En el marco de unas nuevas elecciones de Israel, que se llevarán a cabo el próximo 1 de noviembre, el partido del ex primer ministro Benjamin Netanyahu se encuentra apuntando a la Corte Suprema y otras instituciones, que intentaron en múltiples ocasiones responsabilizarlo durante su mandato anterior. Durante esta situación, surgió un “retador” dentro de su partido derechista Likud: Yuli Edelstein, expresidente de la Knesset y ministro principal, quien afirmó que competiría contra Nenyahu por ser líder del partido. “Netanyahu ya lo ha intentado cuatro veces; ¿Cómo podemos tener éxito con él la quinta vez? Con Netanyahu nunca volveremos al poder”, afirmó.
Durante el reemplazo de Netanyahu, inicialmente dirigido por Naftali Bennett y ahora por Yair Lapid, Edelstein rescindió su oportunidad de liderazgo a finales de junio y apoyó a Netanyahu. En las elecciones primarias que se celebraron a principios de este mes, Edelstein cayó del primer lugar en la lista al puesto número 17, y los 80.000 miembros del Likud presentaron una lista dura y pro Netanyahu. En esa ronda, el que obtuvo la mayor cantidad de votos fue Yariv Levin, cercano al ex líder Netanyahu.
Lo que muchos representan en su agenda, en caso de llegar al poder, “es la Corte Suprema” y “enviar a todos los funcionarios corruptos uno tras otro”. Amplios funcionarios y políticos del Likud también han prometido reemplazar al fiscal general si regresan al poder, debido a la persecución política que según ellos Netanyahu ha sufrido durante su destitución e investigación sobre individuos de Israel y de grupos terroristas palestinos por presuntos crímenes de guerra cometidos desde 2014.
Lo que queda por delante para el Likud es, por supuesto, ganar las elecciones. Las encuestas de opinión actuales representan que sigue siendo el partido más grande por amplio margen, teniendo en cuenta varios “socios naturales” en un posible gobierno. Muchos analistas creen que, si Netanyahu tiene éxito, podría asegurarse una mayoría parlamentaria y por ende “dar un golpe al edificio democrático de Israel”. Así también lo considera el investigador principal del Instituto de Democracia en Israel, Amir Fuchs, afirmando que “todo el sistema, toda la autoridad de la Corte Suprema, la separación de poderes entre las ramas del gobierno, los frenos y contrapesos, no hay garantía de nada aquí, porque no hay constitución. Solo necesitas 61 votos en la Knesset”.
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