A siete meses de su inicio, es posible afirmar que la guerra en Ucrania ha entrado en una nueva y peligrosa fase a raíz de que el pasado miércoles 5 de octubre, el presidente ruso Vladímir Putin firmó los últimos documentos que anexionan las provincias orientales de Donetsk y Lugansk, por un lado, y las sureñas de Zaporiyia y Jeron por otro. Todas ocupadas de forma parcial por el ejército ruso.
Los textos firmados por Putin fueron publicados en la página oficial del gobierno, donde además se definió formalmente a las autoridades prorrusas de las regiones anexadas. Con este nuevo movimiento, Rusia actualmente pasa a controlar el 20% del territorio Ucraniano y crea un corredor terrestre clave que conecta al país con la península ucraniana de Crimea (que fue anexada por Moscú en el año 2014). Esto le permite un control geopolítico parcial y extenso sobre el mar negro y el mar de Azov.
Frente a esto, tanto Ucrania como sus aliados occidentales rechazaron los referéndums que anexionaron dichos territorios a Rusia, argumentando que se consideran ilegales y una clara violación a los principios de integridad y soberanía territorial de los Estados, consagrados en la Carta de la ONU. A su vez, la manifestación de rechazo vino acompañada por ayuda de parte de Estados Unidos, que envió equipos militares por un valor de 625 millones de dólares, y un 8vo paquete de sanciones para entidades y aliados rusos que preparó por su lado la Unión Europea.
Sin embargo, lo que volvió a encender las alarmas rusas fue que durante uno de los discursos nocturnos habituales que suele dar el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, volvió a solicitar que se acelere la incorporación de Ucrania a la OTAN, argumentando que ahora el riesgo de una escalada de violencia mayor por parte de Rusia es inminente.
¿Una posible Tercera Guerra Mundial?
Por lo que el vocero del consejo de seguridad ruso reiteró la amenaza de que si Ucrania se une a la OTAN o cualquier otra organización militar de la que Estados Unidos forme parte, Rusia no dudará en iniciar una guerra contra aquellos países occidentales que apoyen a Ucrania, entendiendo que formarán directamente parte del conflicto. Y recomendó a las potencias occidentales, particularmente europeas, considerar los riesgos y consecuencias de dar ese paso que se entiende como irresponsable.
Tampoco se dará marcha atrás en las anexiones, Rusia manifestó que está abierta a la posibilidad de más anexiones voluntarias y utilizará todos los medios que estén a su alcance, inclusive nucleares, para recuperar los “territorios perdidos”.
Todo ello configura nuevamente el escenario de guerra entre Rusia y Ucrania, donde la escalada de violencia nuclear vuelve a sonar, y la idea de una Tercera Guerra Mundial entre las potencias occidentales y el Kremlin no se abandonó. La tensión mundial está más latente ahora que en estos siete meses de guerra.
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