Recientemente se descubrió una carta inédita del ex canciller Norman Lamont en la que afirmaba que los ingresos del petróleo hallado en Malvinas debían ir al gobierno británico, no a los isleños, mostrando así un particular interés en el oro negro. La carta data del año 1991, años después de la guerra de Malvinas, y fue dirigida al entonces secretario de Asuntos Exteriores, Douglas Hurd.
“No tengo ninguna duda de que, en el caso de un hallazgo importante de petróleo, los ingresos fiscales deberían ir a parar al tesoro público del Reino Unido. Eso me parece equitativo dados los sustanciales sacrificios financieros y de otro tipo que ha hecho el Reino Unido… para asegurar la libertad de las Islas Malvinas”, escribió Lamont.
Lamont afirmaba que no quería acusaciones de que la operación en Malvinas en 1982 estuvo motivada por el posible hallazgo de petróleo, aunque múltiples miembros del gabinete (incluido el primer ministro John Major) acordaron en su momento que el Reino Unido debía obtener la mayor parte de los ingresos si es que se encontraba petróleo.
Así, aprobaron un documento del comité de política exterior y de defensa en 1991 que rezaba: “Si el petróleo fuera a ser encontradas en cantidades recuperables comercialmente, el Gobierno de Su Majestad debe tomar las medidas que sean necesarias para garantizar que el Gobierno de Su Majestad pueda asegurar el acceso a una parte sustancial de los ingresos concomitantes”.
En consecuencia, Reino Unido acordó autorizar a los isleños a realizar estudios sísmicos para establecer el tamaño de los depósitos de petróleo y luego decidir cómo compartir los ingresos, proclamando en 1991 el derecho del reino a un máximo de 200 millas náuticas del lecho marino y el subsuelo de las islas.
Una investigación de The Guardian sobre la desclasificación de estos documentos afirma que “el gobierno de las Islas Malvinas comenzó a subastar licencias de exploración de petróleo en 1996, pero todos los ingresos desde entonces han ido al gobierno de las Malvinas, no a Gran Bretaña. Los documentos oficiales de los años posteriores a 1991 aún no han sido desclasificados, pero el resultado sugiere que el gobierno británico concluyó que el valor de los ingresos del petróleo no superaba la vergüenza política de reclamarlos”.
Es posible afirmar que el Reino Unido ha estado interesado durante años en el posible petróleo de Malvinas, ya que mucho antes de la guerra en las Islas habían defendido su derecho a las reservas potenciales petrolíferas. Además, frente a pedidos formales de Argentina para realizar estudios sísmicos frente a su costa a principios de 1977, el Reino Unido protestó y sostuvo que lo que sea que se halle en esas cosas “es nuestro, no argentino”.
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Este gobierno ladron nos esta arrastrando al desastre.
Al fin, el principal interés es lo económico. ¿Acaso los usurpadores isleños creen que Londres les dejará gozar la mayoría de las ganancias del latrocinio de nuestro petróleo? La defensa británica de las islas no es gratis.