A menos de una semana de las elecciones en Brasil donde se disputan el cargo a presidente los candidatos Jair Bolsonaro y Lula da Silva, una campaña de desinformación sobre este último postulante ha inundado las redes sociales. De las tantas primicias que se difundieron erróneamente fue que Lula, de ser el ganador, cerraría las iglesias y permitiría que los hombres usen los baños de las escuelas públicas junto a las niñas, mientras que dicen que Bolsonaro ha hecho comentarios sobre pedofilia y canibalismo.
Las preocupaciones por las elecciones y la estabilidad democrática en Brasil han aumentado en los últimos meses, principalmente desde países occidentales como Estados Unidos. Muchos creen que la política brasileña ha sido inundada de fake news, campañas de desinformación y hasta chantaje con la votación. La principal fuente de estas alegaciones son las redes sociales, y para muchos está ocurriendo lo mismo que han transcurrido otros países durante épocas de comicios. “Lo que está sucediendo en Brasil, en Facebook, en YouTube y otras plataformas se parece terriblemente a lo que estaba sucediendo en los Estados Unidos alrededor de las elecciones de 2020”, afirmó la directora de campaña del grupo activista estadounidense SumOfUs, Vicky Wyatt.
Se estima que los canales más conservadores son los mayores productores de contenido falso y “problemático”, ya que los canales de YouTube de extrema derecha atrajeron 99 millones de visitas en los ocho días anteriores y posteriores a la primera ronda de votación del 2 de octubre, según un recuento del Instituto Igarape. Por esta razón, el Tribunal Superior Electoral anunció el jueves que prohibirá el contenido “falso o gravemente descontextualizado” que “afecta la integridad del proceso electoral”.
Se ha anunciado también que, en los días previos y justo después a la ronda de votación del 30 de octubre, las empresas de redes sociales como YouTube y Meta tendrán solo una hora para eliminar contenido problemático, y las plataformas que no cumplan con este condicionante enfrentarán multas de hasta 150 000 reales (28 000 dólares) por hora. Además, podrán ser bloqueadas en los servidores brasileños hasta por 24 horas. Esta medida claramente ha enfurecido a muchos partidarios del conservador Bolsonaro, pese a que las empresas no hayan emitido comentarios.
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