En el día de ayer, el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, divulgó que el FBI, mediante agentes encargados, realizaron un allanamiento de su propiedad en Mar-a-Lago, Florida, en el marco de una investigación que el republicano tachó de arbitraria: deslizó que incluso vulneraron su caja fuerte.

Desde el entorno de Trump esbozaron que la investigación ronda en torno al tráfico de documentos presidenciales que Trump, según la óptica de la inteligencia local, podría haber realizado entre sus últimos días en la Casa Blanca y su estadía en Florida en su etapa post-presidencia.

Analistas internacionales describieron a los hechos acontecidos en la residencia del dirigente como un hecho sin precedentes en el historial de expresidentes estadounidenses, y lo enmarcan dentro de un entramado judicial que se compone de diferentes investigaciones que debe abordar Trump por su accionar en el Despacho Oval.

Mientras Trump tachó como una “redada” a la operación, tal como lo señaló en un comunicado. En búsqueda de respuestas, diferentes medios acudieron a los portavoces del FBI en Washington, así como también en Miami: sin embargo, la entidad aún continúa declinando haciendo comentarios.

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Redacción
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