El pasado lunes 24 de octubre, el representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, afirmó que el bloque está “totalmente comprometido” con terminar de darle un cierre al estancado acuerdo de libre comercio con el Mercosur. Las declaraciones se dieron posterior a la reunión que mantuvieron Josep Borrell y el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, en el marco del IV Foro de Inversiones de la Unión Europea, celebrado en Montevideo.
En una ronda de preguntas, Borrell sostuvo que, de no concretarse el acuerdo, el principal problema será la intervención de otros actores económicos en el lugar que planea asumir la UE en la región. Continuó afirmando “estoy pensando en otros grandes jugadores que ya están jugando un papel en el desarrollo económico de Uruguay. No es necesario mencionarlos, ya saben de quién estoy hablando. Los pasillos se están llenando. Creo que a los europeos les interesa demostrar una mayor voluntad de que el acuerdo finalmente llegue a buen puerto”.
El jefe de la diplomacia europea, a su vez, ha señalado que con España ocupando la presidencia de la Unión Europea, el acuerdo entre ambos bloques finalmente se concretará “después de muchos años de estar cerrado”. Y menciona al próximo año 2023 como el momento más adecuado para ello.
Finalmente concluyó diciendo “Soy un firme creyente de que este acuerdo es mutuamente beneficioso. En todos los acuerdos comerciales se gana y se pierde: se pierde en protección y se gana en mercado”. Del mismo modo, “incluso para la protección de los ecosistemas, es mejor tener obligaciones mutuas que ninguna obligación. Un acuerdo es mejor que ningún acuerdo”
En este sentido, es importante destacar, que un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea, ha sido una ambición desde hace ya mucho tiempo por parte de ambos. Después de décadas de difíciles negociaciones, que se prolongaron durante años, finalmente en el año 2019 se acordaron las líneas generales de un posible acuerdo. Sin embargo, la posible propuesta no estuvo exenta de resistencias y tensiones surgidas en materia de protección comercial y cuestiones ambientales por parte de los países miembros de ambos bloques.
Un claro ejemplo de ello es el enfrentamiento que mantienen, en los últimos años, Brasil y Francia con respecto a la conservación de la selva amazónica y su destrucción acelerada bajo la administración del presidente brasileño Jair Bolsonaro. Otro ejemplo refiere a la fuerte oposición y el lobby político que llevan adelante los grupos económicos franceses dedicados al sector agropecuario, viendo en este acuerdo con países dedicados al mismo rubro, un potencial peligro.
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