Por Juan Peinado, miembro de Politólogos al Whisky
La extrema derecha en Italia consiguió la victoria durante las elecciones nacionales sin sobresaltos, obteniendo la mayoría absoluta. Hace más de un año que el spoiler en los sondeos mostró a Giorgia Meloni líder en las estadísticas, y representó la única oposición al gobierno de unidad nacional.
Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, había intentado dirigir como Primer Ministro sin partido, con la idea de guiar a Italia durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus y la posterior declaración de una pandemia mundial. Pero la ilusión Draghi duró poco tiempo. Servido en la mesa quedó el presente para Meloni, quién encontró en las parlamentarias anticipadas un escenario favorable. La política derechista se presentó ante los electores como antisistema; y su herramienta popular “los italianos primero” sedujo a los votantes, agotados de discursos liberales e izquierdistas.
La colación Fratelli d´Italia obtuvo cerca de un 43% de los votos, y el FdI encabezada por Meloni fue el partido más votado del país con el 26,2%. Giorgia Meloni tiene frente suyo la posibilidad histórica de convertirse en la primera mujer que dirige el gobierno como Primer Ministro en Italia. Tanto en Cámara de Diputados como en el Senado la alianza entre Meloni (FdI), Salvini (Liga) y Berlusconi (FI) participará con mayoría absoluta; y de ocupar los dos tercios del Parlamento, podrá modificar la Constitución a piacere, sin necesidad de consensos.
Las últimas elecciones en Italia registraron la menor participación de votantes en su historia durante los comicios generales. En el 2018 (las elecciones pasadas), el 72,94% de los italianos participaron; este año esa cifra descendió al 63,91%. Si bien hubo un descenso en todo el país, fue sobre todo en el sur del país donde se redujo considerablemente la afluencia, ya que sondeos indican una abstención del 35%. Analistas explican la baja participación electoral por dos motivos: por un lado, el desinterés político; y por el otro, las fuerte lluvias que estuvieron afectando a la región.
Con respecto a su relación con la Unión Europea, Meloni bajó el tono beligerante a sus discursos. La comparación de la UE con la URSS y acusarles de querer esclavizar a Italia quedó en el pasado, aunque ha dejado en claro que Italia estará por sobre los intereses ante Bruselas. Ursula Von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, advirtió que cuenta con los instrumentos necesarios para disciplinar a Italia en caso de que se desvíe del camino comunitario. Meloni ha condenado la invasión en Ucrania, y apoyó las sanciones contra Rusia; no obstante, parece no estar clara la situación dentro de la coalición, ya que el derrotado socialdemócrata Enrico Letta expresó en campaña que “si gana la derecha, Putin será de los primeros en celebrar”.
Será contrarreloj el ritmo para poder activar el programa político diseñado por Meloni. Dentro del inestable sistema político italiano, un gobierno dura en promedio entre 15 y 18 meses. Serán tiempos políticos más que interesantes para Italia y Europa.
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