Este 24 de noviembre, hace cinco años, Colombia y el mundo fueron testigos del poder del diálogo y la negociación para resolver diferencias políticas profundas y décadas de conflicto armado. Ello se materializó en la firma del Acuerdo Final de Paz entre el Estado colombiano y las antiguas FARC-EP. Este suceso tuvo lugar en el Teatro Colón y se lo considera como un gran paso en el largo recorrido de la sociedad colombiana en la resolución pacífica de los conflictos y en la búsqueda de la paz.
Fue en 2016 cuando el gobierno de Juan Manuel Santos decidió, luego de más de cincuenta años de conflicto armado con las FARC, llevar adelante el Acuerdo de Paz para intentar poner fin a la violencia con esa guerrilla, la más grande en Colombia. Sin embargo, no se puede omitir que al comienzo estuvo lejos de obtener el visto bueno de la opinión pública en un primer momento. Ello se reflejó en su voto en contra de él en un plebiscito, por lo que el texto tuvo que ser revisado para que finalmente entrara en vigor noviembre de ese mismo año.
Sin embargo, la fragilidad de la paz y la persistente violencia endémica hacen poner en vilo una serie de interrogantes con respecto al devenir de la convivencia en la sociedad colombiana. Si bien es cierto que la tasa de homicidios cayó drásticamente en los años posteriores a los Acuerdos, en el último bienio la tendencia ha comenzado a asemejarse al periodo previo.
En ese marco, a pesar de la disolución de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), miles de disidentes siguen en la lucha contra rivales por el control de los campos de drogas, las minas de oro ilegales y las lucrativas rutas de contrabando.
Por otra parte, según el informe del 2021 del instituto de investigación para la paz (INDEPAZ), se puede confirmar con cierto grado de certeza que hay en la actualidad 90 grupos armados con unos 10.000 miembros activos en Colombia.
La particularidad en torno a ello es que entre sus partícipes hay un número aproximado de 5.000 disidentes de las FARC que rechazaron la paz. A estos se les suman unos 2.500 miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN), el último grupo guerrillero activo del país, y otros 2.500 paramilitares de derecha.
Motivo por el cual, en diversas comunidades locales manifiestan con persistencia su temor, ya que las áreas rurales que antes estaban en manos de las FARC-EP ahora están dominadas en gran medida por otros grupos armados no estatales que luchan por el control de las actividades ilícitas.
“No hay nada que celebrar para los cientos de niños, mujeres y hombres de las zonas rurales de Colombia que huyen de sus hogares todos los días para escapar de la violencia armada. Para ellos, la paz es todavía un sueño lejano. Ahora es el momento de ampliar, no reducir, el apoyo humanitario a Colombia”, dijo Jan Egeland, Secretario General del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Una cuestión es cierta y no se puede obviar: Hoy, Colombia es el hogar de la tercera población de desplazados internos más grande del mundo, solo superada por la República Democrática del Congo y Siria.
Al respecto, el representante del secretario general de la ONU en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, enfatiza en que la celebración del histórico acuerdo no debe obnubilar el trabajo constante para que se cumplimente lo pactado.
La lectura que adopta Ruiz Massieu es que el acuerdo “se firmó para dar respuesta a las causas profundas del conflicto y saldar deudas históricas, una apuesta integral y es indispensable avanzar en áreas como la reforma rural y la política”.
En lo que refiere al último informe de la Misión de Verificación de las Naciones en Colombia, se enfatizó la necesidad de encaminar el Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Además, se recomendó la observación de los puntos atenientes a la “reincorporación de FARC a la vida civil” y “las garantías de seguridad y lucha contra las organizaciones y conductas criminales“.
Ocasión especial: la visita de Antonio Guterres
El Secretario General de las Naciones Unidas llegó este lunes a la capital colombiana para iniciar una visita de dos días al país. Lo recibió la Vicepresidenta de la República y Canciller, Marta Lucía Ramírez, así como por su Representante Especial en Colombia, Carlos Ruiz Massieu y la Coordinadora Residente, Mireia Villar Forner. Será la segunda visita de Antonio Guterres, la anterior tuvo lugar en 2018 y su propósito fue en aquel entonces verificar el rumbo de los acuerdos de paz.
En su itinerario pautado, el día martes 23 de noviembre, Guterres se reunirá con la Misión de Verificación así como con representantes de las Agencias, Fondos y Programas de la ONU presentes en Colombia.
Posteriormente, se dirigirá al departamento de Antioquia para visitar, junto al presidente Iván Duque Márquez, el antiguo Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (AETCR) de Llano Grande.
En lo que refiere al día 24, fecha significativa para la sociedad colombiana, Secretario General participará en la conmemoración del quinto aniversario de la firma del Acuerdo Final de Paz que se realizará en la sede de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).A modo de conclusión, la visita del Secretario General servirá a los fines de sentar un balance de los principales logros del proceso de paz, así como de los retos pendientes. A su vez, transmitirá un fuerte mensaje de aliento para que se siga implementando este Acuerdo de Paz de largo alcance y transformador en beneficio de todos los colombianos.
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