Los ataques aéreos israelíes sobre Siria contra posiciones gubernamentales y fuerzas aliadas respaldadas por Irán continúan, y el pasado miércoles fueron registrados nueve fallecidos a causa de los mismos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (SOHR).
Se trató del ataque más mortífero desde el comienzo del 2022, sobre el cual Israel no hizo comentarios. De los nueve fallecidos, cinco eran soldados sirios.
Los medios estatales de Siria confirmaron que el ataque se llevó a cabo al amanecer apuntando posiciones en Damasco, y además de las bajas se observaron daños materiales.
El último ataque había sido registrado el pasado 14 de abril, también en cercanías a Damasco pero sin víctimas mortales. En esta teocasión, ocho personas también resultaron heridas.
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Esta es otra muestra de que existe un doble, y más, estándares para catalogar acciones militares en el contexto internacional. Si hubiera sido Rusia el que atacaba a un país soberano, como lo es Siria, atacando su territorio con misiles, matando a sus tropas, sería catalogado como un ataque atroz, ilegal, inhumano, y otras tantas cosas; sin embargo, cuando lo hace Israel, nadie dice esta boca es mía, lo naturalizan como si fuera tomarse un baso de agua, o ir a orinar, es lo más natural del mundo. Esto es demostrativo que las cosas no se miden con la misma vara. Israel actúa defendiendo sus intereses, su seguridad; cuando lo hace Rusia, es el demonio.