Los lazos del Kremlin con Latinoamérica comienzan a degradarse a rápida velocidad tras la invasión rusa a Ucrania: diferentes líderes de dicha región, anteriormente afines a Putin, se han distanciado de su par ruso.
Rusia sostuvo una buena relación especialmente con las administraciones que encabezan Nicolás Maduro y Daniel Ortega en Venezuela y Nicaragua respectivamente.
Además buscó fortalecer sus lazos en general con la región mediante inversiones, apoyo explícito o incluso desarrollo de alternativas mediáticas ante el predominio cultural de Estados Unidos.
De hecho previo a la invasión, desde el gobierno ruso se buscó revitalizar dichos vínculos con reuniones sumamente vitoreadas con los presidentes de Argentina y de Brasil, Alberto Fernández y Jair Bolsonaro.
Ambos se mostraron agradecidos y dispuestos para con Putin, pero la escalada bélica ha hecho mutar dicha posición.
La votación en la ONU
Ningún país latinoamericano se opuso a la votación en la Asamblea General de Naciones Unidas que condenó el ataque ruso a Ucrania. Bolivia, Nicaragua, Cuba y El Salvador apenas se abstuvieron.
Y no se detuvo allí: ningún funcionario latinoamericano tomo, al menos explicitamente, “el lado” de Putin. Y esto no parece que vaya a cambiar a partir de la asunción de Gabriel Boric en Chile o la posible victoria de Lula Da Silva en territorio brasileño.
Daño colateral de la invasión es, según se puede identificar, la baja en las buenas tratativas que Putin supo tejer con los países latinoamericanos.
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