En un artículo titulado “La maldición del litio: por qué Bolivia no ha logrado convertir los minerales en oro”, la publicación The Economist analizó el presente de lo que en 2013, el presidente boliviano Evo Morales categorizó como “epicentro de la industria del oro blanco” respecto al desarrollo en la industria del litio que tomaba lugar en Potosí.
Repasa los desarrollos logísticos, industriales e incluso referidos al área de vivienda que se montaron en la región para la potenciación de dicha área, sumado a las expectativas que generaban los emprendimientos en la región: generación de empleo, fortalecimiento económico y modernización. Sin embargo, The Economist identifica déficit en esta perspectiva, casi una década después.
En Río Grande, la producción de carbonato de litio en 2021 es de 600 toneladas, muy por detrás de lo producido por Chile (134.000) y Argentina (36.000) en el área. El importante contenido de magnesio de la salmuera en la extracción del litio en Bolivia genera un fuerte contratiempo en el desarrollo de la acividad, complementado por las carencias en formaciones técnicas de los involucrados en la actividad.
The Economist identifica como consecuencia de esto el estancamiento de la producción, el éxodo de la región ante el desaliento del proyecto y la falta de certezas de los industriales. Esto explica, según la publicación, la diferenciación del actual presidente Luís Arce, respecto a Morales, al verse éste abierto a alianzas empresariales para sortear el actual estado del proyecto.
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