Recientemente el FMI ha revisado al alza el crecimiento económico de Argentina previsto para 2021 y 2022, siendo de un 7,5% y de un 2,2% respectivamente. El organismo de crédito también ha dado buenas noticias en cuanto al desempleo, pronosticando que bajará desde el 11,6% del año pasado al 10% este año, tendencia que continuaría en el 2022, reduciéndose a una tasa del 9,2% en dicho año.

Una de las claves para esta recuperación será la llegada de inversiones extranjeras directas (IED), y es por ello que el gobierno de Alberto Fernández ya está inmerso en dicha campaña, concretando interesantes inversiones con su homólogo español el presidente Pedro Sánchez y una serie de directivos empresariales.

España y Argentina mantienen una intensa relación económica bilateral, marcada por una historia común, los flujos migratorios, y la inversión de capitales, que ha supuesto que el país europeo se convierta en el segundo inversor externo en Argentina tras EEUU. Y es que los datos no mienten, en los últimos 20 años el comercio cruzado fue superavitario para la Argentina, consiguiendo en los últimos cinco años un promedio de 1500 millones de dólares  en exportaciones hacia España.

En cuanto a las exportaciones de España hacia Argentina, estas se han visto condicionadas, en las últimas dos décadas, por las crisis sufridas en el Estado austral que suelen traer consigo medidas de carácter proteccionista. Es por ello que en los últimos tres años, proceso por el cual se derrumbó el PBI de Argentina en un 15%, las exportaciones españolas descendieron un 47%. 

Ahora bien, parece existir un cambió de tendencia en este 2021 que augura unas mejores relaciones en todos los ámbitos entre ambos países, comenzando por una subida de las exportaciones españolas al país de un 33,7% entre enero y marzo de 2021 respecto al mismo periodo en el año anterior, y terminando por las palabras del presidente español en la reciente visita a nuestro país  “Existe un compromiso de las empresas españolas de quedarse y ensanchar inversiones en la Argentina” .

La cuestión cobra mayor importancia si tenemos en cuenta que en Argentina existen más de 300 empresas españolas generadoras de 100.000 empleos, y que recientemente el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, ratificó el interés de permanencia de dichas empresas y dentro de lo posible la llegada de más, añadiendo que “están a disposición para cooperar y combatir los efectos de la pandemia en un contexto en que la colaboración público-privada será determinante”.

Por otra parte, el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes, en un foro de empresarios con presencia de representantes de CEOE, y grandes empresas europeas, expuso que trabajarían para construir mejores relaciones empresariales con España, basadas en la cooperación para ayudar a que Argentina aumente el número de nuevas empresas, y se liguen a firmas españolas para competir en el mercado global.

Las nuevas inversiones españolas, que se encuentran enmarcadas en un plan de internalización de pymes con un presupuesto de más de 5.000 millones de dólares, llegan en un momento de extrema necesidad para Argentina, con caídas de IED del 43,9% en 2019 respecto al año anterior, y con serios desajustes económicos debido a la crisis del Covid. 

El presidente del gobierno español también dió el apoyo a  Alberto Fernández en las negociaciones con el FMI, exponiendo que “Los organismos multilaterales de crédito y bancos de desarrollo deben ser conscientes del impacto de la pandemia de los países de renta media, como Argentina, para dar una respuesta con la inyección de recursos públicos”. De esta forma, desde Europa se avalan las políticas de corte neokeynesianas moderadas de salida de la crisis a través del gasto público y el impulso de un crecimiento económico redistribuyendo la riqueza de forma más equitativa en la sociedad, algo a lo que no nos tiene acostumbrados el viejo continente. 

Eso sí, tras tanta “generosidad interesada”, Pedro Sanchez recalcó su interés por la pronta aprobación del tratado Mercosur-Unión Europea, frenado hasta 2023 por la oposición de Francia, uno de los principales productores agrícolas de Europa. España de esta forma busca convertirse en la punta de lanza de las relaciones trasatlánticas entre la comunidad europea y sus antiguas colonias, utilizando para ello las inversiones de capital pero también una nada despreciable labor diplomática en la resolución de conflictos en países como Venezuela (elecciones regionales de 2021) o Colombia (proceso de paz con las FARC).

Argentina por su lado, sigue aprovechando su “no alineamiento” con distintas potencias en este nuevo orden mundial. Una posible diversificación de los mercados sumado a las negociaciones para atraer importantes inversiones de capital y las rondas de conversaciones con el FMI le podría permitir al Estado Nacional lograr su objetivo de  salir reforzada de esta grave crisis sanitaria y económica. Sin embargo hay que tener cuidado de que el “no alineamiento” no se convierta simplemente en una falta de proyección a largo plazo ante la ausencia de una estrategia en política exterior.

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Franco Marinone
Licenciado en Historia (Universidad de Alicante. España) Master en Relaciones Internacionales e Integración Europea (Universidad de Alicante. España) Investigador colaborador del Centro de Estudios Internacionales de la UCA Investigador colaborador del Instituto Ortega y Gasset

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