el día de ayer, 2 de noviembre, se celebraron los primeros comicios de alto voltaje desde que Joe Biden es Presidente de Estados Unidos. Los analistas y expertos consideraron que estas elecciones se constituyeron en un referéndum sobre la gestión de Biden, pese a que se trataron de comicios locales y estatales.
Si bien el oficialismo esperaba una merma en su apoyo electoral debido a los menguantes números de Biden y la vicepresidenta Kamala Harris, así como por el descontento entre los votantes dada la elevada inflación, la Casa Blanca no esperaba los resultados que finalmente se produjeron.
La gran sorpresa de la noche fue la ajustada elección a gobernador en New Jersey, un estado tradicionalmente demócrata que Biden había ganado por 16 puntos en 2020. El demócrata Phil Murphy quien busca su reelección pelea voto a voto con el republicano Jack Ciattarelli. Las encuestas habían pronosticado una victoria cómoda de Murphy, lo que no se evidenció en las urnas.
En tanto en Virginia, un estado que se había vuelto crecientemente demócrata en la última década (Biden se impuso por más de 10% el año pasado) los sondeos anticipaban una reñida pelea, aunque la mayoría otorgaba la victoria al demócrata Terry McAuliffe. No obstante, un republicano, Glenn Youngkin, se impuso por primera vez desde 2009 en el estado, y con el efecto arrastre conseguía recuperar para su partido el control de la Legislatura estatal.
Youngkin lo consiguió siguiendo una estrategia a dos puntas que probó ser exitosa: balancear un apoyo tímido a Donald Trump, para no perder votos de su núcleo duro, con aperturas concretas hacia los votantes que tienen una imagen negativa del expresidente, mostrando un discurso moderado y evitando que Trump aparezca en el terreno haciendo campaña con él.
De esta forma Youngkin recuperó para el Partido Republicano dos grupos demográficos que lo habían abandonado en la era Trump: las mujeres y los independientes moderados. Esto se evidenció en los suburbios de clase media y alta, que votaron por Youngkin. Asimismo, logró mantener el respaldo en los condados rurales conservadores, bastiones trumpistas por excelencia.
En tanto en los comicios para alcalde de la ciudad de Nueva York se impuso tal como se esperaba el demócrata Eric Adams; y en Boston la candidata del ala progresista demócrata Michelle Wu. También se celebraron otras elecciones de menor impacto político.
Lo que más preocupa a los demócratas sobre los resultados es la fractura de la coalición diversa que Obama había amalgamado en 2008-2012 y que Biden había logrado reconstruir en 2020, así como un espanto de los demócratas moderados que ven a muchos progresistas del partido corridos a la radicalización como los simpatizantes más rancios de Trump.
En las elecciones de medio término de 2022 los demócratas arriesgan sus ya menguadas mayorías en el Senado y la Cámara de Representantes, por lo que apuestan a lograr aprobar los ambiciosos proyectos de aumento de gasto social y ambiental enviados por Biden antes de una probable pérdida del control del Congreso el próximo año.
Y el mayor temor de muchos: con estos guarismos, ¿se acerca cada vez más el regreso de algún Trump a la Casa Blanca en 2024?
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