El pasado 14 de diciembre, dos explosiones de bombas se registraron en la ciudad fronteriza de Cúcuta, Colombia. Ocurrieron cerca del aeropuerto Camilo Daza, dejando a un civil y dos policías muertos.
Sin embargo, no es la primera vez que se reporta una situación similar. En Norte de Santander, en la frontera con Colombia, una ola de violencia azota a la región desde hace meses, donde la población civil y las fuerzas de seguridad son víctimas de actos criminales y terroristas.
Además, la frontera ya es un foco de conflicto debido a la presencia de disidentes de las FARC y el ELN, un Estado ausente y múltiples cultivos ilícitos que promueven la comercialización de cocaína y otras drogas.
Según las autoridades colombianas, 14 organizaciones criminales disputan el tráfico de drogas ilícitas, la trata de personas, la venta de armas y el contrabando de mercancías en el área fronteriza.
Además, en los últimos meses ocurrió uno de los atentados terroristas más relevantes en Norte de Santander cuando un coche bomba explotó contra la Brigada 30 del Ejército Nacional de Colombia, hiriendo a múltiples soldados y civiles.
Gran parte de los autores de estos hechos terroristas son células locales de grupos como el ELN y las FARC. También se culpó a estos grupos por el ataque contra el presidente colombiano Iván Duque, el pasado mes de junio.
A lo largo del 2021, se estima que estas organizaciones fueron responsables del asesinato de 22 líderes sociales y el desplazamiento de 448 personas. El ministro de Defensa de Colombia afirma que estos ataques son planeados desde Venezuela por grupos terroristas.
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